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“Fue mi hija la que se dio cuenta, y yo pensé que se trataba de monerías suyas. Pero cuando me fijé bien noté que el queso estaba lleno de diminutos punticos negros. Y luego cuando halé aquello casi me vomito: era un gusano blanco del tamaño de mi uña”.
Lo anterior le sucedió a Belkis, una entre tantos que compraron queso fundido en los exteriores de la pizzería El Pulman, ubicada en el boulevard de Santa Clara, un sitio donde habitualmente se vende de forma liberada los excedentes de queso que se emplean en la elaboración de pizzas y espaguetis.
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“A mí sí me extrañó que no fuera a 20 o 30 pesos la libra, porque casi siempre ese es el precio. Pero lo examiné, vi que estaba fresco y no tenía el mal olor de otras ocasiones, y como era a 14 pesos aproveché y compré una libra para la niña, que le encanta” explica la mujer que se ha quedado estupefacta ante lo que considera una falta de respeto sin precedentes.
Como era a 14 pesos aproveché y compré una libra para la niña, que le encanta
“Me indigné tanto que a pesar del asco que sentía tuve el trabajo de excavar con la punta del cuchillo, y cada vez me encontraba más bichos, hasta que llegué a 23 y me cansé de contar”, narra con evidente angustia esta ama de casa santaclareña.
Cada vez me encontraba más bichos, hasta que llegué a 23 y me cansé de contar
La esquina conformada por las calles Máximo Gómez y boulevard muchas veces no huele a comida italiana precisamente, sino que se ve envuelta en una atmósfera nauseabunda, que genera disgusto entre quienes transitan por el lugar. Si bien es posible entrar a la pizzería, también se ofertan para llevar pizzas napolitanas y de jamón a 5 y 7 pesos respectivamente.
En no pocas ocasiones la unidad ha recibido críticas por su cuestionable cuadro higiénico y el mal olor de sus platos, sin embargo, ante la carestía de alimentos a diario cientos de santaclareños pasan por allí, y no es raro encontrar, incluso, a extranjeros extraviados que cometen el error de sentarse en una de las terrazas de El Pulman.
En las últimas semanas, a partir del colapso de la industria láctea en Santa Clara, se ha constatado un aumento en la comercialización de quesos, ya que no existen condiciones para procesar los altos volúmenes productivos y asegurar las asignaciones destinadas a los niños menores de 7 años y las dietas médicas. Mientras que a estos grupos priorizados se les expende leche en polvo y algunos sucedáneos, las plantas industriales priorizan la elaboración de quesos.
El queso fundido es un alimento elaborado a partir de queso fresco y otros productos lácteos fermentados, a los que se añaden sales emulgentes y otros químicos conservantes. Si bien se trata de un queso muy consumido en varias partes del mundo, debe prestarse mucha atención a la procedencia de los quesos y el tipo de leche utilizada, pues podría contener entes extraños y agentes patógenos.
“Yo no sé para qué hablan tanto de una ley de protección al consumidor, cuando está demostrado que esto no lo arregla nadie. Ahora, yo si te puedo garantizar que en lo que me queda de vida vuelvo a comerme un pedazo de queso fundido, ni comprar una pizza en Santa Clara”, comenta Belkys.
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