Cuentapropistas cubanos sobre los precios topados por el Gobierno: "Quieren asfixiarnos"

“Aquí está todo inventado. Quien tiene dinero compra a los inspectores y sabe cuándo van a revisarle los precios. Lo que han hecho poniéndolos topados es oficializar el relajo", dice uno de los entrevistados.

Cuentapropismo en Cuba © CiberCuba
Cuentapropismo en Cuba Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

Hace dos días Antonio tuvo que hacer maravillas para comprar una caja de cerveza. “La que encontré fue la Heineken de lata, que cuesta 1.20 CUC, pero desde hace como una semana están que no venden más de 12 cervezas por persona y tuve que ir a más de un establecimiento para poder llegar a 24, que es lo que necesito para abastecer la habitación que arrendo en mi casa”.

A tenor con el abogado retirado, “encontrar una Cristal o una Bucanero en la red de tiendas estatales de La Habana se ha convertido en una misión imposible. Yo soy de los cuentapropistas que menos le gano a la cerveza, sea cubana o no, porque la vendo nada más que en cinco pesos más de lo que me cuesta, pero ahora está difícil resolver cualquiera.


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“Ya no sé cómo vamos a subsistir. ¿Qué nos hacemos si el Estado topa el precio de algunos productos y nos vende esos mismos productos de manera restringida en la red minorista? Quieren asfixiarnos”, dice.

Si bien desde el pasado primero de agosto el gobierno capitalino impuso a los trabajadores por cuenta propia (TCP) precios máximos de venta para las cervezas nacionales e importadas porque “constituyen productos demandados por la población” y “no requieren de gastos adicionales para su comercialización salvo su transportación y el impuesto correspondiente de la venta”, las bebidas más buscadas siguen perdidas de las tiendas o aparecen a altos precios en los negocios privados.

El taxista Jorge Luis, de 43 años, afirma que “lo que hay es que producir más sin limitar nada. Dicen que la Cacique y la Mayabe no puede venderse a más de 30 pesos, que la Cristal y la Bucanero no puede exceder los 35 y que las extranjeras no pueden costar más de 40, pero los particulares se ríen de eso.

“Aquí está todo inventado. Quien tiene dinero compra a los inspectores y sabe cuándo van a revisarle los precios. Lo que han hecho poniéndolos topados es oficializar el relajo. He visitado varias cafeterías y restaurantes en lo que va de mes y muchos continúan sin bajar la cerveza de los 50 pesos (2 CUC).

“Lo peor es que la escasez grave parecía transitoria y se ha vuelto normal. No hay líquidos de producción nacional en ningún lado. Uno está obligado a ir a los particulares si quiere tomarse una malta o cerveza Bucanero, una Cristal o un refresco, cuyos precios, aún topados, están caros. Es casi un sueño para un cubano medio pensar en tomarse una cervecita cuando llega del trabajo”, asegura.

Al respecto, destaca Ricardo, propietario de un restaurante de Playa, “contrario a lo que dicen las autoridades, tenemos que tomarnos muchas más molestias que las de la transportación para adquirir estas mercancías. Tenemos que localizar la Cristal y la Bucanero a veces hasta fuera de La Habana, mandar a un comprador y pagar de más para que nos vendan la cantidad de cajas que nos hace falta.

“El problema es mucho más profundo de lo que lo quieren poner. El Estado no es capaz de satisfacer las necesidades de los ciudadanos ni las de los pequeños y medianos empresarios. ¿Dónde está el mercado mayorista? Antes de hablar de corrupción, hay que decir que no hay cerveza porque la oferta de la industria es insuficiente y es lo que provoca este caos. Como siempre, hemos tirado el sofá por la ventana.

“Las tiendas no están desabastecidas porque los altos consumidores de cerveza, como son los bares y restaurantes privados la estén acaparando, sino porque hay insuficiente producción. Es injusto que tengamos que buscar la Cristal y la Bucanero debajo de la tierra, comprarla como cuentapropista al mismo precio que se la venden al resto de la población y que luego nos tilden de acaparadores”, acota.

De acuerdo con Raúl, quien visitó recientemente la isla proveniente de Miami, “a lo que debería dedicarse el país es a producir más cerveza, a hacer más fábricas de un producto sumamente demandado en vez de seguir haciendo hoteles. Estoy seguro de que la venta de cerveza da más dinero que varios hoteles juntos.

“Estuve casi una semana en Varadero y me quedé frío al ver que fuera del hotel no había cerveza en ninguna parte. Yo conozco a más de una persona que viene aquí para darse el gusto de tomar bastante Cristal y es increíble que en el país donde la hacen uno apenas la vea. Sé que no es una inversión priorizada, pero donde hay tanto calor, debía haber una mayor producción de cervezas y refrescos.

“Aunque es encontrar las cervezas nacionales en los establecimientos estatales, a veces allí también la venden en más de un CUC, a la vista de todos, sin que nadie tome cartas en el asunto. Donde único las cervezas no desaparecen totalmente es en las zonas donde el poder adquisitivo de la población es bajo. Por eso en el oriente del país la situación no es tan alarmante como en el occidente y el centro”, indica el médico de 39 años.

Desde la óptica de la artesana Irina, de 29 abriles, “lo que sucede es que la oferta es mínima y la demanda altísima. Lo justo sería que una paladar vendiera cerveza al precio que entendiera y que lo pagara quien pudiera y quisiera, pero que no faltara ni fuera multada en las instalaciones estatales, como hoy pasa.

“Algo anda demasiado mal cuando la cerveza, que es relativamente fácil de producir, tiene que ser importada. Para colmo, en Cuba preferimos Cristal y Bucanero e importamos otras marcas que ni gustan mucho ni son baratas. Habría que ver cuánto lograríamos si lo que gastamos en importar lo usáramos para elevar la producción nacional y disminuirle el precio a la cerveza. Hasta los turistas se dan cuenta y se quejan de que haya cerveza importada y no nacional”, apunta la vendedora ambulante.

Según explica Lester, residente en Mayabeque, “aquí hace meses en las tiendas no hay nada que tomar, ni nacional ni importado, porque los líquidos rebotan de los almacenes a los negocios particulares. Sin embargo, el problema no está en los cuentapropistas, que están usando su dinero para abastecerse a un precio elevado, sino de los dependientes y los jefes de las entidades comerciales que esconden y revenden a 30 y hasta 48 CUC la caja de Cristal y Bucanero.

“Lo que hay es que abastecer más los mercados y dejar de importar tanta cerveza que no le gusta a nadie. Al menos en las instalaciones privadas uno encuentra la Cristal y la Bucanero bien frías y servidas por personas amables. Yo prefiero pagar esas allía a 2 CUC o más, que comprar un Holland, una Bavaria o una Heineken en más de 1 CUC, donde no hay ni vaso y todo está caliente”, resalta.

El análisis de un forista de Cubadebate revela que “el Estado le compra la cerveza a Cervecería Bucanero a 33 centavos y la vende a 1 CUC, le aplica un 300 % al valor del producto. El particular compra la cerveza en 1 CUC o 1.25 CUC y la vende a 35, 40 o 50 pesos, le saca como promedio entre 150 % y 200 % al valor del producto y son los únicos malos. Esta historia está contada desde un solo prisma donde los únicos malos son los TCP. El problema es económico y de producción, yo no veo a los particulares acaparando jabones de baño del MINCIN (Ministerio de Comercio Interior), porque están ‘a pululu’. Lo que se acapara es lo que no alcanza”.

La culpa de todo, en palabras del informático Ariel, recae “enteramente en el Estado que no ha sabido regular la venta, que ha topado los precios sin detener el robo. Es sabido que los productos deficitarios, cuando llegan a manos de quienes los comercializan, ya han sido vendidos por los administradores a los intermediarios.

“Da pena que ni siquiera las cervezas nacionales pueden venderse a los trabajadores no estatales de forma mayorista, para que éstos puedan venderlas a 1 CUC. Sin dudas,la cerveza es otra víctima de macabro sistema económico cubano, concluye el joven.

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