Hace unos días fue excarcelado el periodista Roberto de Jesús Quiñones Haces, tras un año de cautiverio en la prisión provincial de Guantánamo por ejercer su oficio de periodista y abogado, defendiendo y denunciando las injusticias del régimen contra sus ciudadanos.
Antes de entrar a prisión te hice una larga entrevista, donde hablaste de tu formación, tu labor como abogado en Guantánamo defendiendo las causas más humildes y tus perspectivas ante el gran evento que se te avecinaba, ¿pudieras contar tus experiencias y el contexto en que se desarrolló tu año en prisión?
Creo haberte dicho en la anterior entrevista, y si no fue así te pido disculpas, que ya había estado preso entre junio de 1999 y agosto de 2003. Así que ingresar nuevamente en la prisión de Guantánamo en septiembre de 2019 no fue novedoso; solo han cambiado algunos procedimientos, pero permanece en no pocos militares el desprecio hacia la dignidad de los reclusos. Su desinterés en resolver carencias materiales y la persistencia de un interés morboso por agravar las circunstancias de su encierro.
A partir de marzo de 2020 irrumpió la COVID-19 en Cuba, una pandemia que ha causado estragos en todas las esferas de la vida social, económica y familiar del mundo entero. Su repercusión también llegó a la prisión provincial de Guantánamo. Fue muy difícil soportar la lejanía de mi esposa, pues la prisión fue cerrada durante cuatro meses. Jamás habíamos estado tanto tiempo sin vernos y eso me impactó mucho. Antes de marzo fui privado de forma arbitraria de visitas familiares y pabellones conyugales, por cometer el “grave delito” de continuar escribiendo para Cubanet. En resumen fue un año difícil, pero muy fuerte desde el punto de vista espiritual. Le agradezco a Dios por haber pasado esa prueba, de la que he salido mejor hombre y cristiano.
Haz una comparación de este proceso que acabas de vivir con el de hace unos años cuando estuviste recluido en ese mismo penal.
Hay similitudes. Por ejemplo la comida continúa siendo pésima. Sigue habiendo carencia de medicamentos y de asistencia médica y estomatológica. Se advierte en algunos militares un trato despótico hacia los reclusos y estos continúan desprotegidos jurídicamente sin que la fiscalía mediante su departamento de Control de la legalidad, en establecimientos penitenciarios, actúe consecuentemente con el papel que le otorga la Constitución de la República.
En este sentido los fiscales de los departamentos, con las siglas CLEP, Control de la legalidad en establecimientos penitenciarios, continúan subordinados en la práctica al Ministerio del interior y no investigan lo que dicen los reclusos, ni llegan al fondo de los problemas que le plantean. Los presos no interesan a la dictadura cubana. Lo mismo puede decirse de los fiscales del departamento de Atención a los derechos ciudadanos que cuando tienen que enfrentar una violación de los agentes del MININT, o de la Seguridad del Estado, hacen como el avestruz.
Los presos no interesan a la dictadura cubana
Eso que te he dicho en cuanto a mi estancia en el penal, en cuanto a los procesos penales que he sufrido, tanto en 1999 como en este último, han sido amañados, violatorios de la reglas del debido proceso, controlados por la Seguridad del Estado de principio a fin, y donde la decisión ha sido, supuestamente, de los jueces que en realidad que en realidad son fiscales, meros instrumentos de las fuerzas represivas de la dictadura.
En el proceso de 1999 fui sancionado por la presunta comisión de un delito común instruido, una artimaña utilizada por la Seguridad del Estado; esta vez no pudieron ocultar la naturaleza política del proceso.
En los días previos de tu entrada a la cárcel y durante tu encierro recibiste otros golpes de la vida como la muerte de tu padre y de un gran amigo común: Wichi Fournier, cuéntanos de estas tristes vivencias.
Luis Gonzalo Fournier fue un gran amigo. Un intelectual con quien podía hablar sin temor a ser traicionado. Una persona que se fue prematuramente y cuya desaparición física lamento todavía.
Te diré que también perdí en ese lapso de tiempo recluido a otro gran amigo, de Cienfuegos, el originalísimo escritor Randolfo García, alguien que no compartía mi posición política, pero que siempre puso por encima de esas diferencias una amistad inquebrantable.
También perdí a mi padre, un hombre sencillo con muchas virtudes. Con una paciencia y una ternura poco comunes. Podría haber vivido algo más, pero sabrá Dios por qué no pudo ser así. Se fue apagando suavemente, sin alharaca, como vivió. Todavía no he cerrado ese duelo y debo hacerlo lo más pronto posible. La Seguridad del Estado de Guantánamo, conociendo que estaba gravemente enfermo, me impidió ir a verlo y tuve que escaparme pasando mucho trabajo para llegar a tiempo a Cienfuegos, breves instantes antes de su muerte, como si me estuviera esperando para irse.
A pesar del deterioro en tu aspecto físico que evidencian las fotos a tu salida de la prisión, tu innegociable pensamiento pro democrático y las consecuencias de tus actos te muestran como una bola de hierro que el régimen no pudo mellar, ¿es cierta nuestra apreciación?
Creo haber heredado de mi padre el amor a la sencillez y algo de su ternura. Cualidades que también reconozco en mi anciana madre, pero de ambos también heredé un espíritu rebelde antes las injusticias y un apego muy grande por la verdad.
No creo haber hecho ninguna heroicidad, sé que muchos hermanos que desean un país democrático, habrían hecho lo mismo que yo, o más. No quiero que me levanten ningún altar, no soy un héroe, soy un hombre común y corriente, alguien que comete errores, que ama los colores de la naturaleza cubana, un buen café, la música que me levanta el alma, la poesía de José Martí, y de muchísimos otros poetas, y la narrativa de los grandes escritores de todos los tiempos.
No creo haber hecho ninguna heroicidad, sé que muchos hermanos que desean un país democrático, habrían hecho lo mismo que yo, o más
He recibido una atención extraordinaria que considero debe cesar y redirigirse hacia los hermanos que continúan en las cárceles de nuestra sufrida patria, si he aceptado atender a las solicitudes de entrevistas que me han hecho por estos días, ha sido porque sé que los interesados en hacerlas también clamaron públicamente por mi libertad y es de bien nacido ser agradecido.
Si algún mérito tengo se lo debo a mis padres y sobre todo al apoyo invaluable que he recibido de Dios. Lo que sí te aseguro es que la dictadura cubana podrá matarme, hacerme la vida mucho más difícil, pero jamás me vencerá. Mi libertad no está en venta.
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