El transporte está malo en toda Cuba pero "cuando eres oriental pasas el doble de trabajo"

Transportarse en Cuba no es cosa fácil, y todos lo saben bien, pero quienes más lo padecen son aquellos que viven en el oriente del país y no tienen el suficiente dinero como para viajar en Viazul, o sobornar a un empleado de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON)

Personas duermen el suelo en espera de tener un pasaje Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

Son las seis de la mañana y en los anchos salones de la Terminal Nacional de Ómnibus se despabilan decenas de personas, incluyendo niños. A media luz cobran protagonismo la fatiga y el resignado cansancio de familias que esperan durante horas, y hasta largos días a veces, para poder llegar a su destino.

Transportarse en Cuba no es cosa fácil, y todos lo saben bien, pero quienes más lo padecen son aquellos que viven en el oriente del país y no tienen el suficiente dinero como para viajar en Viazul, o sobornar a un empleado de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON).


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Y es preciso sobornar, pues desde las oficinas provinciales de la Empresa Viajero solo es posible reservar boletos con varias semanas o meses de anterioridad, pero ni siquiera tanta antelación garantiza que pueda obtenerse el pasaje en la fecha en que se requiere. A lo que habría que sumarle que no siempre se puede prever, con tanto tiempo por medio, el momento en que se necesitará viajar. Hay necesidades de última hora, pero guaguas no.

Por Viazul, es relativamente más fácil conseguir un pasaje, pero el viaje entre La Habana y Santiago tiene un costo de 51 CUC (1 275 pesos cubanos), el equivalente a casi dos salarios medios, y 4 veces el salario mínimo de los cubanos en la isla.

Menos costoso resulta el viaje por las guaguas de EON (antigua empresa ASTRO), pero es mucho más difícil de lograrlo. Si consigues sobornar a alguien dentro de la larga cadena de empleados de esa empresa deberás poner unos 20 CUC por encima del costo oficial del pasaje.

Viajar en las guaguas de EON es menos caro pero más difícil/ CiberCuba

“Hoy, por ejemplo, es muy difícil encontrar pasaje para los meses de julio y agosto, pues independientemente de que durante el período vacacional se disparan los viajes, a esa situación también le sacan provecho los trabajadores del sistema del transporte”, explica Ismarys una joven holguinera que estudia en La Habana.

“Si llegar es difícil mucho más complicado es para atrás. Esta es la tercera vez que tengo que venir en el año, y te digo que la situación cada vez está peor”, asegura otra señora de Jiguaní que llevaba 14 horas en la terminal, esperando a que abra la oficina de “72 horas”.

Oficina de “72 horas / CiberCuba

En este departamento, ubicado en un segundo piso de la terminal nacional, se re-comercializan, tres días antes de la fecha prevista, aquellos pasajes que con anterioridad fueron cancelados por otros pasajeros. Sin embargo, la recepcionista, a voz en cuello aclara en repetidas ocasiones que no tiene nada para el Oriente del país, “así que, por favor, no me hagan más bulto”.

“Yo digo que todo esto lo hacen para que no vengamos a La Habana. Cuando eres oriental pasas el doble de trabajo. Es como si fuéramos una categoría inferior entre todos los cubanos”, se queja la señora.

Oficina de “72 horas / CiberCuba

Claro que hay otras opciones, la lista de espera es una de ellas, pero aquí los fallos para el oriente son muy pocos, pues saldrán primero todos aquellos que consigan su pasaje por la izquierda, sobornando choferes, taquilleros y hasta los jefes de turno, que cobran 15 o 20 CUC, por un cupo de última hora. Es normal entonces que quienes no tengan ese monto deban pasarse días rectificando la cola, y durmiendo en el suelo de la estación hasta que por fin llegue el momento.

Subirse a un camión de la década del 50 del pasado siglo, reconvertido y remotorizado para transportar pasajeros es algo así como jugar a la ruleta rusa. Y por si ya fuera poco con las cuestionables condiciones técnicas de esos vehículos, los precios son bastante prohibitivos también.

De tal modo, para los viajeros de las provincias orientales el transporte ferroviario viene a ser una de las opciones más acertadas, pero también de las más informales. El santiaguero, un tren francés con varias décadas de explotación, transporta unos 700 pasajeros, pasa cada cuatro días.

Esos “trenes lecheros”, como los ha rebautizado el pueblo, pueden tardarse días completos en el trayecto, y entonces el viaje equivaldría a 15 vuelos o más entre Miami y La Habana, por solo poner un ejemplo. Ello sin contar las pésimas condiciones de sus vagones, la suciedad de los baños, los asientos ortopédicos, la oscuridad de los pasillos. Y a pesar de todo eso, subir a uno de estos monstruos de hierro con destino a la capital de todos los cubanos tampoco es tan fácil como se pudiera creer, otra vez el soborno juega su papel.

Desde hace días se viene anunciando la entrada en circulación del flamante tren chino, que cubrirá la ruta entre La Habana y Holguín, suspendida desde hacía varios años. Si bien se trata de un importante paliativo, difícilmente alcance para solucionar las actuales tensiones con el transporte. El verano aún no comienza, y ya las terminales están atestadas de cubanos que esperan llegar a su destino.

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