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Plan y presupuesto de 2021 en Cuba: primeros indicadores, más de lo mismo de siempre

El ministro de economía proyecta un crecimiento del 19% de los ingresos en divisas por las exportaciones de bienes y servicios, una estimación que debe guardar más relación con el efecto precio de la devaluación del peso, que con un aumento real de las exportaciones, para lo cual la economía cubana necesita ganar en competitividad y productividad.

Edificios en mal estado en San Lázaro, La Habana © CiberCuba
Edificios en mal estado en San Lázaro, La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Las autoridades presentaron a los diputados, este lunes, las líneas de trabajo del Plan de la Economía para 2021. El ministro de economía fue el encargado de explicar que “desde el diseño del Plan se distinguen aspectos como la descentralización gradual en la distribución de divisas a la economía, reteniéndose por las entidades parte de la liquidez por exportaciones, ventas a la Zona Especial de Desarrollo Mariel y a la red mayorista y minorista, que comercializan en moneda libremente convertible”.

Asuntos que tienen más relación con el ámbito macro que en el micro, que es el que ejerce una influencia directa sobre el bienestar de la población. El gobierno cubano lleva desde 2016, cuando los suministros de petróleo de Venezuela empezaron a disminuir, tratando de cerrar un sudoku complejo, en el que ha tomado partido por los intereses corporativos y empresariales estatales, así como la recaudación de divisas y la protección a los grandes negocios del conglomerado del ejército y la seguridad del estado, y se ha olvidado de mejorar las condiciones de vida de los cubanos. Ese, y no otro, es el enfoque de la política económica. Para 2021, más de lo mismo.

Por ejemplo, las medidas para dotar de mayor autonomía a la empresa estatal, para que pueda decidir sobre sus producciones, inversiones y financiación, así como la introducción de incentivos a la gestión empresarial, se despliegan en un ámbito que tiene una influencia limitada, escasa, sobre el bienestar de la población. Su objetivo es tratar de salvar al mayor número de empresas estatales de un proceso de impagos y quiebras que está trastocando la realidad económica desde hace años. No conviene olvidar que, según datos de ONEI, el número de empresas en Cuba ha disminuido desde 2014 un 11% pasando de 1.992 a 1.774 en dicho período. Un ajuste silencioso de las entidades de titularidad estatal que refleja las dificultades para salvar los obstáculos de la gestión económica en Cuba.

Y aquí vienen las previsiones del Plan.

El ministro de economía proyecta un crecimiento del 19% de los ingresos en divisas por las exportaciones de bienes y servicios, una estimación que debe guardar más relación con el efecto precio de la devaluación del peso, que con un aumento real de las exportaciones, para lo cual la economía cubana necesita ganar en competitividad y productividad. En ese sentido, cuesta entender la previsión de aumento de las exportaciones de los servicios de telecomunicaciones, entre los principales rubros exportables del país.

El ministro muestra su optimismo al fijar como objetivo la llegada de dos millones de visitantes como parte de la recuperación gradual del turismo. Cierto es que se trata como dijo el ministro, de una cifra inferior a la registrada en años anteriores, pero existen dudas de que en 2021 el turismo mundial vuelva a crecer de forma intensa, y no lo hará hasta que se extienda la campaña de vacunación y se alcance a un 70% de la población, lo que no ocurrirá antes del verano.

De modo que con las exportaciones de bienes y servicios y el turismo, el Plan prevé un crecimiento de solo un 10,4% con respecto a 2020 de los ingresos en divisas, lo que situará a la economía cubana un 16,2% por debajo de lo conseguido en 2019. La prudencia es buena consejera, pero la escasa liquidez seguirá siendo una restricción para el desarrollo de la economía cubana un año más.

El Plan prevé que las importaciones crecerán alrededor de un 12%, lo que el ministro atribuye a un mayor nivel en la actividad económica, lo cual es lógico si se piensa en la intensa caída del PIB durante 2020, -8% según CEPAL. Por cierto, se continúa sin datos oficiales del gobierno. El ministro no descuenta el efecto negativo de la devaluación del peso sobre las importaciones, y asume que hasta un 37% de las mismas se tendrán que destinar a la compra en el exterior de alimentos y combustibles, que presionarán una vez más sobre el flujo de divisas disponible. En cualquier caso, las estimaciones de exportaciones e importaciones apuntan a un desequilibrio del sector externo de la economía que obligará a su corrección. La devaluación del tipo de cambio puede llegar más pronto de lo previsto.

Para sustituir importaciones, el Plan prevé incrementar la producción de maíz, arroz, leche y soya, entre otras, pero lo cierto es que la participación estatal en estos productos no asegura una flexibilidad de la oferta y una mayor productividad, por lo que la eventual sustitución de importaciones volverá a ser imposible.

En cuanto a la industria, el ministro dijo que el Plan prevé incrementos “ligeros” en algunas producciones como el acero, la madera, las producciones de aseo, electrodomésticos, bicicletas, motos y triciclos. El concepto de incrementos “ligeros” puede servir como estancamiento e, incluso, descenso. Habrá que esperar a las cifras. No está claro que se produzcan aumentos en el sector manufacturero con las limitaciones de divisas que afectarán a la economía.

El ministro acabó anunciando el compromiso del Plan por garantizar en 2021 “una mayor participación en la comercialización minorista o mayorista en moneda libremente convertible de la industria nacional MLC” entendiendo que esta opción “es una de las vías más importantes para captar las divisas con las que financiar producciones para la venta en CUP”. Una vez más, la justificación comunista de las tiendas en MLC, un fenómeno que solo se presenta en la economía cubana.

El Plan pretende continuar dando apoyo a los proyectos de inversión extranjera “a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos”. En concreto, este año han sido 29 proyectos de inversión extranjera, de los cuales 5 se ubican en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), donde ya se aprobaron 55 negocios desde su inicio. La ZEDM es un buen ejemplo para justificar el “embargo” con esos 55 negocios que cuentan con la presencia de 21 países y 11 multinacionales. Desde luego, un bloqueo y embargo de los más fuertes.

El Plan prevé para 2021 un incremento de las inversiones (la vivienda, el turismo, la producción de alimentos y las fuentes renovables de energía) de alrededor de un 22% con respecto a este año. Un crecimiento que visto en perspectiva no parece excesivo y que se encontrará, una vez más, sometido a las presiones de un presupuesto que con un déficit superior al 20% del PIB, tendrá escasa capacidad para afrontar todos los compromisos.

También tuvo tiempo el ministro para referirse “al desarrollo social del país”. Lo cierto es que después de justificar las tiendas en MLC a las que solo accede el 20% de la población con acceso a dólares, el ministro no tuvo más remedio que volver a explicar que el presupuesto mantendrá los compromisos en sectores como la educación, la salud, el cuadro básico de medicamentos y los deportes, entre otros, lo que indica que las inversiones, como siempre, volverán a ser postergadas. No se puede con todo y al mismo tiempo.

El Plan sigue apostando por el “desarrollo territorial” y cita como un éxito la aprobación de 195 proyectos con un impacto en la generación de empleos, pero sin ofrecer datos concretos. También hizo referencia a las políticas para el incremento de la ciencia, la tecnología, la innovación y el medio ambiente, que han generado un impacto en el desarrollo de la economía, pero sin citar datos.

Y con relación al salario, dijo “que se aplicará, en el sector empresarial, un nuevo mecanismo condicionado al cumplimiento de los indicadores directivos y a la distribución de la utilidad como ingreso móvil adicional al salario”. El régimen continúa dando vueltas alrededor de la oportuna y necesaria vinculación del salario con la productividad del trabajo, una de las muchas asignaturas pendientes de la economía castrista.

En su turno, el primer ministro, Marrero dijo que “el Plan se enmarca en medio de proyecciones de retos difíciles por la pandemia, el bloqueo, el proceso de implementación del ordenamiento y una situación económica compleja en el país” ofreciendo una posición claramente menos optimista que la del ministro de economía. Marrero fía cualquier posible mejora de la economía a la evolución del turismo, en vez de confiar en el trabajo por cuenta propia o los emprendedores privados, que siguen estando al margen de las prioridades del gobierno, y de los que no se hizo referencia alguna en este acto.

Marrero insistió en el ahorro “como una de las reservas principales” y dijo, que “hacer más con menos requiere innovación, y cambiar la manera de pensar y de enfrentar las trabas”. La insistencia en los cambios y en las trabas se vuelve a repetir, pero no se acaba de concretar en medidas estructurales de alcance que devuelvan los derechos de propiedad a los cubanos y conviertan el mercado, y no el gobierno, en el instrumento para la asignación de recursos.

Marrero defendió el Plan como un reto de la participación colectiva, pero la realidad cierta es que su elaboración, implementación y control tienen muy poco que ver con ese esfuerzo de participación tantas veces citado.

La presentación de las líneas del presupuesto del estado para 2021 correspondió a la ministra de Finanzas y Precios. Un presupuesto que se va a ejecutar durante el primer año de ejecución de la Tarea Ordenamiento, de ahí su relevancia.

La ministra calificó al presupuesto de “eminentemente social” y dentro de esta definición, aludió al efecto de la corrección, gradual y relativa, de los precios mayoristas y minoristas, que se produce como parte del ordenamiento,” a partir, incluso, de aplicar medidas antinflacionarias que pondrán contenciones a determinados incrementos”. Pese a sus efectos negativos sobre el abastecimiento a la población, la ministra defendió abiertamente los precios topados para evitar el descontrol de la inflación.

El carácter social del presupuesto se encuentra en una participación importante en el “respaldo de los gastos del salario de todos los trabajadores de la actividad presupuestada, el impacto de la reforma general de los salarios y de las pensiones que se constituyen en el presupuesto de la seguridad social” dentro de la Tarea ordenamiento. Se espera que las medidas incluidas permitan la transformación de los ingresos de los trabajadores, los jubilados y quienes reciben asistencia para que no se vean afectados por las consecuencias de la devaluación. La ministra se refirió brevemente a la eliminación de los subsidios excesivos y las gratuidades indebidas.

En todo caso, habrá que esperar a la presentación y publicación del presupuesto para poder valorar su contenido y previsiones.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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