Vargas Llosa, primer miembro de la Academia Francesa con una obra exclusiva en español

La institución, encargada de velar por la lengua gala, fue fundada en 1635 por el cardenal Richelieu.

Mario Vargas Llosa © Flickr / RAE
Mario Vargas Llosa Foto © Flickr / RAE

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Este artículo es de hace 1 año

El escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa se convirtió este viernes en el primer miembro de la Academia Francesa con una obra exclusivamente en español.

De este modo, el también el Premio Nobel de Literatura, tomó posesión del puesto vitalicio que le concedió esa institución, encargada de velar por la lengua gala.


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Vargas Llosa, de 86 años, forma ahora parte de "los inmortales", nombre que reciben los miembros de la Academia Francesa y ocupará el sillón número 18 de la corporación, fundada en 1635 por el cardenal Richelieu.

La decisión de incorporar al escritor a la Academia Francesa se tomó luego que recibiera 18 votos a favor de los 22 miembros que la conforman; con la aprobación del el presidente Emmanuel Macron.

Vargas Llosa es también miembro de la Academia Peruana de la Lengua, desde 1975, y de la Real Academia Española, desde 1994.

La casa verde (1965), Conversación en La Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La guerra del fin del mundo (1981), Lituma en los Andes (1993), La fiesta del Chivo (2003), Travesuras de la niña mala (2006) y El sueño del celta (2010) son algunas de sus obras más relevantes.

En una entrevista tras ser reconocido como miembro de la Academia Francesa, el escritor consideró que nadie puede creer en el socialismo, tras conocer la realidad de Cuba.

"Ahora estaba yo leyendo a Hayek y cuenta que cuando aparecen en Inglaterra los primeros liberales utilizan palabras que no existían en el mundo político, como progresista o universalismo. Oye, y de todo eso se apropia la izquierda y lo desnaturaliza completamente para defender el socialismo. Bueno, el socialismo está muerto. Nadie puede creer en él después de Cuba", dijo al diario El Mundo.

Aunque al principio de la revolución cubana simpatizó con la figura de Fidel Castro y el socialismo, no pasó mucho tiempo para que rompiera con el régimen, sobre todo tras el caso del poeta Heberto Padilla, acusado de contrarrevolución y que apartó a La Habana de una parte importante de la intelectualidad mundial.

"Fui bañado en mugre", dijo, recordando al castrismo. "Pero recuperé un espacio de libertad que no sabía que había perdido. Nunca desde entonces he dejado de decir lo que pienso".

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