El doctor cubano Alexander Raúl Pupo Casas abandonó la isla este domingo, tras sufrir durante meses el acoso de la policía política y ser expulsado del sistema de Salud Pública por sus ideas contrarias al régimen.
"Adiós, mi Cubita bella", escribió en su página de Facebook el también activista por los derechos humanos justo antes de partir del país en un avión de la aerolínea InterCaribbean Airways.
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CiberCuba contactó con el galeno, y pudo conocer que en este momento está en una escala para seguir su camino en los próximos días, aunque no quiso revelar más detalles para evitar ser detectado por las autoridades migratorias de los países por los que transcurrirá.
"Toda mi familia quedó en Cuba. Dios permita que pueda, al menos, volver a verlos algún día", confesó.
Pupo Casas sí respondió uno de los comentarios que le dejaron en la red social aclarando que salir de Cuba no cambiaría quién es, ni lo que siente.
"Jamás permitiría que mis raíces se vean afectadas por un nuevo status quo. Lo que sí desearía que se desapareciera es el dolor que tengo en mi pecho desde que abordé el avión. Jamás me había sentido así", confesó.
Pupo Casas se suma a la lista de activistas por los derechos humanos de Cuba que se ve obligado a abandonar la isla, ante el acoso de la policía política y la incapacidad del gobierno de satisfacer las demandas de la población, que enfrenta una inflación económica y el empobrecimiento agudizado por la aplicación de políticas, como la llamada Tarea Ordenamiento.
Otros dos colegas suyos, Alexander Figueredo y Manuel Guerra, también escaparon de Cuba y al menos uno de ellos se sabe que llegó a Estados Unidos, donde solicitó protección internacional.
"Se respira aire de libertad", aseguró Guerra poco después de llegar a ese país.
Mientras estuvo en Cuba, Pupo Casas denunció a través de las redes sociales la crítica situación que atraviesa el país y fue uno de los principales promotores de iniciativas populares que animaban a exponer las deficiencias del sistema de Salud Pública y la mala gestión de hospitales y centros de salud, sobre todo, en medio de la crisis del coronavirus.
Por sus comentarios fue perseguido por la Seguridad del Estado e, incluso, privado de su derecho a ejercer la profesión de médico.
"Duele, como si se tratase de una herida que nunca cierra y sangra, cada vez que viene a mi cabeza ese día fatídico donde perdí una gran parte de mi vida, de lo que soy", escribió en septiembre del pasado año.
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