Cuba: vacunas y placebos

¿Es posible separar la ciencia de la propaganda en Cuba?

Candidato vacunal cubano Soberana 02 © BioFarma website
Candidato vacunal cubano Soberana 02 Foto © BioFarma website

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Este artículo es de hace 3 años

De “muy reconfortante” ha calificado el director del Instituto Finlay, Vicente Vérez Bencomo, los resultados de eficacia del candidato vacunal cubano Soberana 02 contra el coronavirus.

Aunque quien la expresa es un científico, esto no es lo que se llamaría una opinión objetiva. Por diversas razones: Vérez Bencomo es el funcionario responsable de dos de los cuatro proyectos vacunales contra el COVID-19 desarrollados en la isla desde una perspectiva "estratégica", que ha puesto a prueba la famosa "potencia médica" con resultados, digamos, cuestionables. (A quien le interese el currículum de Vérez: se graduó de Química en en el Instituto Lomonósov de la ex Unión Soviética y considera a Rusia como su "segunda patria").


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Enfrentado a una pandemia mortal, el gobierno cubano trató de hacer de la necesidad virtud y juntar una solución biotecnológica propia con una oportunidad de negocio: sus vacunas serían no sólo las primeras en Latinoamérica sino también la demostración de una "superioridad" científica capaz de producir ingresos para la destartalada economía cubana.

Sin embargo, esta estrategia un tanto soberbia, que mantuvo a la isla al margen de la COVAX y de otras posibles vacunas ya aprobadas, ha terminado destronada por la realidad y sumergida en un mar de propaganda gubernamental.

Más que la ciencia y su evidencia, importa no mostrar nada que cuestione la visión gubernamental. COVAX es malo malo, aunque varios aliados de la isla hayan recurrido a ese mecanismo. El portal Cubadebate insiste una y otra vez en una visión negativa de los esfuerzos de vacunación en el resto del mundo: redimensiona, por ejemplo, que Johnson & Johnson haya tenido que desechar 75 millones de vacunas contaminadas, pero ignora que una pequeña empresa biotecnológica como Novavax ha resultado ser más eficiente para encontrar una vacuna que la "potencia médica" del Caribe, en la que desde hace décadas faltan equipos, jeringuillas y dinero para la investigación.

¿Por qué los candidatos vacunales cubanos con los que se ha iniciado la campaña de vacunación a una escala que triplica las de otras vacunas aprobadas por la OMS tienen resultados tan pobres en comparación con sus pares ya aprobados? ¿Por qué un mes y medio después de iniciada esa campaña de vacunación masiva las cifras de contagio siguen creciendo? ¿Cuántas de esas vacunas son placebos, y cuánto de placebo hay en la triunfalista propaganda gubernamental?

Desde el punto de vista propiamente científico, el tipo de vacuna que ha desarrollado Cuba tiene ciertas limitaciones. Lo ha explicado el propio Vérez Bencomo en una entrevista reciente: "No tenemos la infraestructura para producir el ARN, la información genética que utilizan, por ejemplo, las vacunas de Pfizer o Moderna... Se trata de una tecnología muy costosa de implementar a nivel industrial". Los científicos cubanos, con experiencia loable, han tomado otro camino de inmunización. Sólo que es un camino amenazado por la proliferación de las nuevas cepas.

Así las cosas, la propaganda pasa a ocupar el lugar de la ciencia. Las cifras de efectividad (ese 62% que había que convertir en noticia como fuera) corresponden a los análisis preliminares de la tercera fase de ensayos clínicos del candidato "estrella". El porcentaje se ha obtenido a partir del análisis intermedio de los resultados en los voluntarios a los que se les aplicaron dos dosis de Soberana 02 con 28 días de diferencia.

Estos resultados cumplen ciertamente los requisitos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que “vacuna eficaz” al candidato que rebase el mínimo del 50%. Pero dejan que desear en comparación con otras vacunas ya aprobadas que han conseguido copar el mercado del Primer Mundo e, incluso, asegurar una producción extra para que países como Estados Unidos puedan repartir millones de dosis de eficacia garantizada.

Quedan por conocerse las cifras del segundo esquema empleado en los ensayos clínicos cubanos, consistente en dos dosis de Soberana 02 y una dosis de Soberana Plus. Según Vérez, este dato llegará en unas dos semanas, y será mejor que el anterior. Desde luego, las tres dosis implican una logística más complicada y significan más tiempo de tratamiento.

Seguimos sin noticias sobre el segundo candidato vacunal en última fase de ensayos clínicos, Abdala, desarrollado masivamente por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Tanto Soberana 02 como Abdala han sido administrados ya a decenas de miles de cubanos bajo la figura de estudios de intervención sanitaria y en paralelo a los ensayos clínicos. Según las cifras oficiales, casi 2.2 de los 11 millones de cubanos han recibido al menos una dosis de esas fórmulas.

Pero mientras las cifras de "vacunación" crecen cada día, también lo hacen los contagios, las muertes y los nuevos brotes. Porque "curar" con propaganda y chovinismo científico es más fácil que inmunizar realmente a una población avasallada por la miseria.

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Ernesto Hernández Busto

Periodista y ensayista cubano. Fundador del sitio Penúltimos Días.


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