Nadador Santiago González desde Florida: "No me arrepiento de vivir en este gran país y hacer lo que me gusta"

"Soy entrenador del club North Palm Beach Swimming que radica en esa ciudad de Florida"

Collage: foto junto al equipo de relevo cubano de jóvenes vs. la actualidad © Cortesía del entrevistado
Collage: foto junto al equipo de relevo cubano de jóvenes vs. la actualidad Foto © Cortesía del entrevistado

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En cualquier parte puedes encontrarte con un amigo, un conocido; en este caso, en medio del ajetreo del ir y venir de un aeropuerto tuve la dicha de escuchar una potente voz masculina que decía: “¿profe la ayudo?” Aquella voz encajaba perfectamente con el musculoso cuerpo de Santiago González, Santiaguito, un nadador de la selección nacional cubana que conozco desde niño.

Quise indagar sobre su vida y el nacido en Cienfuegos en el año 1990 accedió gustoso a responder mis preguntas, la primera de las cuales es sobre su vida actual.


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Soy entrenador del club North Palm Beach Swimming que radica en esa ciudad de Florida. La pasada semana estuve al frente de 17 muchachos divididos en dos categorías; 11-12 y 13-14 años que compitieron en la NSCA (National Clubs Swimming Association), competencia celebrada en el excelente complejo de piscinas Rosen Aquatic Center en Orlando, instalación donde se han roto varias plusmarcas del orbe.

Con alumnas / Cortesía CiberCuba

La NSCA, en español Asociación Nacional de Clubes de Natación, es una organización privada sin fines de lucro que se constituyó oficialmente en 2013 para clubes de natación que poseen entrenadores profesionales; en este caso, yo soy uno de ellos.

Participaron 41 equipos y dos de mis alumnas, Tessa Broedell y Feagin Kaminski fueron seleccionadas para integrar el equipo nacional junior y estarán presentes en una base de entrenamiento en el campamento Oympics de Estados Unidos. Tanto Tessa y Feagin como la pequeñita de doce años Gia Euseppi y Trace Colton fueron los más destacados por mi club.

Hablando de complejos de piscinas ¿qué sabes del estado actual de las piscinas Baraguá y de la “Marcelo Salado”, instalación pionera e insignia de la natación cubana y que ahora ni siquiera pertenece al INDER?

¿Sabe algo? Esa pregunta me despierta una total indignación, no por la pregunta en sí, sino por la respuesta que tengo que darle porque es la verdad. Yo recuerdo que cuando yo entré a la Escuela Nacional en el 2001 ya existía el rumor muy fundamentado que nos la querían quitar.

Todos los años, amenazas tras amenazas, pendíamos en una cuerda floja. Prácticamente lo seguro era que nos iban a mandar para el CEAR Cardín, que sabe está en el complejo del este. Difícil, muy triste resulta para alguien como yo que nadó en la alberca de la Marcelo, con musgo, mazamorra, con frío (agua fría), carrileras rotas rayándonos las espaldas, sin apenas luces para nadar en las madrugadas.

Le digo más. Prácticamente había que convertirse en super héroes para entrar en esas piscinas congeladas ¿Recuerda aquel ciclón que nos llevó el techo, las ventanas? Nosotros los atletas, antes del inicio del curso escolar, éramos los que pintábamos; aquellos trabajos voluntarios para quitar la mazamorra de las paredes… ¡para al menos tener aquella instalación que era nuestra casa, un poco más acogedora, más agradable!

Cuando a Rodolfo Falcón lo nombraron comisionado nacional, tras graduarse en leyes, trabajó muy duro para mejorar las condiciones de la escuela y de nosotros, y hay que reconocer que las cosas mejoraron y mantuvo así la Marcelo abierta. Todos sabíamos que ir nosotros para el Baraguá era el final de la natación que es lo que está sucediendo.

Es una falta de respeto lo que nos han hecho. Nosotros todos los años llorábamos por presupuesto para pintar paredes, arreglar las aulas, para mejorar la vida de los estudiantes allí; escuela golpeada por el salitre porque está frente al mar, constantemente deteriorada; perdimos un gimnasio frente al mar, el área de fisioterapia era un desastre, la piscina de 25 metros vivía vacía, no había cloro para las dos.

Y resulta, que solamente tres meses después que nos fuera arrebatada la escuela, las canchas de tenis funcionaban, las piscinas en servicio y pintadas, el lobby embellecido con la incorporación de un restaurante ¿alguien en su sano juicio puede entender que para la natación, haya que mendigar un mísero presupuesto para mejorar en algo las condiciones de vida y que en tres meses, todo esté a punto para un nuevo propósito ajeno al deporte?

Y lo que temían pasó, los “fueron” para el complejo Baraguá que lo último que supe era que hasta pintaron los azulejos y los atletas salieron pintados porque amén de que la losa no se pinta, utilizaron pintura normal ¿te enteraste? Compara las épocas porque pienso que ahora es peor.

Yo estuve desde el 2001 hasta el 2010 en la Marcelo; por suerte nunca nadé en el complejo del este aunque te puedo narrar varios momentos que pudieran provocar hilaridad sino fueran tan tristes.

Una vez, no había con qué calentar el agua de las piscinas y a un sesudo se le ocurrió quitar las tejas del techo. Por supuesto, la instalación está diseñada con techo ¿qué pasó? Se rajaron las paredes, los bloques de arrancada se aflojaron, la piscina sufrió un daño irreparable. Llegó entonces una contraorden y dale a poner de nuevo las tejas cuando el mal estaba hecho.

¿Qué ha provocado todo esto? La total anemia de la natación cubana que en la Copa Marcelo Salado no se completa una largada; no llegan a 50 los nadadores entre todas las categorías y estilos, y apenas tres pueden hacer marcas a nivel centroamericano.

Y es que desde que la natación se fue de la Marcelo se acabó la nación en Cuba. Te voy a poner un ejemplo; en los años de oro de la natación (años 80-90): Pedro Hernández, Rodolfo Falcón, Imaday Núñez, Neisser Bent, Mayito González, Marcos Hernández, Gunther Rodríguez salieron de una matrícula de unos 300 nadadores. Es más sólo dos pudieron alcanzar el podio olímpico.

Dos de entre 300-400 nadadores ¿cuántos saldrán de 50, 40 o 20? La matemática no miente. A eso añádele el deterioro de las piscinas del país que no llegan a siete en estos momentos para la práctica de la natación.

Yo recuerdo aquellas Copas Marcelo Salado de los años 2003, 2004 y 2005, la cantidad de nadadores que venían de todo el país. Todos los carriles cubiertos, había que hacer carreras clasificatorias. Venían atletas de Aruba, México, Barbados. Era un show de unos 400 atletas. Ahora sobran bloques de arrancada. Es algo deprimente.

Ahora está Andrea Becalli ¿dónde podrá llegar ella sola, sin apoyo, sin condiciones por muy buena que sea? Elizabeth Gámez está en una beca en Francia. Ya no hay nadadores y muy pronto tampoco habrá entrenadores. Cuando se retire Lulú la natación cubana llegará a su final y lo peor es que a nadie le importa.

¿Cómo llegas al deporte, siempre natación?

Al deporte llego por mis padres; resulta que yo era un niño muy intranquilo y el deporte era la forma más adecuada para cansarme. La natación fue la primera opción, me gustaba y además mi mamá, atleta de nado sincronizada en su juventud, nos orientó a mi hermana y a mí hacia este bello deporte que ha sido y es mi vida.

Mudado para La Habana apenas con cinco años empiezo a dar mis primeras brazadas precisamente en el complejo de piscinas Baraguá pues vivíamos en la Habana del Este y en aquel entonces ¡uff mira que ha llovido! además del alto rendimiento existían grupos de enseñanza para edades tempranas.

Allí mi primer entrenador fue Rigoberto Duque, quien no sólo me enseñó a nadar sino que me llevó a las puertas se la selección nacional, a donde entré con once años. Él me convenció que yo sí podía; hoy día mantenemos una buena amistad.

Fuiste de la mano de Duque a la Marcelo ¿allí quién te entrenó?

No fue fácil entrar, hacían unas pruebas muy exigentes, de todo tipo. Con once años se me abría un horizonte luminoso; para comenzar tuve dos excelentes técnicos: David del Cueto, mi segundo padre y Dagni Olarde, actual entrenador del equipo nacional de Barbados.

Fui subiendo de categoría, por suerte siempre dentro de la Marcelo y de esos años guardo muy lindas experiencias porque a pesar de las dificultades (nada parecido a lo que hay hoy) éramos felices, era un honor ser un atleta de la Escuela Nacional de Natación. Mi entrenadora era Lulú, Luisa María Mojarrieta, con la que aprendí mucho como atleta y luego, tras mi retiro, entre el 2010 y 2013 como entrenador auxiliar.

Principales competencias a las que asististe ¿te sentías bien con tus compañeros en el relevo?

Yo no fui una estrella Julita pero asistí a Juegos Centroamericanos por categorías del 2004 en México, Juegos del Alba del 2007, Campeonatos Nacionales y Torneos CCCAN efectuados en La Habana.

En el 2008, estaba clasificado para asistir al Mundial de curso corto en Manchester pero decidí retirarme. En esto influyó también una sanción absurda que me impidió ir a los Panamericanos de Río 2007.

¿Qué decirte de los relevos? Tomé parte en varios, siempre animado por mi hermano del alma Pedro Medel, también espaldista. En sentido general todos nos llevábamos muy bien, nos alentábamos los unos a los otros. Era compañero de cuarto de Pedro Medel y Julio Carrillo y créame somos como hermanos.

¿Cuál era tu evento principal?

Los 200 metros espalda. Mis mejores resultados eran en piscinas de curso corto.

Ya sabemos que trabajas como entrenador profesional en club North Palm Beach Swing pero ¿cómo llegas ahí?

En el 2014, al graduarme del Instituto Superior de Cultura Física en la Habana viajé a Jamaica formando parte de un grupo de ballet acuático integrado por nadadores, polistas, clavadistas y sincronizadas para hacer shows en hoteles; cuando regresaron al año, yo me quedé y tuve la oportunidad de trabajar con la selección nacional de ese país caribeño.

Sin embargo, mis sueños no estaban allí y utilicé mi paso para aprender y convertir a Jamaica en un trampolín para concretar mis sueños. Así, en el 2019, aproveché mi visa ya que muchos nadadores venían a competencias en Estados Unidos y la actualidad, ya la conoces, entreno niños y adolescentes en el club North Palm Beach Swimming.

Estoy muy feliz. Tengo atletas que se encuentran entre los primeros a nivel nacional en la categoría 13-14 años; cada día que pasa me regocijo más de la decisión que tomé y sueño con tener alumnos que puedan competir en los Olimpics Trails y como soñar no cuesta nada ¿quién dice que alguno logre la quimera olímpica? Ese es mi mayor sueño: ¡llevar un atleta a los Juegos Olímpicos!

¿Nadador que admirabas?

Desde chiquitico, Rodolfo Falcón fue mi figura inspiradora; fíjate soy espaldista por él. Cuando él ganó su plata olímpica en Atlanta empezaba yo en este precioso deporte. Me inspiró como persona, como guerrero, como gran nadador. También seguí mucho a Neisser Bent.

¿Se extraña Cuba?

Por supuesto que se extraña Cuba. Y lo más triste es que todos los cubanos, no sólo los deportistas, tengan que irse en busca de un futuro porque lo cierto es que todos tenemos una sola vida y todos la quieren vivir lo mejor posible. No me arrepiento de haberme ido; no me arrepiento de vivir en este gran país y hacer lo que me gusta.

Le agradezco mucho esta entrevista; me ha dado la posibilidad de expresar, de compartir mi forma de pensar y de hacer y quisiera añadir que todo lo que he logrado en mi vida se lo agradezco a mi padre, fallecido hace tres años y que estaría muy orgulloso de verme lograr éxitos en esta carrera en este gran país. Mi padre era mi guía, mi mayor apoyo y mi fan número uno; la vida me lo quitó sorpresivamente pero todo lo que hago es tratando de honrar su memoria.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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