Cuando se hable de la gimnasia rítmica cubana, un nombre acapara titulares y es que nadie pone en duda que la grácil Lourdes Medina ha sido la más grande en la historia de ese deporte en Cuba.
Desde hace 18 años, la capitalina vive en Miami, Estados Unidos. ¿Qué hace en la actualidad la bicampeona panamericana?
Como dices, llevo 18 años aquí; salí de Cuba en el 2006. Actualmente trabajo como técnica del comportamiento con niños que están dentro del espectro del autismo; el trabajo se basa en restructurar o modificar los comportamientos que no son adecuados, tratar de instaurar en ellos los comportamientos adecuados socialmente. Es algo muy bonito. Me encanta ese trabajo y, como muchos cubanos, me he tenido que reinventar porque la gimnasia rítmica aquí en Florida se hace muy poco o no se hace.
Hay muy poquitos clubes y no aquí en Miami, sino en otras ciudades, y con muy poco carácter competitivo. Las gimnastas norteamericanas son buenísimas, rankeadas a nivel mundial, pero surgen y se desarrollan en otros estados. En la Florida no se practica y por eso, tuve que reinventarme y buscar la estabilidad en otros trabajos.
¿Qué sabes de la gimnasia rítmica en Cuba?
Chica, la verdad, desde que salí de allí he seguido muy poco la gimnasia rítmica cubana, creo que estoy un poco desactualizada y no por mi gusto, porque ese es el deporte que amo y me gustaría estar más informada, pero lo que me pasa es que en Cuba se habla ya poco o casi nada de la gimnasia rítmica.
Sé que han participado en campeonatos panamericanos y centroamericanos, donde han quedado muy rezagadas, en los últimos puestos. Específicamente en la cita centroamericana, Cuba quedó en el penúltimo puesto y en el Panamericano ni se mencionó. Países que estaban muy por detrás de nosotros en la época de oro de este deporte ya son campeones panamericanos y están muy por encima de Cuba, donde ya casi no se asiste a competencias internacionales. De verdad, me gustaría poder escuchar más de la gimnasia rítmica cubana, pero sé que prácticamente no existe o no se practica este deporte en Cuba como antes.
Es una pena que con el nivel que llegó a alcanzar la gimnasia rítmica cubana, ahora ni siquiera en el área centroamericana pueda estar en los primeros lugares. Es difícil la permanencia de un deporte en la élite internacional; sé que es difícil mantener el performance que deben tener las atletas para llegar a una forma deportiva con la que puedan ubicarse en un ranking mundial, continental o regional, pero no caer en picada como lo han hecho.
Más difícil aún es si las atletas no compiten, no se foguean. Es un deporte de apreciación en el cual, si las juezas no te conocen, a menos que seas genial, no puntean. Hay que darse a conocer para poder alcanzar un lugar. ¡Y las cubanas no asisten a ninguna competencia!
¡Cuántas verdades arrojan las palabras de Lourdes Medina! Un deporte como la gimnasia rítmica en el que Cuba subió a podios internacionales y ahora ni competir a nivel centrocaribeño pueden.
Vamos a echar un vistazo atrás… ¿Qué de la niña gimnasta?
Yo comencé la práctica de la gimnasia rítmica con ocho años, en el complejo deportivo "Mariana Grajales"; allí estuve solo dos meses, pues pasé inmediatamente a la Escuela Nacional de Gimnasia. A los 13 años ingresé en el equipo nacional. Fui campeona nacional varias veces. Tuve el privilegio de participar en el debut de este deporte en los Juegos Panamericanos, que fue en Indianápolis 87, adonde yo no iba como favorita y sin embargo, fui la campeona.
Lourdes Medina no era la favorita, pues Thalía Fung era la primera figura de la escuadra. Pero la chica morena de ojos brillantes se echó a los jueces y al público norteño en un bolsillo y conquistó cinco medallas: tres de oro en el all around, aro y clavas y dos de plata en cinta y cuerda.
Ese fue un evento maravilloso en mi vida, a pesar de que no era la gimnasta favorita de la selección cubana. La preparación de cierto modo fue muy incierta; recuerda que era la primera vez que la gimnasia rítmica estaba presente en juegos continentales y quizás, por yo no llevar la presión de ser la favorita, tuve la oportunidad de competir relajadamente.
A medida que se fue desarrollando la competencia y ver que sí podía tener un título panamericano, fue creciendo mi expectativa y palpar hasta dónde podía llegar. Para mí fue un logro importante, no sólo personal sino también para la gimnasia cubana. Imagínate que gané el primer título que se confería en este deporte... ¡y fue mío!
Fue muy emocionante, lo disfruté mucho y creó un precedente para los siguientes Panamericanos, los de 1991, cuya competencia fue en Santiago de Cuba y recuerdo que la preparación fue muy dura.
Estuvimos un mes entrenando en Santiago. Yo, claro está, tenía cuatro años más, prácticamente era una longeva en la gimnasia rítmica, un deporte donde las niñas empiezan muy temprano y se retiran con prontitud, precisamente por el rigor que requiere. Para mí era una gran responsabilidad, un reto físico y emocional.
Era dar lo mejor de mí delante del pueblo cubano, en este caso, el santiaguero, que fue tan lindo, tan acogedor. Yo era la campeona, por lo que retener la corona en mi país, específicamente en Santiago de Cuba fue importantísimo. Ese público me apoyó todo el tiempo. Recuerdo que mi entrenadora Xiomara Ameller tuvo la grandísima idea de que, en unos de mis eventos, el ejercicio con clavas, pusiéramos una conga oriental y eso realmente fue impactante.
Los aficionados aplaudían muchísimo, se paraban, ovacionaban. Fue un evento muy importante en la cúspide de mi carrera deportiva, no sólo tengo gratos recuerdos, sino los mejores momentos de esa actuación.
Además de esos dos Juegos Panamericanos, la gimnasia rítmica en aquel tiempo competía bastante por Europa.
Sí, era clave para obtener buenos resultados. Que te vean, que te conozcan. Yo asistí a eventos internacionales, muchísimos torneos en Europa: por ejemplo, la Copa Médico de Austria que gané en una ocasión. Tuve la grandísima suerte de participar en tres Campeonatos Mundiales, donde gané mi clasificación para los Juegos Olímpicos… ¡para tres Juegos Olímpicos! Yo pude haber competido en tres Juegos Olímpicos. ¡Pero, desgraciadamente, no pude ir ni a uno siquiera y sabes que ese es el sueño supremo de cualquier atleta!
Mi país me negó esa gran ventura: en Los Ángeles 84 y Seúl 88 se interpuso la política, que cercenó las esperanzas de todos los deportistas cubanos. Pero perseveré y clasifiqué para Barcelona 92, y tampoco Cuba me dio esa oportunidad.
Resulta que a Barcelona los atletas cubanos tenían que tener pronóstico de ubicarse entre los seis primeros puestos (ahora, aunque queden de últimos los llevan por el cada vez menor número de cubanos en las citas cuatrienales).
Entonces yo, doble campeona panamericana, haber clasificado a tres Juegos Olímpicos por mis actuaciones en los Mundiales; a mí, la primera figura de mi deporte en Cuba en los años 80-90, a mí… ¡me negaron asistir!
Digo que fue un fatalismo porque clasifiqué, pero no pude asistir. Es algo que llevo con mucho pesar dentro de mí; pero nada, el regocijo de haber sido la primera gimnasta cubana que asistió y ganó un Panamericano no me lo quita nadie y para mí fue un reto y lo disfruté muchísimo.
Preguntarte por las entrenadoras que más impactaron en ti sería redundar, pues yo conozco la respuesta, pero bueno, ¿quiénes fueron esas profesoras?
Jajajaja. Tú estuviste casi 40 años con nosotras, duraste más que yo en la gimnasia. Tú sabes. En mi preparación como atleta tuve la suerte de contar con dos entrenadoras: la primera me inició, Rosa Banderas, a la cual adoro. Siempre la llevo en mis pensamientos, me inició en la Escuela Nacional de Gimnasia. De ella aprendí tantas cosas... ¡una persona superconsagrada, entregada a su trabajo! De esa iniciación en el deporte tengo los mejores recuerdos. Ella creó valores en mí que me signaron para toda la vida; su perseverancia me marcó.
Cuando paso al equipo nacional (siempre digo que he tenido suerte por mis dos entrenadoras) me entrenó Xiomara Ameller. No tengo palabras para expresar la enorme felicidad que resultó para mí contar con el apoyo de Xiomara. Es una persona a la que hoy día no dejo de admirar, no dejo de recordar sus palabras, su trayectoria como entrenadora.
Su legado lo he empleado con mis hijos, en mis alumnas en el poco tiempo que estuve de entrenadora tras mi retiro. Cada palabra, cada gesto, cada consejo trataba de transmitirlo a las niñas. Su forma tan científica del entrenamiento la puse en práctica. Era y es una persona a la que podías hablarle de cualquier tema. El entrenador no sólo guía al atleta desde el punto de vista pedagógico, sino también profesional y personal. Su enseñanza es algo que llevo conmigo.
No quiero dejar de mencionar a Sonia Pedroso, que formó parte del claustro de profesoras cuando yo estaba en el equipo nacional, pero a estas dos entrenadoras, Rosa y Xiomara, las adoro.
Familia de Lourdes Medina... ¿casada?, ¿cómo están los muchachos?
Llevo 12 años con mi esposo Orlando Rivera; nos conocimos aquí en Miami. Como sabes, pues los conociste desde que nacieron, tengo dos niños del matrimonio anterior y digo niños, pero son adultos: Alex tiene 25 años y Lulú tiene 27. Ella lleva varios años trabajando, es graduada de la Universidad de Florida. Alex es ingeniero mecánico y aeroespacial, graduado de una universidad de Florida también. Son muy independientes; estoy muy orgullosa de mis hijos.
El resto de mi familia son mis hermanas que están en Cuba, mi papá; los adoro y recuerdo todos los días. Mi hermana Luisa María Medina fue la catcher regular del equipo nacional de softbol por 23 años. Ha sido un ejemplo para mí y sí tuvo la oportunidad de ir a unos Juegos Olímpicos; estuvo en Sydney 2000. Una atleta superentregada, ama el deporte, estuvo como entrenadora en la selección nacional, prestó colaboración en Italia y tuvo resultados buenísimos. Mi otra hermana vive en Pinar del Río. No somos una familia muy extensa, pero sí muy unida y querida, desgraciadamente desde la distancia.
¿Sigues tu deporte a nivel mundial?
Pues, trato de sacar el tiempo. A pesar de que por instantes no he encontrado el mecanismo de poder estar al tanto del deporte cubano, por carecer de tiempo y otras responsabilidades, además del descenso tremendo que ha experimentado en sentido general, trato de seguir las grandes competencias de gimnasia rítmica.
En mis tiempos, soviéticas (rusas) y búlgaras llevaban la voz cantante, pero ahora se ha ampliado el diapasón. Las rusas Dina y Arina Averina, la israelí Linoy Ashram, la bielorrusa Alina Harnasko, la búlgara Boryana Kaleyn y las italianas Milena Baldassarri y Alexandra Agiurgiuculese encabezan un listado en el que también hay ucranianas, españolas, portuguesas… Como ves, nuestro deporte se ha amplificado, muestra de su belleza y carisma en todo el planeta.
¿Es feliz Lourdes Medina, tienes algún sueño?
Sí, tengo añoranzas. Veo un video de gimnasia rítmica y lo añoro. Me hubiera gustado trabajar más tiempo como entrenadora de este deporte, pero como he tenido que reinventarme, trato de buscar los momentos de felicidad en esta otra etapa de mi vida, donde hago cosas nuevas y sí, ¡soy feliz! Trato en estos momentos, en los que estoy, de ser feliz con lo que hago; siempre voy en pos de la felicidad.
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