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Nueva York, 6 jun (EFE).- Un segundo funcionario diplomático estadounidense y su familia fueron evacuados en las últimas horas desde China por experimentar síntomas parecidos a los que sufrió el personal de EEUU en Cuba, informó hoy The New York Times.
El funcionario fue identificado como Mark A. Lenzi, un ingeniero de seguridad del consulado de Estados Unidos en Guangzhou, donde cumplía también funciones otro empleado no identificado que fue evacuado en abril pasado.
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Según el Times, Lenzi abandonó la ciudad china este miércoles por la noche junto a su esposa y sus dos hijos, todos ellos con síntomas que surgieron hace varios meses y que incluyen dolor de cabeza, somnolencia y náuseas.
El Departamento de Estado ya confirmó el pasado 23 de mayo que el personal diplomático en China había sufrido síntomas similares a los que afectaron a 24 empleados de su misión diplomática en Cuba entre 2016 y 2017.
Ya en abril pasado había sido evacuado un empleado que trabajaba en el consulado en Guangzhou y que experimentó anormales problemas de salud desde 2017 hasta abril pasado.
Según el Times, Lenzi vivía en la misma torre de apartamentos que el funcionario diplomático que fue evacuado anteriormente. Además de los problemas mencionados, Lenzi dijo al periódico que en tres o cuatro ocasiones oyeron ruidos raros en su vivienda.
Estados Unidos tiene destinados en Guangzhou 170 diplomáticos o empleados, así como sus familias. El consulado fue abierto en 2013 y está diseñado para evitar interferencias electrónicas, pero esas medidas no se extienden a donde viven los empleados.
El Departamento de Estado envió a China un equipo de médicos para examinar a los empleados destinados en Guangzhou, pero fuentes oficiales desconocen cuántas personas pueden haber sido afectadas y con qué síntomas.
Los problemas son similares a los que experimentaron 24 estadounidenses en Cuba entre noviembre de 2016 y agosto de 2017, una situación que generó tensiones diplomáticas entre La Habana y Washington.
Aunque en un principio las autoridades estadounidenses atribuyeron estos problemas a un ataque "sónico", el Departamento de Estado admitió en enero pasado que no tenía certeza de que se tratara de agresiones acústicas.
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