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BRASILIA/SANTIAGO/BUENOS AIRES, 30 oct (Reuters) - En las calles de Santiago y de Quito, y en las urnas en Buenos Aires, muchos sudamericanos han rechazado en las últimas semanas las agendas de libre mercado de sus líderes, a las que culpan de ahondar la desigualdad en la región.
El final de la "marea roja" de líderes izquierdistas que gobernaron América Latina en la década de 2000 dio paso en los últimos años a una serie de gobiernos más conservadores.
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Pero si bien cada país tiene sus propios problemas, ha habido una reacción común contra las políticas "favorables al mercado" aplicadas por algunos de esos gobiernos, como la privatización de activos estatales, la reducción de subsidios públicos y la exposición de más aspectos de la sociedad a las fuerzas del mercado.
En Chile, que realizó reformas de mercado mucho antes que el resto de la región y es considerado por muchos como el paradigma del neoliberalismo, más de 1 millón de personas marcharon el viernes para protestar contra la agenda económica del multimillonario presidente Sebastián Piñera, en la manifestación más grande desde el regreso de la democracia en 1990.
La concentración siguió a una semana de disturbios en que al menos 18 personas murieron. La agitación comenzó luego de que el gobierno subió el precio del pasaje del transporte público en la capital, pero reflejó una ira acumulada por un curso económico que se ha mantenido inalterado a pesar de la creciente desigualdad.
"Acá hay dos chiles: el Chile cuico (adinerado) y el que es pobre y, lamentablemente, yo trabajo para el barrio alto (rico) y allá se ve otra realidad, no se ve lo que estamos viviendo acá", dijo Nathaly Meléndez, una manicurista de 28 años, en Santiago.
"Si no tienes dinero vas a tener que esperar en la salud pública, la educación es terrible acá, los estudiantes están todos endeudados; de verdad estamos mal", agregó.
Las protestas en Chile siguieron a violentas manifestaciones en Ecuador por un recorte a los subsidios a los combustibles, lo que obligó al gobierno a reubicar temporalmente la capital en Guayaquil.
Y en el rechazo probablemente más evidente a la austeridad y a las reformas favorables a las empresas, los votantes argentinos dieron el domingo la espalda al presidente conservador Mauricio Macri y eligieron al peronista Alberto Fernández, en un aplastante apoyo a una agenda decididamente más proteccionista.
Branko Milanovic, profesor visitante de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y experto en desigualdad, dice que los desequilibrios provocados por la globalización han sembrado el descontento en América Latina.
La globalización de las últimas décadas provocó un aumento de los productos de bajo costo de países como China y expandió los mercados de exportación para las materias primas de América Latina, ayudando a impulsar el crecimiento económico, pero muchos en la región sienten que son los ricos quienes han recibido la recompensa.
Según algunas parámetros, Chile es uno de los países más desiguales de América Latina, pero también tiene el ingreso promedio más alto.
Según Milanovic, la suma de la riqueza de los multimillonarios chilenos en 2015 equivalía a una cuarta parte del producto interno bruto, la proporción más alta del mundo, si se excluye a paraísos fiscales como Chipre, y alrededor del doble que en México y Perú.
"Si no hay justicia social y un mínimo de cohesión social, los efectos del crecimiento se desvanecerán en dolor, manifestaciones y, sí, en disparos contra las personas", escribió Milanovic.
Líderes de izquierda han sido blindados por el reflujo contra el mercado.
Evo Morales, el presidente socialista de Bolivia que ahora enfrenta protestas generalizadas tras una cuestionada victoria electoral este mes, ha tratado de congregar a sus partidarios con advertencias sobre un regreso del neoliberalismo si deja el poder.
Creomar De Souza, fundador de la consultora Dharma Political Risk And Strategy, que tiene su sede en Brasilia, dijo que el impacto político de largo plazo de los levantamientos aún no estaba claro.
"Pero en algunos de estos países, Argentina y quizás Bolivia, la economía dará un giro más heterodoxo, con un papel más importante para el Estado", dijo De Souza. "Piñera apoyará algunas reformas sociales en Chile, pero la legitimidad de esa generación de políticos está amenazada".
Pauperización de la gente
El malestar coincide con un menor crecimiento económico de América Latina tras el largo auge impulsado por las materias primas.
El Fondo Monetario Internacional recortó este mes sus pronósticos de crecimiento para la región a un magro 0,2%, la segunda tasa más débil del mundo, solo por delante del 0,1% de Oriente Medio y África del Norte.
Si bien muchas personas en el mundo se sienten más pobres por la desaceleración de la economía mundial, en América Latina es verdaderamente cierto, según cifras del Banco Mundial.
El prestamista multilateral usa una serie de medidas para determinar el PIB per cápita, dependiendo de las fluctuaciones del tipo de cambio, y la mayoría de ellas sugieren que en la región hoy es más bajo que hace cinco años.
Según la medida en dólares estadounidenses, el PIB per cápita en América Latina el año pasado fue de 9.023 dólares, un 13% menos que el máximo de 10.405 dólares de 2014.
Una tendencia a la que no ayudan los esfuerzos para reducir los déficits presupuestarios de gobiernos como los de Argentina, Chile y Brasil.
Ana Lia Agullo, una jubilada de 69 años en Buenos Aires, dijo que el nuevo gobierno de Argentina necesitaba concentrarse en el empleo, la salud y la educación, "los pilares de toda sociedad".
"Lo que no coincidiría para nada con lo que supuestamente es un modelo Macri que, obviamente no es ningún modelo, es un gran negociado típico de gente que pertenece a esa clase".
Moody's advirtió de que la presión social probablemente también obligue a Piñera a moderar los esfuerzos para reducir el déficit y frenar el crecimiento de la deuda de Chile.
Para los observadores de Brasil, lo que pasa en Chile puede ser de especial interés porque el ministro de Economía, Paulo Guedes, es un devoto de su modelo económico.
Guedes, un economista ortodoxo formado en la Universidad de Chicago, fracasó en su intento de introducir un sistema de pensiones en Brasil basado en el modelo chileno de cuentas de ahorro privadas, pero su reforma, aprobada este mes, le ahorrará al Estado 800.000 millones de reales (200.000 millones de dólares) durante la próxima década, aumentando la edad mínima de jubilación y las contribuciones de los trabajadores.
El resto de su agenda de reformas, que incluye una desregulación del mercado laboral y más privatizaciones, puede enfrentar una mayor resistencia política.
Aún están frescos los recuerdos de la brutal recesión de 2015/2016 y de la huelga de camioneros del año pasado por el aumento de los precios del diesel, que detuvo el país.
Hasta el momento, no hay señales de que las personas vuelvan a manifestarse en las calles de Brasil, pero el ambiente político parece estar volviéndose en contra de la agenda de Guedes.
El legislador de centroderecha Marcelo Ramos dijo que Brasil necesita las inversiones para volver a crecer, pero que también necesita abordar la desigualdad.
La desigualdad "impide que millones de brasileños sean consumidores y exige grandes gastos sociales para los trabajadores desempleados, desanimados y subutilizados", dijo.
La disparidad "impide que millones de brasileños se conviertan en consumidores y exige un fuerte gastos social en los desempleados, los desencantados y los trabajadores subutilizados".
(Reporte de Jamie McGeever en Brasilia, Joan Manuel Santiago López y Miguel Lo Bianco en Buenos Aires y Fabián Cambero en Santiago de Chile Editado en español por Javier López de Lérida)
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