Ya hemos ganado

De mil maneras ese espíritu va calando en la mente y el corazón de los cubanos: la expectativa del final, la emoción del cambio, la ilusión de empezar otra vez el proyecto de la República y construir un marco de convivencia inclusivo y democrático.

Amanecer en el malecón de La Habana (Imagen de referencia) © CiberCuba
Amanecer en el malecón de La Habana (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 3 años

Desde prisión el rapero Maykel Osorbo envió un mensaje a los cubanos: “Que vamos a ganar; que ya hemos ganado”. Lo anotó en el aire una maga de las redes: Carolina. Cuba ya está proyectando el cambio. La dictadura pretende tapar el hilo de luz con sus pezuñas, pero la linterna de esta película es un sol que alumbra en el interior de los cubanos.

“Vamos a ganar”. La frase indica combate, enfrentamiento, oponentes. Nada de ello significaría guerra o violencia si Cuba fuera un sistema democrático y no una tiranía ideológica llamada Revolución Socialista, ejercida por una “élite” política y militar que detenta un poder absoluto y que ha secuestrado la soberanía popular de la República.


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Con toda la complejidad que ello significa, los cubanos están viendo en su día a día el hundimiento de un orden totalitario acartonado. Un régimen incapaz de proveer bienestar alguno, un poder ilegítimo que niega derechos a sus ciudadanos: el espectáculo es cada vez más grotesco. Y frente a ello, el sentimiento natural de libertad amanece como una conciencia que mueve las cosas de su sitio y transforma la realidad.

Cuando Alpidio lanzó el manotazo, sesenta años de totalitarismo lucieron fláccidos. El terror en tiempos de remesas no es el mismo que inspiraba La Cabaña, Angola o las UMAP. El 27ENE la maquinaria chirrió y de repente el automatismo social se hizo añicos. Allí estaban, por cierto, Maykel y Carolina. Ese día, la sociedad civil cubana que viene cristalizando desde la caída del Muro y Oswaldo Payá, asestó un golpe que dobló las rodillas del régimen y le aplicó el primer conteo.

Vamos a ganar. Teníamos que haber ganado hace décadas, pero el castrismo sobrevivió más allá de sus posibilidades materiales, demostrando su naturaleza perversa y su voluntad de perpetuarse en el poder mediante cualquier medio, vampirizando con vampisol. Pero vamos a ganar: lo saben hasta en la esquina roja, donde la “élite” del PCC y los generales preparan a sus huestes para guerras no convencionales con grimosos powerpoints.

De mil maneras ese espíritu va calando en la mente y el corazón de los cubanos: la expectativa del final, la emoción del cambio, la ilusión de empezar otra vez el proyecto de la República y construir un marco de convivencia inclusivo y democrático. Pocos son los cubanos que quedan sin capacidad de soñar un futuro con justicia y prosperidad, una Cuba libre, abierta y radiante de energía como lo fue en otros tiempos, mejores y peores, pero más humanos en definitiva.

Vamos a ganar, porque después del aletazo de Alpidio ya todo lo que toca la continuidad se convierte en barro; porque crece el número de cubanos que ya no quiere vivir en una simulación, sintiéndose capaces de vivir en la realidad si consiguen transformarla a imagen y semejanza de una sociedad libre, pacífica, responsable y cívica. Vamos a ganar, porque el activismo por los derechos humanos ha conseguido expresarse a pesar de la represión, y porque la sociedad civil independiente ha fundado un ethos que imanta a los cubanos de dentro y fuera.

“Ya hemos ganado”. Aunque no estemos viviendo más que el inicio de un parto doloroso y un Estado de Derecho esté aún tan lejos de las primeras contracciones, los cubanos hemos perdido el miedo a tener miedo en la pelea por el derecho a tener derechos. Ya hemos ganado, porque Ferrer, Bruguera y Otero Alcántara son difamados en la televisión del régimen, pero son conocidos, escuchados y admirados por cada vez más ciudadanos.

Porque decenas de miles de cubanos salieron a protestar en las calles el 11J: Ya hemos ganado. Porque decenas de miles de cubanos salieron a las calles de medio mundo a apoyar a los manifestantes en la isla; porque cada día son más los que denuncian, los que protestan, los que se solidarizan con sus hermanos reprimidos; porque cada día que pasa es una prueba para un régimen en descomposición con un discurso vacío, que reacciona con más violencia y oscuridad, dejando en evidencia que antepone los intereses de su oligarquía a los de la nación y sus ciudadanos.

Ya hemos ganado, porque cada día que pasa la comunidad internacional cuestiona la legitimidad de quienes gobiernan en Cuba y observa la maduración de una sociedad civil vibrante, estructurándose en torno a principios y valores que cimientan visiones de país que, más pronto que tarde, se convertirán en las preferencias de los socios internacionales. Quizás no de China, Rusia o Irán, pero sí de las democracias occidentales o dondequiera que imperen el derecho y la decencia.

El argumento y los personajes de la película que Cuba proyecta son complejos, a pesar del empeño de algunos de intelectualizar las cosas más allá de la realidad, y hacerlo con poco apego a la poesía. Cuba se asoma al abismo del cambio de la mano de seres que traducen la complejidad del oscuro totalitarismo y articulan su historia a través del rap, la calle, la academia y una pluralidad de activismos políticos, con discursos que se riegan como la pólvora y convergen al grito de Díaz-Canel singao, Patria y Vida y Libertad.

Un nuevo “sol del mundo moral” se levanta en una isla asolada por el hechizo de la dictadura más longeva de la galaxia. Los médicos se defienden de la acusación del primer ministro y denuncian a los responsables de no tener los mínimos insumos, de tener precarios hospitales y hoteles cinco estrellas. Sí, ¡los médicos! Por cada uno que da la cara hay muchos iguales de dignos pero todavía con temor. La Seguridad del Estado sale pronta a reprimirlos, pero la sociedad civil vuela y crea un challenge en las redes, donde ya se materializa esa libertad virtual que construirá un nuevo país con libertad de expresión, de asociación y pensamiento.

Esa Cuba diversa, amante de la libertad y deseosa de derechos ya está en marcha guiando al pueblo. Es bella, es buena y triunfará, porque ya hemos ganado. Maykel Osorbo tiene una fe en el futuro y en los cubanos que emocionó a Anamely Ramos cuando habló con él. Su imagen con el puño en alto, y las esposas (cadenas) rotas, está en la retina de todos. El régimen llora porque, desde Silvio hasta López-Calleja se saben perdidos: apenas se les escucha cuando hablan, susurran, balbucean en sus charquitos. Y los cubanos libres nos emocionamos, como Anamely, que es un torrente de lucidez, porque ya hemos ganado.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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