El régimen de Bashar Al-Assad en Siria, uno de los pilares del eje geopolítico formado por Rusia, Irán y Cuba, ha colapsado tras 53 años de control baazista.
En una ofensiva relámpago, la oposición armada tomó la capital, Damasco, forzando la huida del exmandatario, cuyo paradero es actualmente desconocido, según informó el diario ABC.
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La caída del régimen supone un duro golpe para sus aliados históricos, especialmente para La Habana, que mantuvo un sólido vínculo diplomático con el gobierno sirio durante años, apoyándolo a nivel internacional y estableciendo acuerdos de cooperación.
Colapso del régimen y fuga de Al-Assad
En una operación militar fulminante, la oposición tomó primero Homs, una ciudad estratégica clave, antes de avanzar rápidamente hacia Damasco.
La caída del régimen se aceleró por deserciones masivas en las fuerzas armadas sirias, cuya lealtad al presidente se desmoronó a medida que las tropas opositoras se acercaban a la capital.
Según fuentes insurgentes, Al-Assad habría abandonado el país en un avión, aunque esta información no ha sido confirmada oficialmente.
Las escenas de júbilo se multiplicaron en las plazas de Damasco. Miles de personas celebraron el fin del régimen, derribando estatuas de Hafez Al-Assad, padre del presidente, y ondeando banderas revolucionarias con los colores negro, blanco y verde.
El ejército sirio emitió un mensaje televisado anunciando la reorganización de sus tropas en las regiones del sur para “evitar incidentes”, aunque a esas alturas su autoridad estaba prácticamente disuelta.
Abu Mohammed Al Golani, líder del grupo insurgente Hayat Tahrir al-Sham (HTS), envió un mensaje a la población garantizando una transición pacífica y ordenada.
También instó a sus combatientes a evitar represalias y proteger a quienes depongan las armas, en un esfuerzo por evitar un escenario de caos similar al que siguió a la caída del régimen de Sadam Hussein en Irak.
Alianza estratégica: Cuba, Siria, Rusia e Irán
La caída de Damasco supone un duro revés para el bloque formado por La Habana, Moscú y Teherán, que durante más de una década respaldaron a Al-Assad en los principales foros internacionales y en el campo de batalla.
Desde el estallido de la guerra civil siria en 2011, Cuba ha sido uno de los principales defensores diplomáticos de Bashar Al-Assad.
La Habana votó en repetidas ocasiones contra resoluciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que denunciaban violaciones de derechos humanos en Siria, calificándolas de "injerencias externas".
En una entrevista con la agencia Prensa Latina en 2016, Bashar Al-Assad expresó su "profundo agradecimiento" al gobierno cubano por su apoyo constante y envió “efusivos saludos” al pueblo de la isla.
Este vínculo se consolidó con la promesa del entonces ministro cubano de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, de que Cuba ayudaría en la futura reconstrucción de Siria una vez que terminara el conflicto armado.
La cooperación bilateral se extendió también a la educación, con el otorgamiento de becas para que estudiantes sirios estudiaran medicina en universidades cubanas, como se informó en 2023. Este programa reforzó aún más los lazos entre ambos países en momentos en que Siria enfrentaba una guerra devastadora.
Rusia e Irán: Sostenes militares del régimen
Moscú y Teherán desempeñaron un papel crucial en la supervivencia del régimen sirio durante más de una década.
Rusia, aliada histórica de Damasco, estableció una presencia militar permanente en Siria a través de la base naval de Tartus y la base aérea de Hmeimim. A partir de 2015, su intervención militar ayudó a revertir el curso de la guerra en favor de Al-Assad.
Irán, a través de la Fuerza Quds y el grupo libanés Hezbolá, proporcionó apoyo militar directo, incluyendo tropas en el terreno y millones de dólares en asistencia financiera. Este respaldo militar aseguró la permanencia del régimen incluso en los momentos más críticos del conflicto.
Sin embargo, la inacción de Rusia e Irán en los últimos días sugiere un posible distanciamiento estratégico de aliados que están enfrascados en sus propios conflictos, ya sea la invasión de Ucrania o el apoyo a las fuerzas que combate Israel en Medio Oriente.
Hasta ahora, ninguno de los dos gobiernos ha emitido declaraciones oficiales sobre el destino de Siria, a pesar de tener grandes intereses estratégicos en el país, que, en el caso de Rusia y su base naval de Tartús, representa la presencia de su flota en el Mediterráneo.
Reacciones internacionales y el futuro de Medio Oriente
La caída de Damasco pone en entredicho el futuro de la influencia de Rusia e Irán en Medio Oriente, especialmente después de la retirada militar de Estados Unidos en 2018, que dejó un vacío de poder que Moscú y Teherán supieron llenar.
Con el colapso del régimen de Al-Assad, ambos países enfrentan un retroceso estratégico que podría cambiar el equilibrio de poder en la región.
En Cuba, el golpe es tanto diplomático como simbólico. La Habana pierde a uno de sus principales aliados internacionales, un socio que había sido crucial para su política exterior en momentos en que el régimen cubano enfrentaba sanciones y aislamiento internacional.
La falta de apoyo sirio en plataformas globales podría agravar aún más la posición de Cuba en el escenario diplomático.
Mientras tanto, la incertidumbre sobre el paradero de Bashar Al-Assad y el destino de las fuerzas leales a su gobierno mantienen en vilo a la región. Los nuevos líderes insurgentes enfrentan el reto monumental de estabilizar un país devastado por más de una década de guerra, mientras el mundo observa con atención el futuro de uno de los conflictos más complejos y violentos de la historia reciente.
Preguntas frecuentes sobre la caída del régimen de Bashar Al-Assad en Siria y sus implicaciones
¿Cómo impacta la caída de Bashar Al-Assad a sus aliados como Cuba, Irán y Rusia?
La caída del régimen de Al-Assad representa un duro golpe para sus aliados, especialmente Cuba, Irán y Rusia, quienes durante años sostuvieron diplomáticamente y militarmente al gobierno sirio. Cuba, en particular, pierde a un aliado crucial para su política exterior, lo que podría agravar su aislamiento internacional. Por otro lado, Rusia e Irán ven comprometida su influencia estratégica en Medio Oriente, especialmente en un contexto donde la retirada de Estados Unidos en 2018 dejó un vacío de poder que ellos habían comenzado a llenar.
¿Cuál es el paradero actual de Bashar Al-Assad tras la caída de su régimen?
El paradero de Bashar Al-Assad es actualmente desconocido. Se informa que podría haber abandonado Siria en un avión, pero esta información no ha sido confirmada oficialmente. La incertidumbre sobre su situación añade un elemento de suspense a la ya compleja dinámica política de la región.
¿Qué papel desempeñaron Rusia e Irán en el sostenimiento del régimen sirio de Bashar Al-Assad?
Rusia e Irán fueron los principales apoyos militares del régimen sirio, asegurando su permanencia durante más de una década de conflicto. Rusia estableció una presencia militar significativa a través de sus bases en Tartus y Hmeimim, mientras que Irán, mediante la Fuerza Quds y Hezbolá, proporcionó tropas y apoyo financiero. Sin embargo, su reciente inacción sugiere un posible distanciamiento estratégico debido a sus propios conflictos regionales.
¿Qué consecuencias tiene la caída del régimen sirio para Cuba y su política exterior?
Para Cuba, la caída del régimen de Al-Assad supone un golpe tanto diplomático como simbólico. La Habana pierde una pieza clave en su estrategia internacional, ya que Siria había sido un aliado en foros globales. Esta pérdida podría intensificar el aislamiento diplomático de Cuba, afectando su capacidad para enfrentar sanciones y presiones internacionales.
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