Panes sin grasa, bajos de peso, desvío de recursos y suciedad en las panaderías de Caibarién

Los inspectores encontraron a su paso tártaras sucias, panes en el piso, y auténticos vertederos dentro de los hornos de cocción, “algo que atenta contra la inocuidad de los alimentos”

Pan cubano, conocido por su pésima calidad © CiberCuba
Pan cubano, conocido por su pésima calidad Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 6 años

Una reciente inspección a las panaderías del municipio villaclareño de Caibarién permitió a los directivos de la Empresa Provincial Productora de Alimentos (EPPA) percatarse de lo que según ellos constituye una rareza: los panes no tenían ni la calidad ni el peso requerido, y la suciedad reinaba en la gran mayoría de las unidades visitadas.

“Al llamar a la puerta de la panadería Van Troi nos recibió un ciudadano ajeno a la unidad. Así que imagínese usted qué clase de control administrativo puede haber en esa entidad”, denunció alarmado por la emisora radial CMHW de Santa Clara, Juan Miguel González, director de la EPPA.


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Tanto en esa panadería como en El Fénix y la Marcelo Salado los inspectores encontraron que existía una sobreproducción de panes, pero cada uno de estos tenía un gramaje inferior al reglamentado.

Según explicó González, de los 80 gramos que debía tener el pan de la canasta básica solo pesaba 50 gramos, lo que significa que los consumidores estaban recibiendo casi la mitad de lo que se les asigna por la libreta de abastecimiento.

De los 80 gramos que debía tener el pan de la canasta básica solo pesaba 50 gramos, lo que significa que los consumidores estaban recibiendo casi la mitad de lo que se les asigna por la libreta de abastecimiento

Por otra parte, el pan destinado a los organismos estatales y que debía pesar 50 gramos solo pesaba 38 gramos, mientras que el que se comercializa de manera liberada a tres pesos la unidad, tenía igualmente un faltante de 13 gramos.

A ello se le suma que no se había empleado ni una sola gota de grasa en su elaboración, según las palabras textuales del entrevistado, lo cual puede dar una idea exacta de la calidad del producto.

Los inspectores encontraron a su paso tártaras sucias, panes en el piso, y auténticos vertederos dentro de los hornos de cocción, “algo que atenta contra la inocuidad de los alimentos”, explicó el directivo.

Durante el turno de trabajo visitado se constató además el desvío de materias primas, y se ocuparon pequeñas cantidades de harina, sal, azúcar y aceite a varios trabajadores.

“Los documentos administrativos no estaban en orden, lo cual daba cabida a todo este tipo de irregularidades, y evidencia que los administradores se encontraban en contubernio con los maestros panaderos”, dijo Juan Miguel González a través de la radio local.

Si bien lo detectado en las panaderías de Caibarién no constituye una rareza, el directivo evitó referirse a la calidad del pan en otros territorios de la provincia; pero sí argumentó que el auge del cuentapropismo propicia situaciones como estas, pues existe una alta demanda de panes para abastecer hostales, paladares y cafeterías particulares, situación que estimula el robo en las unidades que él dirige.

“Todo el que haya incurrido en robo al consumidor será separado definitivamente de su puesto de trabajo, y los que participaron de delitos colaterales serán analizados puntualmente por la propia empresa”, concluyó.

El salario de un panadero cubano roza los 300 pesos mensuales (12 CUC), por lo que el robo y desvío de recursos constituye un modo de supervivencia para muchos de ellos. Como siempre, los más afectados son aquellos cubanos que viven en condiciones de pobreza, y para quienes el pan de la bodega sigue siendo un alimento imprescindible.

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