Cubanos opinan sobre la nueva Ley electoral en el país

“Por más que se diga que esta ley tiene sus bases y principios en la Constitución y que no todo puede llevarse a referendo, se debió atender más a las opiniones que se emitieron sobre el tema".

Esteban Lazo, presidente del Parlamento © Granma
Esteban Lazo, presidente del Parlamento Foto © Granma

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Este artículo es de hace 5 años

Visto que “la participación directa del pueblo en la adopción de trascendentales decisiones para el país” y “la libertad de discusión y el ejercicio de la crítica y la autocrítica” son supuestos poderes con los que cuenta la ciudadanía de la isla, no pocos cubanos consideran que la Ley Electoral aprobada unánimemente por el Parlamento el pasado fin de semana “debió llevarse a referendo”.

A tenor con lo que asegura el cibernético Gilberto, “creo que una ley como ésta debió haber ido a referendo para tener en cuenta los criterios y sugerencias de la población. Es inconcebible que un grupo de trabajo determine, sentado en una oficina, los poderes que tendrán los electores y los elegidos de una nación.


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“Por más que se diga que esta ley tiene sus bases y principios en la Constitución y que no todo puede llevarse a referendo, se debió atender más a las opiniones que se emitieron sobre el tema. Muchas cosas dentro de tan importante ley pudieron ser más democráticas, sin entrar en contradicción con la Constitución”, dice.

De acuerdo con el análisis que hace la abogada Amanda, de 28 años, “si el pueblo ostenta el poder y todos los cargos son electivos, ¿quién entiende que todos esos cargos no sean elegidos directamente por el pueblo?

“Es una burla también que se diga que el pueblo nomina directamente a los candidatos a las asambleas municipales sin que medien partidos políticos en ese proceso. ¿Qué partidos serían esos si aquí hay un solo partido?

“Asimismo, no queda claro cómo el pueblo controlará la actividad de los órganos estatales y sus integrantes. ¿Cómo se hace efectivo este derecho democrático? ¿Cómo puede el pueblo participar de manera directa en la gestión de un ministerio?”, se pregunta la jurista.

En palabras de la arquitecta Lourdes, de 46 años, “solo hasta un 50 % del Parlamento estará integrado por diputados de base. Lastimosamente el pueblo sigue sin elegir los cargos más importantes como el de gobernador y presidente y no debería ser así. Además, las personas que uno elige en la base no siempre llegan a la Asamblea Nacional. No necesitamos diputados que hablen bonito, sino que sean eficientes.

“Creo que debió quedarse la propuesta de que los diputados vivieran en el municipio que representan. ¿Qué lógica tiene que representes a la región oriental de Cuba si hace años que vives en La Habana? Muchos no defendemos las candidaturas cerradas y el sistema de elección de los diputados. La nueva ley pudo cambiar eso sin ignorar lo dispuesto por la Constitución. Esta ley pudo ser mucho más democrática.

“Por otro lado, las votaciones unánimes no son buenas. Seguimos teniendo una Asamblea Nacional que no polemiza. Es imposible que más de 600 personas coincidan en todos los temas habidos y por haber. Hay falta de diversidad de ideas en un Parlamento al que cada vez se le dan mayores poderes”, apunta con énfasis.

En palabras de la estomatóloga Marian, de 52 años, “considero que estas leyes deben nacer del pueblo y no ser dictadas, así como así. Creo que tenían seis meses para presentar el proyecto de ley, pero se apuraron por tal de hacerlo en la mitad de ese tiempo. Está mal que los que mandan piensen y actúen como sj fueran todo el pueblo.

“La Asamblea Nacional del Poder Popular debe ser una representación de la sociedad. Maestros, abogados, cuentapropistas, médicos, choferes, albañiles y también ministros deben estar en ella, pero solo aquellos que se lo merezcan. No veo por qué obligatoriamente todos los ministros deben ser diputados. No está mal que algunos los sean, lo que sí está mal es que todos lo sean. Nadie ‘puesto con el dedo’ debería ser diputado.

“De igual forma, no hay por qué sustituir a los diputados electos por haber sido separados de sus responsabilidades administrativas. Precisamente esa es la razón por la que hay que dividir las funciones administrativas de las legislativas. Por eso los ministros nombrados hace poco ya asumieron como diputados. Sin embargo, no fue el pueblo quien los puso ahí”, acota.

Según explica Omar, quien lleva unos seis meses repatriado en Cuba, “hablan de que nadie puede dejar de ser candidato por discriminación, pero ponen un requisito de residencia que obliga a esperar dos años desde la fecha de repatriación para poder votar y cinco para poder ser electo. ¿Cuál es el criterio para excluir a los repatriados del derecho de votar hasta pasados dos años si nos dan el resto de los derechos y deberes?

“Todo eso sigue pasando porque no hay una institución, independiente, que fiscalice el estricto cumplimiento de la Carta Magna. El Parlamento no puede ser juez y parte. Sin una especie de tribunal de garantías constitucionales, nunca será plenamente efectiva la Constitución”, afirma el otrora residente en Miami.

La nueva Ley Electoral, que entró en vigor en Cuba el último 13 de julio, se convirtió en la primera disposición jurídica que expresa el mandato de la recién aprobada Constitución.

La misma disminuye a 21 los miembros del Consejo de Estado (que hasta el momento son 31) y mantiene que las candidaturas de los delegados a las asambleas municipales son realizadas directamente por el pueblo, en tanto las de los diputados al Parlamento provienen de las comisiones de candidatura.

A la vez, la elección del gobernador y vicegobernadores la hacen los delegados municipales a propuesta del presidente del país y se modifica la proporción de diputados por cantidad de habitantes: 1 por cada 30 mil pobladores o fracción mayor de 15 mil.

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