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El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel se comprometió a que “este año sea mejor” y aseguró que se puede conseguir porque “podemos hacer las cosas mejor”.
“Podemos hacer las cosas mejor y es posible. Esa Asamblea Nacional puede funcionar mejor y es posible. Podemos tener un presente y un futuro mejor, y es posible. Y por eso nos hemos propuesto que este año sea mejor”, dijo el gobernante ante alumnos y profesores de la Universidad de Ciencias Médicas de Santa Clara.
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Amparado por la nula rendición de cuentas de los dirigentes cubanos, la opacidad de su gestión y la imposibilidad de los ciudadanos de elegir alternativas políticas diferentes, el gobernante designado por Raúl Castro se propuso una mejoría en la actuación de su ejecutivo.
Más de seis décadas después de que los cubanos vieran suprimidos sus derechos políticos con la instauración de un régimen totalitario que cooptó el poder y sometió a los ciudadanos a una sola ideología (del Partido Comunista de Cuba), el primer secretario del PCC se dirigió a los cubanos con promesas de futuro.
“Ahora sí vamos a construir el socialismo” decía Fidel Castro en diciembre de 1986, transcurrido un cuarto de siglo de experimentos en ese sentido. “Podemos tener un presente y un futuro mejor, y es posible”, dijo este lunes el cuadro más romo de la escuela del Partido Ñico López.
Siguiendo los pasos del dictador, gastado y desdibujado a base de no decir más que consignas, el líder de la “continuidad” no tuvo reparos en anunciar una mejoría en la acción de un gobierno que nunca se ha visto presionado por rivales y opciones políticas diferentes, y que en su más de medio siglo en el poder se ha encargado de desarticular completamente la sociedad civil en Cuba.
Con el tono paternalista propio de los dictadores, el aprendiz de la familia Castro no tuvo empacho en repetir una y otra vez que era “posible” mejorar. Teniendo en cuenta las estadísticas de cumplimiento de promesas de Díaz-Canel, no sería prudente hacerse expectativas de mejora.
Aunque, teniendo en cuenta el hundimiento de la economía y el fallo sistémico del modelo sociopolítico, que han alcanzado niveles nunca vistos (expresados en el éxodo sin precedentes de cubanos y el creciente malestar social, que incluye protestas y desafíos nunca vistos a las autoridades), tampoco es tan difícil conseguir un margen de mejoría.
Dos horas menos de apagón a la semana, es una mejoría. Una libra más de pollo al mes, es una mejoría. Adaptar parabrisas y ventanas a autobuses antiguos donados por Japón, es una mejoría, aunque luego no circulen porque hay que hacerles nuevas “mejoras”.
Si la prensa oficialista obedece y publica una zafra mejor que la peor de la historia, es una mejoría. Si las autoridades afirman en la Mesa Redonda que llegaron más turistas este año, es una mejoría. Si la ONAT publica que el presupuesto público destinó un 1% más a salud y educación, es una mejoría.
Si el resultado de todas estas “mejoras” es que el país sigue igual de miserable, incapaz de crear riqueza y empleo digno, incapaz de ofrecer servicios públicos de calidad, con la gente hundida en la angustia y la desesperanza, sin transporte, con libreta, sin comida, con largas colas para todo, sin servicio eléctrico normal, con trabas para el emprendimiento, sin medicamentos… la culpa ya se sabe de quién es: del bloqueo.
“Quiero decirlo hoy antes ustedes, que representan al pueblo de Cuba, y a todos los que nos escuchan: siento una enorme insatisfacción por no haber sido capaz de lograr, desde la conducción del país, los resultados que necesita el pueblo cubano para alcanzar la anhelada y esperada prosperidad”, reconocía con lágrimas de cocodrilo Díaz-Canel a mediados de diciembre.
Haciendo balance de la labor legislativa del régimen reconocía que parecía un chiste. “Tenemos una Ley de Soberanía Alimentaria, y no hay alimentos; vamos a aprobar una Ley de Fomento Ganadero, y no hay ganado; y tenemos una Ley de Pesca, y no hay pescado”.
“Si producimos más alimentos, necesitamos entonces comprar menos alimentos”, dijo y subió el pan. “Tenemos que movernos en ese sentido, porque tenemos las potencialidades. Lo que hay que articularlo mejor, tener un sistema de gobernanza para seguir todas esas cosas y para resolver un problema”.
Días antes decía que 2023 sería un año "retador", y que el pueblo debía sumarse a ese trabajo, con el ejemplo de los dirigentes. "Tiene que ser un año en que ese trabajo se caracterice por que no haya trabas que no pueda superar, por que aplaste la burocracia, las trabas, el inmovilismo, la espera, y por supuesto, la lucha contra la corrupción y la ilegalidad a partir de las medidas que se han tomado", dijo.
Y poco después reflexionaba: "Lo habremos hecho mejor o peor. No somos robots programados para no fallar. Pero lo hemos hecho. Hemos resistido todos los golpes de la naturaleza y de nuestros propios errores, sin doblar las rodillas y sin renunciar al sueño de la prosperidad posible".
Difícil de entender al titubeante Dr. Díaz-Canel. Sin embargo, está claro que si no consigue que “este año sea mejor”, le quedará el mismo comodín de todos los años.
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