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El médico cubano Alexander Pupo Casas, quien fue expulsado de su trabajo por sus críticas al régimen castrista, sobrevivió al coronavirus en su propia casa, donde pasó más de 14 días tomando medicamentos con más de dos años de vencidos, y con los pulmones a punto de reventar de tanta tos y falta de aire.
En un texto publicado en su muro de Facebook, Pupo Casas relató que decidió no acudir a ningún centro sanitario porque para él someterse a cualquier tratamiento médico implica un riesgo alto.
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"Jamás dudaría de las buenas intenciones de mis colegas, pero sé las cosas que pueden ocurrir a puertas cerradas y con la presión adecuada (...). Por otra parte, tampoco hubiera significado una gran diferencia cuando hoy por hoy adquirir una cama en un hospital para tratamiento es un privilegio al que no todos pueden acceder y de hacerlo, las propias carencias harían de mi ingreso un calvario. Tampoco quería quedar a merced de la Seguridad del Estado dentro de una institución de salud", aseguró.
Según su testimonio, sufrió en carne propia las deficiencias de un sistema decadente que no es capaz de garantizar ni siquiera una atención de salud medianamente adecuada a la población.
Tras dos semanas agónicas en las que tuvo fiebres que superaron los 39°C y perdió casi 15 kilos de peso, llegó a pensar que no sobreviviría e incluso en algún momento le pidió a Dios que terminara con su sufrimiento.
"Me tracé la meta de sobrevivir un día a la vez y puse mi vida en las manos de Dios, no podía hacer más. Acepté mi destino en más de una ocasión, y aunque no quería morir pensé que si debía morir sería con mi dignidad intacta y bajo mis condiciones. No permitiría que alguien mal intencionado pusiera sus garras sobre mí o hicieran un show con mi salud", afirmó.
Pupo Casas denunció vivió la desesperación de necesitar un tratamiento médico que no podía adquirir.
"Vi la cara oscura del oportunista inhumano que me pidió 25,000 pesos por un tratamiento de Rocephin y 4,000 por un tratamiento de Azitromicina, como si ese dinero fuera fácil o sencillo de conseguir. Sentí la impotencia que deben sentir muchos al saber que su vida depende de un sistema corrupto que no se preocupa por otra cosa que por sus números ante la opinión pública internacional", dijo.
Por último, el doctor está convencido de que se salvó gracias a Dios y a todos los amigos que no lo abandonaron.
"Aún no me recupero totalmente. El virus me ha dejado secuelas por definir, y algunos síntomas que quizás deba tratar en un futuro cercano, pero esto solo lo haré en un hospital donde pueda ser atendido sin el temor a que una 'iatrogenia o error médico', o simplemente una casualidad puedan complicar más mi salud. A quienes estuvieron ahí, muchas gracias", concluyó.
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