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La selección de Argentina se clasificó para su sexta final de la Copa del Mundo (segunda de la era Lionel Messi) al derrotar tres goles por cero a unos guerreros de Croacia encabezados por el enorme Luka Modric.
Caprichos del destino: hace exactamente 16 años, 9 meses y 12 días, el joven Messi había marcado ante Croacia su primer gol con la camiseta albiceleste en un amistoso en Basilea donde otro mozalbete llamado Luka Modric hizo su debut con la absoluta del país de los Balcanes.
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Después de eso los dos se convirtieron en leyendas, cada uno con el 10 en el dorsal. Ambos ganaron el Balón de Oro, Ligas, Champions; ambos se hicieron subcampeones del planeta... Los dos llegaron a la capitanía de sus selecciones nacionales, y he aquí que este martes, en el Estadio Lusail, les tocó cruzar armas en las semifinales de la Copa de Qatar.
Ya no eran los muchachos de aquel miércoles primero de marzo de 2006, sino dos veteranos que salían a dejarse la vida sobre el pasto para cumplir un sueño de ahora o nunca. Visto lo visto, el de Messi se mantiene en pie; el de Modric, para desgracia suya, se ha esfumado.
Argentina llegaba al partido agarrada a la cábala de que nunca había sido eliminada en las semis de un Mundial. Además, lo hacía inspirada: el estreno fatal contra Arabia Saudita encorajinó a sus elementos, que triunfaron en tres juegos seguidos y luego rebasaron el golpe sicológico del empate tardío de Holanda.
Por su parte, Croacia arribaba a esta instancia convencida de poder repetir la gesta de Rusia 2018, invicta en el torneo (una victoria y cuatro empates) y confirmando que, si se trata de saber sufrir, nadie le pone un pie delante. Si no, que se lo pregunten a Brasil.
La albiceleste entró al partido sin el gran socio de Messi, Ángel Di María, y la inserción de Leandro Paredes le dio paso a un esquema 4-4-2. Al inicio los equipos se mostraron muy aplicados en defensa, a tal punto que hasta el minuto 20 aún no había sucedido nada reseñable en materia de emociones y el genio rosarino no tocaba un balón en sectores donde pudiera hacer daño.
Fue a partir de entonces que la albiceleste le puso más ritmo a la circulación de la pelota y lanzó varios pases que pretendían encontrar receptores en el área. Así, al '25, Enzo Fernández exigió la primera intervención de Dominik Livakovic.
Pasada la media hora se rompió el abrazo en el score. Julián Álvarez quedó mano a mano ante Livakovic, quien lo derribó. Messi -que hoy alcanzó a Lothar Matthaeus como máximo jugador de choques mundialistas con un total de 25- cobró el penal duro y arriba, convirtiéndose en líder goleador solitario de la selección argentina en Mundiales (11) y empatando con Kylian Mbapé en la vanguardia de esta Copa (5).
Acostumbrados a las remontadas, los croatas se echaron adelante, pero al '39 recibieron un nuevo castigo derivado de un jugadón de Álvarez, que la tomó en mitad de cancha e hizo una corrida donde esquivó la presión de cuatro rivales y, en un rebote azaroso, atinó a puntear la esférica.
Era el gol de la supuesta calma (recordemos que hace unos días Holanda descontó dos goles argentinos en los minutos decisivos del cotejo). Y con ese marcador se fueron al descanso: Croacia había dominado ampliamente la posesión, presionó con líneas adelantadas, pero la escuadra sudamericana tiró de efectividad en las escasas ocasiones que se le presentaron.
A la vuelta de los camerinos, Zlatko Dalic intentó reforzar el ataque y, tras un cambio de sistema, llegó a disponer de cuatro delanteros en el campo. Lionel Scaloni contestó pasando a línea de tres centrales, y en el '69 Messi volvió a hacer una de esas maniobras insólitas para llegar a línea de fondo, zafarse de Josko Gvardiol y asistir al desmarcado Álvarez. La pizarra de 3x0 dejaba sentenciado el desafío y devolvía el golpe (idéntico por cierto) recibido por Argentina ante Croacia en Rusia 2018.
Ojo al dato: con ese pase Messi devino el primer jugador con participación directa en 20 goles (11 dianas y 9 asistencias) en la historia de la Copa del Mundo, según MisterChip.
Argentina a la final.
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