Lis Cuesta Peraza, directora nacional de Eventos del Ministerio de Cultura de Cuba y esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel, abordó por primera vez de forma directa las críticas y ataques que ha recibido en redes sociales desde su aparición como figura pública.
En entrevista con Alma Plus TV, la funcionaria respondió con un discurso en el que mezcló pedagogía, resiliencia y lealtad política, llegando incluso a afirmar que "hasta del enemigo se aprende".
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"Al principio te impacta y sufres porque te estigmatizan, pero hay que pasar esa página y continuar", confesó Cuesta Peraza al referirse al “discurso de odio” que, según ella, ha circulado sobre su figura en el espacio digital. Afirmó que su estrategia para lidiar con esas agresiones ha sido la paciencia: “Lo asumo con perdón y con concordia”.
Veamos cómo ejerce el perdón y la concordia la "no primera dama": En un hilo de Twitter de finales de amyo de 2022, Cuesta Peraza afirmó haber regresado a las redes sociales "con varios aprendizajes".
"A los que se nombran de la izquierda revolucionaria y a la ligerísima abren el ya acostumbrado 'fuego amigo': los convido a leer en profundidad la Historia de Cuba, ahí está el valor de la UNIDAD verdadera. A los machistas patológicos que aquí pululan y a los enemigos de la Revolución: odio el odio, para ustedes no tengo NADA", declaró la tuitera tras el misterioso escarmiento.
No obstante, en la entrevista de este domingo, dibujó otra imagen de sí y relató que se ha encontrado en la vida real con personas que en redes sociales dijeron cosas desagradables sobre ella sin conocerla: “Cuando me conocen, me dicen: ‘Ay, yo que una vez…’. No pasa nada. No guardo nunca ningún rencor”, aseguró.
Tampoco mencionó el esfuerzo de instituciones y personalidades del régimen para legitimar su figura, ya sea como "investigadora" o tertuliana en la televisión. Tampoco admitió que ella misma ha utilizado sus redes sociales para burlarse y desacreditar a activistas de la sociedad civil o manifestantes en protestas populares.
Según Cuesta Peraza, hay que distinguir entre quienes se equivocan por desconocimiento y quienes atacan por interés: “Me da pena los que lo hacen por mercenarismo, pero a los que se confunden hay que perdonarlos”.
Su reflexión más llamativa en este bloque fue la siguiente: “Hasta de los enemigos se aprende. Detrás de un discurso que viene matizado por el odio o por el desprecio, puede haber una línea, hasta imperceptible, que te sirva, que te enseñe”.
La “no primera dama” también insistió en que la crítica no debe ser desestimada por su tono: “Uno no puede dejar de prestar atención a lo que se dice, porque efectivamente te puedes estar equivocando”. Su propuesta, sin embargo, no fue abrirse al debate público, sino discernir en privado lo que le puede resultar útil de una "crítica envenenada".
La entrevista, en este punto, se convirtió en un ejercicio de reconfiguración simbólica de una figura muy atacada desde que se le visibilizó como pareja de Díaz-Canel. Su aparición pública, poco habitual en comparación con primeras damas de otros contextos, ha sido objeto de burlas, memes y descalificaciones.
Cuesta Peraza cuestionó el concepto de primera dama, asegurando que “es una estructura no solo burguesa, sino patriarcal”. Aseguró que se siente “muy feliz contra eso” y recalcó que su esposo “nunca ha pretendido que yo esté detrás ni que me oculte”. Defendió su presencia en redes y espacios públicos como una conquista, no como un privilegio.
En este contexto, agradeció el apoyo que ha recibido de mujeres con peso dentro del aparato ideológico del régimen, como Dalia Soto del Valle (esposa del dictador Fidel Castro), Asela de Los Santos y Mariela Castro, hija del general retirado, Raúl Castro. Según afirmó, esas figuras la han “abrazado” y alentado a continuar.
Pero el verdadero objetivo de la entrevista fue su intento de reapropiarse del relato sobre su figura. Cuesta Peraza pretendió cambiar su imagen de figura política blanco de ataques, por la de una mujer que los supera, los perdona y hasta los estudia.
Y claro está, lo hizo sin desmontar las causas estructurales que dan pie a esos discursos, ni cuestionar la censura y la represión que impiden a la sociedad civil criticar libremente al poder del régimen.
En un sistema donde la crítica pública al poder está criminalizada, Cuesta Peraza invirtió la carga simbólica presentando el "odio" hacia ella como injusto, individual y emocional, y proponiendo una respuesta basada en la paciencia, sin reconocer el malestar social que alimenta esas reacciones.
"Hay que tener una mirada comprensiva frente a eso", afirmó, como si el entorno digital cubano no estuviera también marcado por la censura, la vigilancia y el miedo. Su discurso se construyó sobre una idea de superioridad moral: quienes critican se equivocan; quienes agreden, lo hacen por confusión o por dinero.
En ese sentido, Cuesta Peraza apeló a una idea de “sororidad” desde el poder, sin abrir espacio para cuestionamientos desde fuera de su marco ideológico. En su visión, hay enemigos, pero también lecciones: "uno tiene que estar todo el tiempo en disposición de aprender, hasta de eso".
Con la curiosa entrevista del medio oficialista, Cuesta Peraza buscó reposicionar su imagen: de figura pública denostada, a voz de mujer comunista que resiste. De objeto de burlas, a sujeto de pedagogía. De víctima del discurso de odio, a protagonista de una narrativa de aprendizaje. Pero, como es lógico, lo hizo desde un lugar blindado, sin abrir grietas en el relato oficial.
"Hasta del enemigo se aprende" no es una autocrítica real, sino una frase que amortigua la disidencia sin reconocerla, y que resume su estrategia: minimizar el conflicto, absorber la crítica, y mantener la fidelidad al régimen.
En definitiva, la entrevista no consiguió humanizar al poder del régimen, sino que lo maquilló, presentándolo con rostro sensible, pero inquebrantable. Y lo hizo recordando a activistas y sociedad civil que -incluso en el discurso de los supuestos aprendizaje y perdón- el poder sigue hablando sólo consigo mismo.
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