Vídeos relacionados:
Artemisa enfrenta hoy un alarmante déficit de trabajadores agrícolas que hagan producir las tierras cultivadas y reincorporen a la vida útil más de 17 mil hectáreas "ociosas" en la occidental provincia cubana.
Un texto publicado en el portal oficialista Cubadebate bajo el título “La tierra pide más brazos” da cuenta de la disminución progresiva de los trabajadores dispuestos laborar en el campo; cada vez son menos los fijos con experiencia y más los eventuales.
Lo más leído hoy:
La directora de capital humano del Grupo Empresarial Agropecuario y Forestal Artemisa, Daidée de la Candelaria Piedra, reveló que la totalidad del personal asciende a 11,446 trabajadores, de los cuales 9,542 se ocupan directamente de la producción. Por ello, deben contratar adicionalmente 900 obreros agrícolas eventuales.
Según un usufructuario entrevistado por el medio digital, una de las razones del déficit de fuerza de trabajo en la agricultura en Artemisa radica en que “nadie quiere trabajar en el campo, mucho menos los muchachos nuevos. No tengo trabajadores fijos”.
Otros campesinos interpelados por Cubadebate coincidieron en que el problema principal que enfrentan las empresas y cooperativas del territorio occidental es precisamente la fuerza de trabajo.
Gran parte de los trabajadores que hoy laboran en las zonas agrícolas de Artemisa vienen del oriente cubano, según refirieron. Algunos ya se han establecido en la región en viviendas construidas por ellos mismos con bajos recursos y que todavía carecen de legalidad; otros, pasan las temporadas de cosecha en los campamentos de las cooperativas y luego regresan a sus provincias.
El reportaje reconoce que “el drama de la emigración descontrolada en busca de trabajo se extiende por gran parte del territorio, principalmente donde las tierras son más fértiles, como Alquízar, Güira de Melena, San Antonio de los Baños y Artemisa, aunque lo padecen Mariel, Caimito…”.
En actividades como la cosecha de tabaco, la falta de estabilidad en las contrataciones incide directamente sobre los niveles de producción. El ir y venir constante de trabajadores que solo se quedan por cortos periodos de tiempo, como refiere una de las trabajadoras en este cultivo, hace que en cada campaña haya que volver a enseñar a los nuevos contratados en tareas que demandan cuidados específicos y aprendizajes manuales, y eso hace más difícil garantizar la calidad.
La cuestión salarial tampoco contribuye a la estabilidad de la fuerza laboral en los campos de Artemisa; el pago por jornada entre 200 y 300 pesos, los mil a la semana o los dos mil y tantos, al que hace referencia el reportaje de Cubadebate, no retribuyen lo suficiente un trabajo que demanda un esfuerzo considerable, a lo que se suma un entorno económico y social en el que los gastos para cualquier familia superan los ingresos de los trabajadores.
Los campesinos buscan obtener otras ganancias más allá del salario que reciben, sobre todo para solventar un poco la crisis con los alimentos que prevalece hoy en el país. Maribel Santiesteban, directiva de una cooperativa de Artemisa dedicada al tabaco y cultivos varios, explicó que deben enfrentar la competencia con otras áreas de producción, pues la gente suele irse a trabajar a cultivos como la papa y el ajo, donde no solo ganan más, sino que también consiguen llevar esos alimentos a sus casas.
A ello se suman las constantes críticas de los campesinos del sector privado por los atrasos en los pagos. El pasado año casi 2,600 trabajadores en Las Tunas estuvieron más de seis meses sin recibir el pago en moneda libremente convertible (MLC) por la leche que vendieron a la industria láctea.
Los campesinos también ven reducidas sus ganancias por las reiteradas ineficiencias de entidades estatales. En febrero pasado, se perdieron justamente en Artemisa 200 quintales de tomate por las demoras de la Empresa de Acopio de la provincia. Cuando la hortaliza se madura demasiado el único destino es la industria de procesamiento, lo que implica para el usufructuario perder la mitad de sus ganancias.
Otros campesinos, sin embargo, ven frustrados sus intentos de hacer producir la tierra ante las negativas del gobierno cubano de otorgarles tierras en usufructo, terrenos muchas veces ociosos que pertenecen al Estado.
El declive de las fuerzas de trabajo que se vive en los campos de Artemisa es una realidad que no es ajena a otras regiones del país, pero seguirá aumentando mientras laborar en el campo no constituya una mejor opción.
Archivado en: