Por estos días de obligada cuarentena, las redes sociales, el chat, el Facebook o el Instagram se han convertido en los mejores compañeros en aras de combatir el tedio.
De esta forma me reencontré con uno de los deportistas cubanos que más he admirado y querido de mi vida; todavía me parece verlo, delgadito y dinámico tirarse en la alberca de la Ciudad Deportiva aunque reinara el frío, el viento y hasta la lluvia.
Me refiero a Mayito González, hoy viviendo en Miami, siempre cerca del mar, y quien me refiere su vida en estas largas semanas.
Un placer conversar contigo. Yo he sido de los pocos que me trabajo en medio de la pandemia, con menos intensidad, pero he podido hacerlo y así asegurar la vida de mi hijo y la mía. Soy patrón de yates y además les realizo el mantenimiento. Los dueños de las embarcaciones han aprovechado este impase para realizar sus mantenimientos.
Pero además me ocupo del niño, quien recibe sus clases on line, y no ha perdido interés en sus estudios aún bajo estas condiciones. Sabes que el niño es mi vida. Como verás en las fotos me ha crecido la barba, pues me dije: hasta que no termine esto no me afeito. Ahorita estoy como el viejo Jotabich. ¡Jajaja!
Chateando con Mayito González recordé ¡como si fuera hoy! la tarde de aquel 14 de agosto de 1991, cuando siendo un adolescente de apenas 16 años inscribía su nombre con letras doradas en el libro de la historia de la natación de los Juegos Panamericanos.
Era un precioso chico rubio, esbelto, de mirada tierna, inquietantes ojos marrones, gestos muy varoniles, preciso en su hablar. Se desarrollaba la final de los 200 metros estilo pecho. Ya en los 100 había quedado en quinto lugar, pero él siempre había asegurado que “lo mío son los 200”.
No tuvo miedo y se lanzó a la alberca del entonces recién inaugurado complejo de Piscinas Baraguá y, siempre acechando al líder, fue levantando y levantando hasta que, a pocos metros de la meta, superó al favorito estadounidense Nelson Diebel, quien un año después se coronaría en Barcelona 92.
Realmente me halagas y me has hecho revivir, en medio de esta atroz pandemia, un momento espectacular de mi vida que fue seguido muy de cerca por ti. Habíamos avanzado mucho en nuestro elitista deporte.
Muchos piensan que como Cuba es una isla, al estar rodeados por agua, todos los cubanos tenemos que ser buenos nadadores y eso no es así. Esta disciplina requiere muchísimo más de lo que aparenta, empezando por la temperatura que forzosamente tiene que tener el agua e incluyendo el equipamiento colateral que conlleva el entrenamiento planificado y exhaustivo que requiere un nadador.
¡Es una lástima que mucho de lo alcanzado se haya perdido! Después de haber dado ese importante primer paso en los Panamericanos del 91 más las medallas de plata y bronce de los Olímpicos de Atlanta 96 de Rodolfo Falcón y Neisser Bent, no queda prácticamente nada.
Para aquellos Panamericanos se unieron muchos factores que hicieron posible aquella hazaña.
Pues sí; como ya adelantaste, el primer día de competencias de la natación se efectuó el 100 metros estilo pecho, ahí competimos Pedrito Hernández y yo; quedamos en cuarto y quinto lugares respectivamente.
Yo realicé un tiempo muy bueno para los 100 metros, bajando casi dos segundos de mi marca personal, pero no me sentí conforme porque no alcancé medalla alguna.
Entonces, saliendo del complejo de piscinas, me entrevista Carlos Alberto González, un muy buen periodista deportivo de la tele y me pregunta que cómo me había sentido en los 100 metros y qué esperaba hacer en los 200 metros pecho.
Busca tu documental Los Mejores de la Historia, que ahí pusiste mis palabras: ´con el tiempo que realicé en los 100 metros yo estoy seguro que nadie me gana en los 200´ y le dije una frase que nunca olvidaré, ´en los 200 hay que pintarla bonito para ganarme´.
Cuando pusieron la entrevista en la TV y mi entrenador Pepe Vázquez la vio, me llamó y me dijo que si yo estaba consciente de lo que había dicho. Entonces le dije que ´lo dicho, dicho está´, a ver qué pasaba en los 200.
Y mira…¡nadie la pintó más bonito que yo en la final de 200 metros pecho!. Mi crono fue entonces record continental: 2 minutos 15 segundos y 50 centésimas.
Y me imagino que a cada rato alguien te recuerde aquella memorable jornada.
A cada rato aquí en Miami, ciudad donde vivo desde hace 8 años, alguien me lo recuerda. Aún hoy se me eriza la piel cuando veo las imágenes. Fue algo tan increíble, un sueño hecho realidad. Eso no se me olvidará nunca, yo era un adolescente y de pronto todo me cambió. Hace casi 30 años y…¡parece que fue ayer!
Mayito González nació el 2 de agosto de 1975, hijo de Martha del Carmen, fallecida muy pronto lamentablemente, y Mario.
Yo fui criado por mi abuela materna, Martha Sturla, una italiana que me permitió adquirir esa nacionalidad y vivir hoy felizmente en la Florida. Quede huérfano a los 7 años y mi abuela fue todo para mí, junto a mi padre que siempre ha estado ahí.
Mi abuela me enseñó de la vida; para mi es la mujer más grande que he conocido, ejemplo para todo, muy dura conmigo aunque por otro lado me tenía un poco malcriado.
Su enseñanza siempre ha guiado mi accionar, ha sido mi gran ejemplo. Ella me enseñó mucho a vivir y mi papá, que es Licenciado en Matemáticas, me hizo ver también otros aspectos de la vida. Ellos son los pilares fundamentales de lo que soy.
¿Cuándo y porqué entras a practicar la natación?
Empecé en la natación a los 7 años; fue mi mamá quien me hizo entrar en ese deporte y poco le duró esa alegría porque a esa edad la perdí. Al principio no sobresalía pero tampoco era de los peores.
Fui a unos Juegos Pioneriles c pero sólo en relevos: En el libre 4×25 y en el de pierna de libre 4×25. Era el cuarto hombre de la posta, lamentablemente el más lento. Esto fue en Tarará, en el año 1983.
¿Qué es el relevo de pierna libre?
Nadar con una tablita al frente y sólo darle a las piernas. Es muy básico para la enseñanza.
Tras esos Juegos Pioneriles ¿fuiste captado para la pirámide del alto rendimiento?
Podría decirse que sí. Estudiaba en la Primaria Cesáreo Fernández, en Playa; era una escuela de natación ligada a la Marcelo Salado, entonces era conocida como Pre Eide, instituciones que lastimosamente a alguien se le ocurrió desaparecerlas del programa deportivo de estudio, con lo importante que eran para asegurar una buena base.
Profesores como Carmen, Roberto, Alfredo, Chang, todos influyeron mucho en mis inicios, en esa etapa simiente de la técnica en la natación. A esa edad, 7 u 8 años, empiezan a enseñarme el estilo pecho y, ya con nueve, participé en un Campeonato Centroamericano y del Caribe de Aficionados a la Natación (CCCAN), en México.
¿Resultado?
Gané una medalla de bronce nadando el pecho en la estafeta 4x50 combinado. Parece que esta actuación me inspiró porque a partir de ahí comencé un período ascendente, sin frenos, hacia planos estelares. Juegos Escolares Nacionales, Festival Inter piscinas; en cuanto “charquito” me tiraba trataba de mejorar mis tiempos.
¿Guardas algún recuerdo de esos tiempos?
Muchos, pero te voy a contar uno que tiene que ver con un grande de la natación mundial. Con vistas a los Juegos Olímpicos de Seúl´88, a los que nosotros no fuimos pero los soviéticos sí, nos visitó ese gran nadador que es Vladimir Salnikov. Hizo un recorrido por la Marcelo y la piscina de la Ciudad Deportiva. En esta instalación estaba yo en medio de un grupo de niños y lo invitamos a nadar con nosotros.
Muchacha, cuando aquel gigante puso un pie en el agua, lo retiró inmediatamente, le dijo algo a su entrenador, nos sacó de la alberca y…¡eureka! nos salvamos esa vez de aquel témpano de hielo que era donde practicábamos cada día.
Por eso me apena tanto lo mal que estamos y no solamente en la natación, porque mira que el cubano es luchador. Y cuando aquello estábamos mejor que ahora.
He sido testigo de escenas similares. Es prácticamente imposible someter el cuerpo a esas bajas temperaturas.
Bueno, a partir de ahí fui captado para el Centro Nacional de Natación Marcelo Salado en una época de oro para ese deporte: Había masividad, recursos, lo que influyó mucho en los posteriores resultados de la natación cubana; ahora ni siquiera existe como escuela. Pasó a ser un círculo social, un club. Hace tiempo que querían hacer eso. La dejaron perder.
Sin comentarios. No lo entiendo pero ni tú ni yo ni los amantes de la natación cubana. Antes hablabas de tu entrenador Pepe Vázquez, ya en la plenitud de tu carrera y antes, los de tus inicios. ¿ Qué recuerdos guardas de ellos?
En el alto rendimiento primero fui alumno de Raúl Messir "El Sirio" y luego de Pepe y puedo asegurarte que de todos estoy agradecido; y no sólo de los entrenadores sino de los fisioterapeutas, médicos, de aquellos que estuvieron ligados a la natación en esa época gloriosa.
Éramos una gran familia; no puedes imaginar como cada uno de nosotros influyó en el desarrollo de la natación. Te hablo, incluso, de atletas que quizás no eran muy buenos, pero con los que se probaron muchos planes de entrenamiento para poder encontrar un camino adecuado para lograr éxitos.
Específicamente del Sirio puedo decirte que poseía el increíble don de hacernos nadar kilómetros y kilómetros y siempre mantenernos con un espíritu competitivo bien elevado. Con él logré una base que me sirvió mucho para mi carrera.
Y, por supuesto, Pepe Vázquez, quien empezó a entrenarme con 14 años y fue mi guía en el equipo nacional. No fue fácil al principio, pero luego logramos una muy buena relación, de confianza y hasta de muchos consejos y ayuda para la vida. Yo le decía cariñosamente “el Puro" y mira que discutíamos, pero siempre nos entendíamos.
Mayito, tomaste parte en dos ediciones olímpicas, Barcelona 92 y Atlanta 96. A casi tres décadas de aquellos grandes eventos ¿no crees que podías haber hecho más?
En Barcelona me pasó algo muy malo. Estaba muy bien, entrené excelentemente, pero la presión me mató. Aquella ciudad, aquella villa olímpica en Parc d´Mar, aquellas soberbias instalaciones, el bullicio. No pude. No me justifico, otros atletas con 17 años se han impuesto… yo no pude. Estaba en una forma estupenda pero defraudé. Fue la primera vez que no mejoraba mi marca personal en una competencia internacional.
Para Atlanta sólo pude entrenar seis meses, no pude hacerlo desde noviembre de 1994 hasta enero del 96.
¿Causas?
Primero, dos operaciones de hernia discal y luego, hepatitis. Para mí fue un éxito la cita estadounidense, ahí cronometré mis dos récords nacionales aún vigentes: un minuto tres segundos cinco centésimas en los 100 pecho y los 2,15,11 en los 200. Mi mejor lugar fue segundo en la Final B. Muy feliz estoy con mis resultados después de mis lesiones y enfermedad y solamente seis meses en el agua.
Podía haber sumado mis terceros Juegos Olímpicos a mi palmarés pues logré el boleto a Sydney 2000 pero decidí no participar. Me sentía decepcionado de la forma en que teníamos que entrenar, las condiciones se deterioraron muchísimo y cuando empezamos la preparación en septiembre de 1999 no teníamos ni piscina para entrenar.
Por ese tiempo, como en octubre o noviembre hubo una recepción que le ofreció Fidel (Castro) a la nadadora australiana Susie Malone, quien nadó de Jamaica a Santiago de Cuba.
Fuimos invitados los mejores nadadores en ese momento: Rodolfo Falcon, Neisser Bent, Gunther Rodríguez, Marcos Hernández, algunas muchachas y yo; entonces en esa recepción me pregunta Fidel que cómo iba la preparación para Sydney.
¿Y qué le dijiste? Conociéndote como te conozco...
Por supuesto que dije la verdad: Que quizás podríamos competir en levantamiento de pesas porque piscina no teníamos. Imagínate la que se armó, delante de la élite del INDER.
¿Qué decirte? La piscina la llenaron al poco tiempo, pero no había presupuesto para otras muchas cosas; te reitero, me decepcioné y dejé de nadar. Vivía solo, había fallecido mi abuela, tenía muchos problemas y ni aire acondicionado había en mi casa. Me cansé, diciembre 1999, a las puertas de los que hubieran sido mis terceros Juegos Olímpicos.
Pero además, a mí me habían dado un apartamento, en el 97 en el reparto Bahía, y le planteo al INDER que yo daba el piso de mi abuela y el mío para que me dieran un apartamento en Playa que era donde yo había nacido. En ese intering, sabes lo veloces que son algunas personas en resolver los problemas de otros, fallece mi abuela y ¿sabes? me quitaron mi vivienda ¡la que me había ganado! porque ya tenía el pisito de mi abuela. Dime algo.
Realmente no tengo nada que decir. ¿Alguien tendría algo que decir? ¿En qué otros certámenes tomaste parte?
Intervine en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de México 90 y Ponce (Puerto Rico 93), Panamericanos Winnipeg 99, primer Mundial de piscina corta (25 metros) en Palma de Mallorca 93, Mundial de Roma 95 y los Juegos Mundiales Universitarios Buffalo 93, donde gané los 200 pecho y quedé tercero en los 100.
Para ti ¿quién o quiénes son los mejores nadadores del mundo?
Hay varios, podría mencionarte a diez, a veinte: el alemán federal Michael Gross, el soviético Vladimir Salnikov, los estadounidenses Mark Spitz y Mike Barroman; actualmente está en la palestra el británico Adam Peaty, pero todos quedan a la zaga de ese monstruo que es el también norteño Michael Phelps.
Para mí no es sólo el mejor nadador del planeta; es el mejor deportista de todos los tiempos. Estamos hablando de casi 30 medallas olímpicas, más que muchos países. Sumó 28 preseas, 23 de ellas de oro. Realmente no hay otro.
¿Qué diferencia el pecho del resto de los estilos?
Es un estilo muy diferente al libre, espalda o mariposa. Es distinto en la forma de patear, bracear, respirar y en la coordinación. Se considera el más difícil y lento de los cuatro. Se necesita mucha fuerza, sobre todo en las piernas, y coordinación.
Mayito ¿siempre quisiste ser nadador?
No. Claro que no. Me encanta el béisbol. En la niñez estuve a punto de dejar la natación para jugarlo. Tenía 8 años, no era muy bueno en natación y le dije a mi papá que me pusiera en béisbol.
Él me dijo que esperara un año más y después, si yo insistía, me cambiaba para la pelota. Pero resulta que con 9 años representé a Cuba en unos CCCAN en México y como ya te dije gané el bronce en el relevo combinado y eso me dio el impulso que necesitaba.
¿Lo lamentas?
No, pero seguro estoy que hubiese sido un buen pelotero. Soy fanático a muerte de Industriales. Desde aquí los sigo, como también no pierdo detalle de la temporada entera de MLB. Aquí mi equipo es Atlanta Braves.
A la natación le debo mucho, fue para mí algo que me ha ayudado para toda la vida; es un deporte muy fuerte que necesita de muchísimo esfuerzo. Lo empecé a los 7 años y dejé de entrenar a los 24.
Estoy seguro de que pude hacer muchísimo más, no tengo duda alguna de eso, pero no me arrepiento de nada, he disfrutado cada momento de mi vida y lo sigo haciendo.
Sigues siendo el mismo muchacho seguro de si mismo que conocí hace tres décadas.
Pues si, me fui de Cuba en el 2012 muy decepcionado de muchas cosas, sobre todo porque quería darle a mi hijo un sentido más amplio de la vida. La gota que colmó la copa fue cuando mi hijo, con tres añitos, lo llevo al círculo infantil, en Miramar, Playa, donde viví toda mi vida y el primer día le enseñan una poesía del Che:
´Dos gotitas de agua cayeron sobre mis pies, las montañas lloraron porque mataron al Che´. ¡Increíble que con tantos libros que escribió José Martí dedicados a los niños le enseñen eso a niños de tres años que no saben hablar bien todavía! Entré al círculo y le discutí hasta a la directora; pero nada, ahí fue cuando me di cuenta que no podía más.
Ahora vivo feliz y libre acorde a mi forma de hacer y pensar, estoy en conversaciones con un club que está muy interesado en abrir una academia de natación. Espero que funcione todo y empecemos una vez concluya esta epidemia del coronavirus.
Soy feliz, tengo a mi hijo Mario Alessandro, quien a sus doce años es la razón de ser de mi vida, la vida que quiero… ¡libremente!
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