Poco a poco y de manera muy discreta fue tomando forma una tienda en la esquina de Corona y Aguilera, en el centro histórico de la ciudad de Santiago de Cuba, y para sorpresa de todos vendería sólo equipos de marca Samsung.
También para sorpresa de todos, y otra vez de forma muy discreta, abrió al público con televisores de pantalla curva y “flat”, varios modelos y gamas de teléfonos móviles, lavadoras y refrigeradores de diferentes dimensiones.
Sin embargo, la podrida vino con el tema de los precios, y no necesariamente porque estén elevados, sino porque la mayor parte de los equipos no los tienen aún.
En estos momentos, más menos a una semana de abrir al público, gran parte de los productos están en mera exhibición tecnológica, y muchos se preguntan –y preguntan a los dependientes– ¿cuál es el motivo? ¿cuál será el precio? ¿por qué no se pusieron desde el principio los precios y por qué abrió así?
A ciencia cierta ni los propios trabajadores saben el motivo, y eso que se quejan de responder la misma pregunta varias veces al día; tampoco conocen el precio que tendrán los productos ni siquiera la fecha en que se sabrá el valor de los teléfonos, por ejemplo, que supuestamente se venderán ahí, bastante modernos eso sí, pues se hallan los modelos S9, S9 plus y Note 9.
Sin embargo, teniendo como experiencia lo que sucedió en La Habana en una tienda similar ubicada en el mercado de 3ra y 70, en Miramar, es de suponer que los precios no solo estarán lejos del bolsillo del cubano, sino más aún del santiaguero que vive en un territorio con uno de los salarios básicos más bajos del país.
Hasta la fecha, solo se conoce el precio de un modelo de horno (unos 164 CUC), de dos modelos de lavadora, automática (más de 400 CUC) y semiautomática (unos 250 CUC), y de uno de los modelos de refrigerador (más de 1300 CUC).
El precio de los televisores, entre ellos algunos de pantalla curva con resolución 4K, y de los móviles, modelos que van desde la gama alta S9, S9 plus y Note 9, hasta la media con la serie A, también el de algunos refrigeradores, son un misterio que mortifica y molesta a las personas que van a la tienda, quizás más con ánimos de fisgonear que de comprar, pero que igual consideran una falta de respeto abrir un lugar de esa manera.
Mientras se entretienen mirando, y ¡tocando! pues aún se puede, entre ellos se permite probar un curioso artefacto que mueve unos carritos a alta velocidad y que está diseñado para probar la cámara lenta de los terminales. Muchos aprovechan y llevan los propios y usan ese aparato.
¿Museo o tienda? Muchos se preguntan en qué se convertirá este lugar cuando finalmente se sepan los precios de los hermosos televisores y los móviles.
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