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La pandemia del coronavirus avanza imparable y arrasadora a nivel global mientras las estrategias nacionales y la ciencia buscan contener la curva creciente de contagio, que supera los 194.900 casos, con 7.905 muertes reportadas.
Entre los 144 países afectados hasta este martes por la dispersión del virus, China sigue encabezando la lista de personas infectadas con 80,881 y más de 3,220 muertes, seguida por Italia (27,980 contagiados y 2.158 fallecidos), Irán (16.169/988), España (11.316/499) y Corea del Sur (8.320/81). Estados Unidos ocupa el octavo puesto de las naciones con mayor cantidad de contagiadas, con 4.696 y 89 muertes.
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Detener el crecimiento exponencial de la enfermedad es el reto primario de la batalla para derrotar la epidemia. Las medidas gubernamentales para controlar el brote han sido implementadas en estos países con diversos criterios de emergencia, control ciudadano y prácticas médicas, y la efectividad para detener la propagación del COVID-19 muestra también resultados disímiles en virtud de cada experiencia nacional.
China, país donde se originó la epidemia, ha desplegado desde el pasado enero una estrategia agresiva que incluyó el aislamiento de ciudades en cuarentena forzosa, restricciones de viaje e incluso la paralización de la industria en algunas de sus regiones afectadas. Las duras medidas impuestas por el gobierno chino comienzan a dar fruto y las nuevas infecciones experimentan sus cifras más bajas desde la explosión del brote.
En países como Italia y España, la tardía aplicación del aislamiento y el cierre de instituciones de acceso público, han convertido a ambas naciones en epicentro mundial del coronavirus en pocas semanas, y sus ciudadanos se han visto obligados a recluirse en sus hogares ante la vertiginosa escalada de los casos contagiados. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha reconocido que los peores momentos están aún por transcurrir y, sin decretar una cuarentena nacional, ha solicitado a los ciudadanos evitar reuniones de más de 10 personas, al tiempo que se ha limitado el acceso a restaurantes, bares y gimnasios.
En medio de la crisis, dos modelos nacionales de enfrentamiento al coronavirus están resultando aleccionadores para el resto del mundo: Corea del Sur y Taiwán.
Corea del Sur, con pasos adelantados
A diferencia de China, Corea del Sur ha logrado revertir el avance de la enfermedad sin aislar ciudades. El sistema de respuesta surcoreana fue combinar la participación pública voluntaria con el uso creativo de aplicaciones de tecnología avanzada, según consideró el viceministro de Salud Kim Gang-Lip, citado por el diario El País.
Al estallar la epidemia en China a finales de 2019, era previsible que los países vecinos fueran los primeros focos de expansión del virus. Corea del Sur puso de inmediato en alarma su sistema de salud y detectó el primer caso el pasado 20 de enero.
Las autoridades sanitarias identificaron el origen de la epidemia en la ciudad de Daegu, donde reside el 75% de las personas contagiadas. Más de la mitad de los contagiados estaban asociadas a la Iglesia de Jesús de Shinchonji, un culto que promueve a su fundador, Lee Man-Hee, como una reencarnación de Jesucristo.
Pronto Corea del Sur se convirtió en el segundo país con más casos reportados después de China.
Sin embargo, desde el comienzo el número de fallecidos manifestó una tasa de mortalidad del 0,6%, mucho menor que la de los países que presentaban los mayores índices de infección.
¿Dónde está la clave del éxito de las autoridades surcoreanas? ¿Cómo ha sido posible que cuarenta días después de detectarse la enfermedad, las cifras de contagiados comenzaron a caer en picada, desde el 1 de marzo?
La determinación y la rapidez han posibilitado la respuesta efectiva del plan surcoreano.
El Ministerio de Salud puso en marcha la realización de exámenes masivos en las zonas críticas, con un criterio invasivo respecto a los posibles contactos de infectados, sin importar que estuviesen asintomáticos.
El gobierno autorizó de inmediato una red de casi un centenar de laboratorios para obtener resultados rápidos, una iniciativa que ahora intenta poner en marcha Estados Unidos.
“A diferencia de otros países, donde solo se hacen pruebas a quienes tienen síntomas, nosotros hemos decidido realizarlos a todo el que haya estado en contacto directo con casos confirmados. En lugar de esperar que los pacientes vinieran, hemos ido a por ellos y buscado posibles infectados para evitar que contagiaran a la comunidad", dijo el ministro de Salud de Corea del Sur, Park Neung-Hoo, en recientes declaraciones a la cadena CNN.
Corea del Sur ha realizado unas 15.000 pruebas diarias a sus ciudadanos y más de 200.000 desde que las autoridades gubernamentales declararon "alta alarma" en el país el pasado 23 de febrero. Los exámenes se practicaron en los vehículos para agilizar la gestión del personal sanitario y minimizar los riesgos de contaminación.
Los resultados derivaron en una decisión polémica pero indiscutiblemente útil, que fue geolocalizar -sin identificar- a las personas infectadas en una aplicación de móvil para que los ciudadanos pudieran informarse en tiempo real sobre las zonas con los mayores focos de infección.
La campaña de realización de las pruebas en Corea del Sur contrasta con la política aplicada en Estados Unidos, que también detectó su primer caso el 20 de enero, pero apenas había logrado examinar a unas 5,000 personas en el país hasta la pasada semana. El presidente Donald Trump ha lanzado este martes un programa extensivo, basado en la experiencia coreana, para masificar los exámenes y permitir a las autoridades estatales a que autoricen laboratorios en sus territorios para aumentar la capacidad de aplicarlos.
En España, por ejemplo, se han aplicado unas 30.000 pruebas desde el principio de la crisis con un criterio opuesto a la estrategia coreana, es decir, tomar muestras solo a personas que manifiesten los síntomas.
Pero no solo los exámenes han marcado la diferencia en la estrategia coreana para la remisión de la pandemia.
El país se llenó de desinfectantes de manos en espacios públicos como paradas del metro, tiendas, restaurantes y zonas de flujo de transeúntes.
En Daegu, cuando apenas se habían reportado 50 casos locales, las autoridades solicitaron a todos los ciudadanos que se quedasen en sus casas y usaran las máscaras protectoras de manera permanente, incluso dentro de sus hogares.
Desde febrero, las ciudades cerraron bibliotecas públicas, eventos deportivos, centros de recreación e instalaciones para atención de ancianos, a diferencia de otros países que decretaron gradualmente los cierres de lugares públicos. Los llamados del gobierno a no salir de las casas tuvieron una disciplinada respuesta de la población, que dejó calles vacías tan pronto se hicieron las advertencias oficiales.
El inicio del curso escolar se aplazó nuevamente este martes por otras dos semanas. Las guarderías y las escuelas primarias, medias y secundarias en todo el país no iniciarán sus clases hasta el 6 de abril, cinco semanas más tarde que en años normales.
La reacción de las autoridades coreanas ha marcado un punto de referencia para el comportamiento de naciones con similares niveles de desarrollo económico, sistema político y volumen poblacional como España e Italia, donde la epidemia sigue en escalada.
La prensa española ha observado que la diferenciación en el sistema de respuesta ante el coronavirus ha conducido también a los resultados menos efectivos. El periodista Pablo Linde ha valorado las consecuencias de la pobre respuesta del gobierno y la sociedad españolas en comparación con lo realizado por los surcoreanos: "En Madrid, el primer día tras el cierre de los colegios y las recomendaciones de teletrabajo, los parques y las terrazas estaban llenos. Era un miércoles y el ambiente en la calle era el de un festivo de buen tiempo".
El epidemiólogo Miguel A. Hernán, profesor de la Universidad de Harvard, cree que todos los países debería haberse comportado lo más parecido a Corea del Sur en el tratamiento del coronavirus.
“Todos los países europeos se han quedado cortos. En Wuhan llegaron tarde y luego consiguieron reducir la epidemia con medidas bestiales, casi crueles. Pero todas las otras ciudades chinas actuaron antes y fueron capaces de evitar brotes con el cierre de escuelas y medidas similares muchísimo antes del momento de epidemia que está ahora Europa", dijo Hernán. "Aunque Estados Unidos lo ha hecho todavía peor".
Las lecciones de Taiwán
Otro ejemplo valioso para cortar la propagación del coronavirus lo ha dado la pequeña nación de Taiwán, que aprovechó las lecciones aprendidas durante el brote de SARS de 2003, cuando murieron 82 personas.
Se pudiera presentir que tratándose de una isla a solo 81 millas de distancia de la China continental, y en momentos en que unos 2.000 turistas chinos viajaban allí para festejar el Año Lunar, el territorio taiwanés fuera altamente golpeado por el COVID-19.
Pero las estadísticas más recientes indican lo contrario.
Hasta el pasado viernes Taiwán reportaba solo unos 50 casos de coronavirus y un solo fallecido. Resulta impresionante que a pesar de su cercanía con China y el flujo constante de pasajeros entre ambas partes, Taiwán mantenga la menor tasa de incidencia per cápita de contagiados, con alrededor de 1 de cada 500.000 habitantes.
La población de la isla asiática duplica la de Cuba: 23 millones de habitantes.
Un reciente reportaje de la cadena NBC News reveló que el comportamiento de las autoridades taiwanesas se asemejó en dinamismo y agresividad al de sus vecinos surcoreanos.
La reportera Cindy Sui relata cómo desde el mismo momento en que China notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que tenía varios casos de una neumonía desconocida, el pasado 31 de diciembre, las autoridades sanitarias de Taiwán ordenaron las inspecciones obligatorias a todos los pasajeros que llegaban a la isla procedentes de Wuhan, la ciudad china donde estalló la epidemia.
Pero las autoridades taiwanesas fueron más allá y a pesar de las tensas relaciones con Beijing, pidieron permiso para enviar un equipo de expertos a China en misión de investigación, el 12 de enero.
"No nos dejaron ver lo que no querían que viéramos, pero nuestros expertos percibieron que la situación no era optimista", dijo el portavoz del gobierno taiwanés, Kolas Yotaka, en declaraciones a NBC News.
Tras el retorno del equipo investigador, el gobierno de Taiwán ordenó a los hospitales aplicar pruebas de contagio y reportar los casos, lo que facilitó identificar a los infectados, rastrear sus contactos y aislar a todos los involucrados, mucho antes de que el virus se propagara a la comunidad, según explica el reporte de Sui.
Las bases para la batalla epidemiológica quedaron sentadas antes de que se reportara el primer caso en el país y se dispararan las alarmas en el mundo occidental, el 21 de enero.
Las primeras medidas fueron duras y centralizadas. Taiwán prohibió viajar a Wuhan antes que cualquier otro país, luego eliminó los vuelos a la casi totalidad de las ciudades chinas, e instaló monitores de temperatura en todos los aeropuertos, siguiendo el patrón del brote de SARS en 2003.
La nación asiática también ha puesto en práctica un proactivo sistema de pruebas, incluyendo la repetición en personas que estuvieron en contacto con infectados y dieron negativo la primera vez.
También desde el primer momento se recomendó y aseguró el suministro de máscaras. El gobierno incrementó la producción de los nasobucos con la cooperación de soldados, prohibió la exportación del artefacto y fijó el precio a solo 16 centavos cada una.
Prácticamente todos los edificios de oficinas, escuelas y centros deportivos comenzaron a revisar las temperaturas de las personas, y colocaron desinfectante de manos a la entrada de los ascensores.
Un elemento fundamental ha sido que el sistema de seguro médico del país, que cubre al 99 por ciento de la población, permite cubrir la visita al hospital para hacerse el examen sin costo para el paciente.
"Puedes hacerte una prueba gratuita, y si te obligan a estar aislado, durante los 14 días, te pagamos la comida, el alojamiento y la atención médica", dijo Kolas. "Así que nadie evitará ver al médico porque no puede pagar la atención médica", comentó el portavoz gubernamental Kolas Yotaka.
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