El cineasta cubano Juan Carlos Cremata Malberti afirmó en una entrevista que su vida perdió sentido luego de la muerte de su hija en enero del pasado año.
En una conversación con el activista Eliécer Ávila publicada en su canal de Youtube, el creador se refirió a la tristeza que le embargó tras el fallecimiento de Yésica en enero de 2022.
"Mi vida perdió sentido. Yo soy una persona triste, soy una persona que vive sin ilusión, aun cuando yo aquí pudiese ganar dinero, fama, pero nada de eso me interesa porque todo eso estaba en función de mi hija", dijo Cremata, quien habló de su larga historia de censura en Cuba.
El realizador se refirió al momento del deceso de la hija, cuando se hallaba inmerso en la presentación de la obra SOS Cuba, escrita y dirigida por él y protagonizada por la actriz y comediante Aleanis Jáuregui (Cuqui La Mora para los cubanos).
"Yo dejé de trabajar. Todo el esfuerzo que estaba haciendo ahora se perdió, se acabó", añadió, y habló del apoyo incondicional que le ofreció Cuqui La Mora, quien se volvió una presencia constante en esos días de duelo.
Entre los desgarradores detalles que reveló Cremata a Ávila, relató que no lo dejaron cremar el cuerpo de la hija, pues la oficialidad se había "ensañado" con él.
"Yo no tengo duda de que a mi madre y a mi hija las mató ese sistema. Es mentira que el sistema de salud es una potencia médica", exclamó el realizador, argumentando que el Estado, además, cuando Cremata comenzó a ser más crítico con el gobierno, utilizó su condición de paciente de VIH para chantajearlo, aduciendo que haría pública su enfermedad.
Hace unos años, a su llegada a Estados Unidos, había revelado que estaba en ese país para legarlo un futuro a su hija porque, como repitió a Ávila, su hija era infeliz en Cuba.
"Legarle un futuro que se refleje en sus ojos" era el principal sueño y reconocimiento que no pudo recibir.
El cineasta aseguró a CiberCuba hace dos años que él no emigró en busca de la fama de Hollywood, eligió el exilio también porque estaba huyendo de una pesadilla.
"A mí me decretaron la muerte en vida en Cuba cuando me hicieron firmar un acta en el Ministerio de Cultura diciendo que de por vida yo nunca iba a hacer teatro en Cuba. No me iba a quedar a morir, porque yo no tengo vocación de mártir", dijo.
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