
Vídeos relacionados:
Mantiene la esbeltez y lozanía de los tiempos de antaño. Conversadora, agradable, siguen sin gustarle las entrevistas; no obstante, esta vez no dudó y fueron unos 20 minutos de preguntas y respuestas rápidas, cual partida de ajedrez rápido. Su rostro amable sonríe y comenzamos a hablar locuazmente.
Doña Leonor, ¿cómo te enteraste? Cuando lo supiste, ¿qué hiciste... saltaste, lloraste, reíste?
Lo más leído hoy:
Cierto que yo lo supe a finales del pasado año, pero la llamada hoy (16 de enero) desde la sede de la FIBA me lo confirmó. Ya lo podía gritar a los cuatro vientos: ¡formo parte del Hall de la Fama; estoy entre las mejores jugadoras de todo el planeta! Hasta ahora solo lo había conseguido Ruperto Herrera. Para mí es un grandísimo honor, un premio inenarrable a tantos años de sacrificios, competencias, lesiones; tantas horas sin descansar para entrenar, tantos podios universales ocupados. ¡Estoy muy feliz, amiga!
La gala se efectuará el 17 de mayo en Bahréin; y junto a doña Leonor serán homenajeados otros siete atletas y un técnico: la leyenda española Pau Gasol; la multicampeona Dawn Staley, de Estados Unidos; Andrew Bogut, de Australia; la portuguesa Ticha Penicheiro; Alphonse Bilé, de Costa de Marfil; Fadi El Khatib, de Líbano; el serbio (competía por la ex Yugoslavia) Ratko Radovanovic y el increíble entrenador estadounidense Mike Krzyzewski, todos incluidos en la lista de nueve en la Clase 2025 del Salón de la Fama de la FIBA.
Como puede observarse, doña Leonor ha sido considerada entre ases del baloncesto universal y por derecho propio ocupará un lugar en el Salón de la Fama de la FIBA, que significativamente es el santuario dedicado a las personas increíbles que han construido las bases del deporte global del baloncesto desde su nacimiento, hasta su gloria alcanzada en la actualidad.
El Hall de la Fama se esfuerza por ser una institución genuinamente internacional, activa en la promoción y el recuerdo del baloncesto en todo el mundo, albergando a los grandes hombres y mujeres que fueron proactivos y destacados en la mejora y el desarrollo del deporte de las cestas. ¡En ese Olimpo está la cubana!
¿Desde cuándo estás en EEUU, cómo llegaste, qué haces en este momento?
Estoy aquí desde julio de 2016, entré por México. Este gran país te enseña muchas cosas; aquí puedes mejorar, si te lo propones. Nosotros, que fuimos deportistas en Cuba y tenemos disciplina, tenemos las cosas claras de lo que hay que hacer. Eso a mí me ayudó mucho para conocer las cosas cómo son aquí. Por suerte, siempre he tenido el apoyo de mi hermano, que lleva más de 25 años aquí y me ha guiado en todo momento.
He trabajado en varias cosas; ahora soy guardia de seguridad en un condominio y me siento muy bien. Soy reconocida, las personas me respetan. Hace nueve años que trabajo aquí en Estados Unidos, siempre he tenido trabajo, estoy orgullosa de ello. No me siento menos que nadie, tengo fuerzas y, sobre todo, sigo adelante apoyando a mi hija. Gracias a Dios, tengo salud y me siento bendecida.
¿Nunca te has arrepentido, extrañas Cuba?
¿Arrepentirme? Jajaja… Esa palabra no está en mi vocabulario... ¡Nunca, jamás! Hasta de cosas negativas me arrepiento, menos de esta, que me ha proporcionado una vida decente y cómoda. Los golpes te ayudan, te enseñan, te hacen madurar, te hacen coger fuerza... ¡Así que no, no me arrepiento de nada!
Recuerdo una tarde, saliendo yo del ICRT, ver a una mulata esbelta vendiendo croquetas y pasteles. Me acerqué porque tenía hambre y cuál no fue mi sorpresa al ver a la mejor basquetbolista cubana de todos los tiempos, la que llenaba tabloncillos, a la que amaba la afición... ¡vendiendo croquetas! Eso, por supuesto, no es nada ofensivo, pero en tu caso debías haber ocupado un alto cargo dentro del deporte cubano y no estar en esas funciones.
Esos pasteles y croquetas me abrieron los ojos de muchas cosas: la realidad que no ves cuando estás en el deporte. Vi cosas, escuché cosas. Me preparé y traté de montar mi propio negocio en Cuba, después en la feria de 23, que me dio experiencia para enfrentar muchos retos. Todo eso no fue baldío; me sirvió de base para llegar aquí, con los deseos de mejorar, de vivir, de echar para adelante, siempre apoyando a Denisse, mi hija, que estudia y trabaja gracias a la educación que le di.
Denisse es muy decidida, es mi orgullo, sabe lo que quiere. También, gracias a Dios, tengo a Lázaro, el “Virtuoso” Borrell, ¿recuerdas? Tremendo jugador de baloncesto, incluso, estuvo en la NBA. Mi hermano es mi orgullo; siempre me ha apoyado. Se ha tomado lo del Salón de la Fama como si fuera él el seleccionado. Eso me colma de orgullo. Él también logró muchos méritos en el deporte; que haya llegado a la NBA es un logro inmenso para él y su familia.
¿Te gusta el básquet de la NBA? No es el mismo que tú jugabas, ¿verdad?
El básquet americano siempre ha sido un espectáculo y es así. Yo he visto en la cancha dos juegos de la NBA aquí en Miami y gusta, pero es más show que baloncesto; es un básquet muy diferente. No te puedo hablar mucho de eso porque no sé, ¿para qué mentirte?
He hablado con mi hermano de ese tema y siempre me dice: “Leo, es que es un baloncesto diferente”. Él tuvo la oportunidad de jugar ahí y lo dice. Aquí la gente juega por dinero, todo es mecánico, es su profesión y no lo critico. Lo veo muy bien en este país que es muy capitalista, pero no te puedo hablar mucho más que lo que he escuchado y vivido.
Aquí, a la gente le gusta ese tipo de básquet, la gente disfruta, vive ese espectáculo; así que no se puede ver como otras ligas y otros lugares porque es muy diferente. A mí me encanta la NBA y he visto juegos femeninos y nada que ver con el baloncesto que nosotros jugamos en nuestra época y diferente a la época de oro del baloncesto.
Precisamente de esa época de oro, ¿qué me dices?
Gracias a Dios, siempre lo digo: ¡vivimos la mejor época del deporte en Cuba! Porque yo, después que parí me dediqué a criar a mi hija; luego, mi hermano se fue. Empecé a ver cómo, no solo el baloncesto, sino el deporte en general en Cuba decaía. Bueno, diría que ha sido en todos los ámbitos del deporte, de la cultura, de la economía... ¡la caída es general, es todo a nivel de país! Eso ya no tenemos ni que decirlo, eso se ve: Cuba va para abajo, y con respecto al deporte creo que, si no se hace un trabajo fuerte desde la base, no se logrará nada bueno.
¿Y qué base, con qué? Hay que crear muchas condiciones que se han perdido, hay que recobrar valores, hay que hacer mucho. Y del Cerro Pelado ¿qué te voy a decir? No te puedo decir nada. La última vez que fui al Cerro Pelado, hace más de 11 años, me paré en la puerta y pensé que el tabloncillo se iba a caer.
Estaba entrenando Leonardo Pérez y le digo: “¿Y esto qué es?”. Y decidí no ir más. Así que no sé cómo estará aquello, no tengo ni idea, pero creo que ahora mismo las personas que practican el deporte en Cuba tienen que hacer un gran esfuerzo; ya nosotros hacíamos un esfuerzo y teníamos algunas “condiciones”.
Julita, en estos momentos, Cuba está en una situación muy difícil y a raíz de eso, pues todo lo demás también está mal. Yo no estoy al tanto de todo lo que pasa en Cuba, sólo de algunas cosas, pero te soy sincera, lo prefiero así porque me entristece. Es un poco complicado el tema.
De tus palabras se infiere la respuesta de la siguiente pregunta: ¿por qué el éxodo?
El éxodo no es solo de deportistas, es de médicos, de ingenieros, de periodistas... ¡se van todos, todos los que pueden! Eso es palpable, es visible, yo no tengo datos exactos, pero se ve que todos los días se van de Cuba muchas personas. Ha sido como una estampida por la situación que vive el país que es crítica.
Ya es algo natural que la gente se vaya de Cuba, todo joven quiere irse del país y le viene bien Estados Unidos, Europa, África; sea el continente o país que sea. La gente sólo quiere irse porque necesitan vivir como personas, quieren darles un futuro mejor a sus hijos y sentirse aliviados. Es muy difícil vivir en Cuba.
Las veces que he ido de visita ya no encuentro al de al lado de la casa ni al de enfrente; todos se van y, sobre todo, jóvenes. No sé las estadísticas, pero creo que Cuba ya es un país de personas mayores, ha envejecido la población y ¡bueno! lo que pasa en Cuba es muy palpable, visible al mundo. Todos sabemos qué pasa en la Isla.
Mi opinión es que Cuba está muy mal desde el punto de vista social, político, económico. Yo no tengo elementos para hacer un análisis profundo de estos temas; para eso hay especialistas y yo soy deportista, pero tengo opinión como ciudadana y doy gracias a Dios, todos los días, por haber abierto los ojos y acabar de tomar la decisión de irme y establecerme aquí.
He tomado dos decisiones fuertes en mi vida: una, dejar de ir a los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 para tener a mi hija, y ha sido la mejor; y la otra, venir para este país, ya no tan joven, pero no me arrepiento. ¡Nunca, never neverrrr! me voy arrepentir de estar aquí, así que muchas bendiciones y muchas gracias, Julita, por permitirme decirlo.
Doña Leonor, sé que este reconocimiento de la FIBA de darte tu merecido lugar en el Salón de la Fama te enorgullece y te hace pensar en personas que quisieras hubieran podido compartir contigo esta alegría.
Claro, amiga, y tú lo sabes muy bien. Mis padres, que siempre estuvieron apoyándonos a Lázaro y a mí y mi entrenador Manuel Pérez, “El Gallego”, que sé se hubiera alegrado tanto o más que yo. Él fue padre, entrenador, un consejero para mí. Lo he dicho en varios lugares, él se sentiría muy orgulloso de este premio, lo disfrutaría tanto o más que yo.
Siempre lo tengo muy presente. Tuve la oportunidad de compartir con él muchas veces aquí y ha sido un hombre excepcional. Con él tengo miles de anécdotas: cuando el Mundial de 1986, donde quedé como máxima anotadora. Después de eso, estando ambos aquí en Estados Unidos, me contó algo que yo no sabía.
Resulta que perdimos un juego porque yo fallé una canasta. Bárbara Becker me hace un pase y yo no logro encestar, cogí el rebote, tiré apurada y nada, no pude anotar. Él se fue desde la cancha hasta el hotel donde estábamos hospedados, caminando. Cuando llegó al hotel, yo estaba tirada en la cama, se me acercó y me dijo: “Negra, tómate una cerveza”.
Él estaba molesto, pero no me hizo sentir mal a mí; todo lo contrario. Anécdotas como esa tengo miles: él siempre sabía el momento para llamarte la atención y sabía decirte las cosas, sin groserías, sin malas formas ni nada. Era muy exigente, pero fue una persona especial y como entrenador, no tengo palabras. Creo que si hay otro cubano que merece estar en el Hall de la Fama es Manuel Pérez. Sus resultados, los del básquet femenino durante todos esos años, en los cuales Cuba ocupó lugares en la élite universal, lo avalan. Dondequiera que esté, que disfrute este premio y se sienta orgulloso, no de mí, sino de todas sus atletas.
¡Disfrute su premio doña Leonor Borrell, merecido y compartido con las grandes jugadoras de su época y con el excepcional padre de ese equipo, Manuel “El Gallego” Pérez!
Archivado en: