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La dependienta de la tienda en Santiago de Cuba asegura que es un bello ventilador de techo con unas luces espectaculares, sin embargo, lo más “espectacular” es el precio, 503.95 CUC o su equivalente en 12 598.75 CUP.
“Dicen que cuando una la enciende despliega las aspas y tiene luces de varios colores”, agrega la entusiasta vendedora promocionando un producto que a todas “luces” escapa del bolsillo del cubano de a pie, incluso, con un salario de más de mil pesos por mes.
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La tienda es una de las más nuevas en la ciudad, se ubica en la antigua terminar de trenes y adyacentes a ella están otras destinadas a la venta de cosméticos, medicamentos, de juguetes y de víveres.
Lo más escandaloso es el ventilador de techo a un precio de más de 500 CUC, sin embargo, hay lámparas, jarrones y adornos cuyos precios oscilan fácilmente entre los 30 y 80 CUC, en cualquier caso, todos muy lejos del poder adquisitivo de la gran mayoría del pueblo trabajador que vive exclusivamente de su salario.
Adornos de caballos, hermosas parejas bailando, lámparas con curiosas y caprichosas formas, tanto de mesa como de pared y techo, también unos jarrones y centros de mesa de ensueño con colores muy vívidos y llamativos, son algunas de las ofertas de una tienda donde lo más asequible son los bombillos.
“Esto es una tienda vitrina, es para mirar y no tocar. Yo busco aquí los bombillos que se me funden en la casa pues casi siempre hay y no viene mucha gente, pues con estos precios imposible”, opina una santiaguera.
Justo al lado de donde venden los bombillos también se comercializan relojes de pared, el que menos cuesta tiene un precio de 5 CUC.
“Los relojes, los bombillos y una que otra bobería es lo más barato, lo demás es exclusivo para un grupo selecto de personas, pues ¿adornos en más de 40 CUC? No creo que muchos los compren”, opina otra clienta.
Esta es otra de esas tiendas que hoy exhiben productos que cuando uno los ve se pregunta, ¿para quién abrió?, o peor, ¿a quiénes está dirigida?
Cerca de ahí se reconstruyen antiguas edificaciones para ser convertidas en hoteles mientras que también a pocos metros está el mismo muelle que antes recibía los cruceristas norteamericanos, quizás por ahí ande la respuesta.
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