"Si todo está malo en La Habana, imagínate en Oriente”

El testimonio de un guantanamero que vive en La Habana.

Imagen referencial de La Habana © CiberCuba
Imagen referencial de La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

Yoennis lleva tres décadas fuera de su provincia natal. Con solo 17 años se fue de Guantánamo a Santiago de Cuba, de ahí a Mayabeque y después a La Habana. Desde 2014 vive clandestinamente en la capital. “Mi dirección sigue siendo la que tenía en San José de Las Lajas porque allí dejé a mi mamá, pero resido en La Lisa con mi esposa”, explica el hoy ayudante de albañil.

“Me cansé de esperar que apareciera algún trabajo en la zona del Mariel porque allí pagan bastante bien y me puse ‘por la izquierda’ a hacer arreglitos de construcción. Ahora estoy en una brigada donde me dan como 100 pesos (4CUC) diarios. No es mucho, pero me alcanza para subsistir. Ya el hecho de haber salido de Baracoa fue un avance. Si todo está malo en La Habana, imagínate en Oriente”.


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“Creo que Las Tunas y Guantánamo son los lugares más atrasados del país. En el caso de Guantánamo, por ejemplo, la situación es preocupante porque su productividad es casi cero. Fueron eliminando muchas de sus industrias y empresas para anexarlas a Santiago y a los que nacimos allí no nos quedó más remedio que emigrar para La Habana, donde están los que toman decisiones y las oportunidades son mejores.

“Además, nosotros le damos la cara a un problema gigante. La fuerza laboral se está marchando aceleradamente de la capital y somos los que sostenemos la ciudad encargándonos de los trabajos que nadie quiere hacer aquí: policía, maestro, médico, albañil, taxista, etc.”, dice el también mecánico, de 48 años.

Los datos oficiales aseguran que Cuba se caracteriza por un saldo migratorio externo sostenidamente negativo, con menor incidencia en los sitios de alta población rural y corrientes migratorias internas en las direcciones menos propicias, ya que aceleran los procesos de concentración urbana.

En opinión de la informática Indira, oriunda de Holguín, “para los que no somos habaneros siempre es más difícil todo. Tenemos el cartelito de oportunistas pegado en la frente porque muchos capitalinos creen que es un delito querer mejorar y llegar aquí queriendo tener un trabajo y una casa decentes. Yo he corrido con suerte porque llegué de Mayarí casi siendo una niña, estudié bastante y llevo cinco años con un puesto fijo en una empresa de la construcción.

“No obstante, al paso que vamos dentro de un tiempo no va a haber población económicamente activa en Cuba, porque los de 18 en adelante se están yendo hasta para Haití. Son muchos los universitarios que lo están haciendo. Una parte grande de las personas con determinadas competencias se van y los puestos son ocupados por nosotros, los orientales. Lo que pasa es que hay mediocres orientales y mediocres habaneros. Es lamentable que nos vean como la peste.

“La emigración es preocupante, pero más que los problemas económicos sean insolubles. No se ve la luz al final del túnel porque no hay manera de tener motivados a los que se van ni a los que nos quedamos. No vale la pena esforzarse mucho si no vamos a cambiar nada. No está en nuestras manos salvar la economía y bajar el alto costo de la vida”, afirma la joven de 29 años.

Según una encuesta de la Oficina Nacional de Estadística e Información citada por Cubadebate, la población cubana se ha ido concentrando y la tendencia es que esto siga sucediendo ya que el 80% de los migrantes se desplazan entre estratos urbanos.

El estudio destaca que las personas que migran tienen en su mayoría un nivel educacional más alto que las que no lo hacen y que las mujeres son mayoría entre quienes residen en un lugar diferente al de su nacimiento.

Asimismo, La Habana es el asentamiento de mayor atracción, mientras los que se trasladan desde la capital hacia zonas rurales constituyen la cifra más baja (solo 0,66 migrantes por cada mil personas de la población habanera).

Por otra parte, casi la mitad de población migrante que reside en la capital (algo menos del 50%) proviene de las cuatro provincias del extremo oriental de la isla, aunque muy seguidas de cerca por Villa Clara.

A tenor con la pinareña Belkys, de 32 abriles, “yo he aprendido por las malas que el bolsillo debe ir primero. Por eso, ya que como abogada ganaba una miseria, y nuestra pirámide social está sumamente invertida, me puse a trabajar como arrendataria privada.

“A los que nacimos casi, durante o después del Período Especial nos ha tocado bailar con la más fea. Incluso habiendo recibido una buena educación muchos hemos tenido que salir de nuestros lugares de origen para sobrevivir. Estamos marcados por las escaseces que vimos en nuestros hogares prácticamente desde que abrimos los ojos. Está claro que las limitaciones de la cruda realidad cubana no le garantizan un futuro lindo a nadie, por eso cada día es una lucha constante.

“Igualmente, algo muy palpable es el envejecimiento de la población y el hecho de que no estamos preparados para enfrentarlo. Como apenas existen casas de abuelos y asilos, los que venimos de otras provincias para La Habana sabemos que cuidar viejitos será un trabajo que siempre estará disponible. Conozco a muchos que vienen y que se quedan con ellos en sus propias casas hasta que mueren y así no tienen que pagar un alquiler ni buscar la casa de un conocido para quedarse”, puntualiza.

La granmense Olivia, que lleva tres años limpiando casas particulares en Centro Habana, plantea que “algo hay que hacer para evitar que dentro de diez años no exista persona en Cuba que no sea viejo o niño. El principal problema que hay aquí es que no se tolera la migración interna. Es difícil para un oriental obtener una ‘visa’ para trabajar en La Habana. Sin embargo, somos menos vagos que los propios habaneros, que quieren vivir del invento.

“En los últimos seis años la migración y los viajes al exterior han aumentado considerablemente. Las oleadas han sido masivas, tanto de los que salen del país como los que venimos de otras provincias para La Habana. La parte más fea del asunto es que hay un marcado crecimiento de ‘llega y pon’, instalaciones eléctricas y acometidas de agua pagadas por la izquierda, como las viviendas improvisadas que están en Berroa, al Este de la ciudad, que michas veces no están aptas para habitarlas.

“¿En qué lugar del mundo eres ilegal dentro de tu propio país? Todo el mundo sabe que La Habana está llena de personas de otras provincias, principalmente de las orientales, que, trabajando por la derecha o por la izquierda, viven menos mal que en sus territorios. ¿Qué se espera para darle la residencia legal a toda esa población flotante que vive en La Habana, Artemisa o Mayabeque sin libreta de abastecimiento, sin poder llevar sus niños a la escuela o ser atendidos correctamente en un consultorio médico?”, se pregunta la maestra retirada.

De acuerdo con Odalys, proveniente de Santa Clara, “por supuesto, uno se traslada desde las zonas con condiciones más desfavorables hacia las que, objetiva y subjetivamente, están más favorecidas. Pero las cifras oficiales siguen siendo muy conservadoras. La migración y el déficit de fuerza de trabajo es mucho más grave de lo que se reconoce.

“Hay que acabar con la vagancia de alguna manera y creo que darle oportunidades más justas a los que vienen de otras provincias puede ayudar a lograrlo. Que La Habana nos reciba de verdad como cubanos y no como extraños”, resalta la ingeniera industrial.

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