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El saldo mortal del terremoto que el pasado 6 de febrero azotó a Turquía y a Siria supera las 23,000 víctimas, según cifras oficiales.
El gobierno turco informó este viernes que entre ambos países hay un total de 23,700 muertos y 82,000 heridos, y dieron por terminadas las operaciones de rescate en las provincias de Sanliurfa y Kilis.
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El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, reconoció que la respuesta y búsqueda de supervivientes "no fue todo lo rápida" que hubiera deseado, debido a los daños sufridos en las carreteras, la extensión del área, las inclemencias del tiempo y la congestión de tráfico generada por los vehículos de miles de personas que intentaban huir de las zonas afectadas.
El mandatario sirio, Bachar el Asad, visitó algunos de los hospitales a los cuales han sido trasladados los heridos. Su gobierno se encuentra en negociaciones con la Organización de Naciones Unidas (ONU) para llevar ayuda a las zonas que están desde hace años bajo control de grupos rebeldes.
El grupo de rescatistas conocido como los Cascos Blancos, que opera en las áreas opositoras sirias denunció este viernes que la burocracia de la ONU "ha participado en la matanza del pueblo sirio".
"He hablado con un responsable de la ONU, pregunté sobre las causas (del retraso) y me contestó que por motivos burocráticos. Hoy la burocracia de la ONU participó en la matanza del pueblo sirio", dijo en una rueda de prensa desde la provincia de Idlib el líder de los Cascos Blancos, Raed Saleh.
Una mujer siria de 60 años y sus hijos de 22 y 24 años fueron rescatados este viernes después de pasar cinco días bajo los escombros en la localidad de Jableh, en la provincia de Latakia.
El camarógrafo cubano Vladimir Tapanes, radicado en Turquía desde hace cerca de un año, sobrevivió a los terremotos y aseguró que el miedo que vivió junto a su familia y el resto de personas que en la ciudad de Adana es indescriptible.
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