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Cada vez resultan más escasos los ómnibus estatales en las terminales provinciales de Cuba. Muchas veces la transportación entre los diferentes municipios de la isla se sostiene por obra y gracia de la iniciativa privada, que garantiza la movilidad de miles de personas en camiones capitalistas que han sido remodelados y acondicionados para el trasiego de personal.
Desde que se extendió el otorgamiento de licencias para el trabajo no estatal en la isla, los transportistas particulares han aumentado su protagonismo en el sector del transporte, al punto de ser considerados imprescindibles hoy para el desenvolvimiento de varios territorios.
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En provincias como Villa Clara el mayor volumen de pasajeros llega a su destino a bordo de un camión, y de la misma manera la mayoría de los viajes se realizan desde estos equipos.
Según Alberto, trabajador de la terminal intermunicipal de Santa Clara, el 80% de los viajes que se realizan diariamente desde esta estación son asumidos por los camiones de pasaje: “Cada vez son menos las guaguas, y las que se mantienen trabajando salen fundamentalmente en las mañanas. Aquí después de las 10 de la mañana te cuesta trabajo ver una guagua, todo es a base de camiones”.
De hecho, un simple vistazo al patio de la estación sirve para confirmar lo que nos dice este trabajador. Es la 1 de la tarde, y en ninguno de los ocho andenes habilitados para el embarque de pasajeros espera un ómnibus estatal, todos son camiones de pasaje, vehículos capitalistas con 60 años o más de explotación.
“No soporto los camiones. Vamos apretados como si fuéramos vacas, y el chofer para trescientas veces en la carretera para recoger a todo el que le haga seña. Pero el problema es que si no te montas ahí ¿en qué te vas?”, opina una mujer que espera arrimada a la gran verja de hierro que rodea el salón de espera de la terminal.
“Nunca sabes a la hora que te irás, porque hasta que los choferes no ven que hay suficiente pasaje no dan el viaje. Pero si no fuera por ellos no podíamos movernos, porque si esperas por una guagua no llegas ni mañana a tu casa. Ya nunca ponen guaguas”, afirma categórica.
Otra señora, de unos sesenta años y aspecto humilde, se suma a nuestra conversación: “Pon que tienes que viajar tres veces a la semana. No hay bolsillo que aguante, caballero. Porque una tampoco se puede fajar para montarse en una guagua. Además de que son pocas, la matazón es tremenda para poder subir. No hay alternativa tienes que hacer el sacrificio y pagar los 10 pesos”.
Le cabe razón. Viajar en estos vehículos, y con las molestias antes señaladas tiene un costo 20 veces superior al de las guaguas del estado. Si bien en estas últimos el precio de un viaje puede oscilar entre los 50 centavos y los tres pesos, idéntico trayecto podría tener un costo de 10 o 20 pesos en los camiones particulares.
Cuando el país retomó la fabricación de ómnibus nacionales muchos vieron en las guaguas Diana la esperada señal de recuperación. Un indicador promisorio parecía ser que la fábrica ubicada en Guanajay ensamblara un vehículo diario, sin embargo, muy pronto todas las expectativas tomaron su nivel y los ritmos productivos decayeron. Cinco años después, y aunque han logrado paliar las urgencias del transporte urbano en algunos territorios de la isla, los ómnibus Diana todavía no hacen acto de presencia en los municipios cubanos.
Aunque el cuentapropismo ha dinamizado ciertas esferas de la economía y la sociedad en la isla, las absurdas prohibiciones que pesan sobre los trabajadores no estatales frenan la iniciativa privada y, por lo tanto, profundizan las penurias del pueblo.
“Yo digo que hay dos bloqueos”, explica Joel un joven universitario que desde hace cinco años es botero en Santa Clara. “El gobierno nos dice que el bloqueo de Estados Unidos impide la importación de nuevos ómnibus. Bueno y entonces ¿por qué el gobierno cubano no nos deja a los transportistas privados que podamos importar directamente una guagua?”, reflexiona.
“¿Tú crees que yo no preferiría tener una guagua o dos en lugar de estar tirando pasaje en el camión que era de mi abuelo? Ah, pero no me dejan prosperar, dicen que me voy a hacer rico. Yo me acuerdo cuando vino Obama, que habló del interés de comerciar directamente con nosotros los cuentapropistas, pero aquí no quieren. El gobierno quiere mantener el control de todo, aunque no tenga recursos para hacerlo, y al final el único que sufre es el pueblo”, concluyó.
La de Villa Clara no es, ni por asomo, la situación más complicada en términos de transporte intermunicipal e interprovincial. En las provincias orientales las guaguas suelen ser más escasas y los camiones particulares tienen desde hace mucho tiempo el protagonismo absoluto en la transportación. Vehículos de los años 50 del pasado siglo, remodelados y readaptados, no solo cubren los itinerarios locales, sino que son la alternativa más asequible para aquellos que necesitan desplazarse desde el Oriente hasta la capital del país.
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