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PUERTO PRÍNCIPE, 8 jul (Reuters) - Los haitianos se despertaron el jueves en la incertidumbre, esperando el resultado de un tiroteo entre la policía y un escuadrón de asalto que asesinó al presidente Jovenel Moïse, mientras los políticos discutían sobre quién debería asumir el liderazgo de un país devastado por la violencia.
Moïse, de 53 años, fue asesinado a tiros en la madrugada del miércoles en su casa por un comando de asesinos entrenados, lo que sumió al país más pobre de América en un caos más profundo en medio de enormes divisiones políticas, hambre y violencia de pandillas generalizada.
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La policía y el Ejército de Haití lograron rastrear y rodear a los presuntos asesinos, entre los que se encontraban mercenarios extranjeros, y libraron una feroz batalla con ellos el miércoles por la noche, informaron las autoridades.
Hasta el momento habían matado a cuatro sospechosos, detenido a dos y liberado a tres policías tomados como rehenes.
"La policía todavía está en combate con estos asaltantes", dijo el director general de la policía, Leon Charles, en comentarios televisados el miércoles por la noche, mientras los disparos sonaban en Puerto Príncipe.
La capital parecía tranquila el jueves por la mañana mientras la policía rondaba las calles del vecindario de Pelerin, donde continuaba el enfrentamiento con los hombres armados restantes, según un testigo de Reuters.
La muerte de Moïse ha generado confusión ahora sobre quién es el líder legítimo del país de 11 millones de habitantes, que comparte la isla La Española con República Dominicana.
Eso no presagia nada bueno en una nación que ha luchado por lograr la estabilidad desde la caída de la dictadura dinástica de Duvalier en 1986, lidiando con una serie de golpes de Estado e intervenciones extranjeras.
"Puedo imaginar un escenario en el que hay problemas con respecto a quién son leales las Fuerzas Armadas y la policía nacional, en el caso de que existan reclamos rivales de ser el presidente del país", dijo Ryan Berg, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por su sigla en inglés).
La Constitución de 1987 estipula que el jefe de la Corte Suprema debe asumir el cargo. Pero enmiendas que no son reconocidas unánimemente estipulan que sea el primer ministro o, en el último año del mandato de un presidente, como en el caso de Moïse, que sea el Parlamento el que elija a un presidente.
Pero el presidente de la Corte Suprema de Justicia murió el mes pasado de COVID-19, en medio de un aumento de las infecciones en uno de los pocos países del mundo que aún no ha iniciado una campaña de vacunación.
No hay un Parlamento en funciones, ya que Haití no pudo celebrar elecciones legislativas a fines de 2019 en medio de disturbios políticos.
Moïse había nombrado esta semana a un nuevo primer ministro, Ariel Henry, para reemplazar al primer ministro interino Claude Joseph, aunque aún no había jurado cuando el presidente fue asesinado.
Joseph apareció el miércoles para hacerse cargo de la situación, dirigiendo la respuesta del gobierno al asesinato, pidiendo apoyo a gobiernos extranjeros y declarando estado de emergencia.
Henry, sin embargo, declaró al diario haitiano Le Nouvelliste que ya no consideraba a Joseph como el primer ministro legítimo y que debería volver al papel de ministro de Relaciones Exteriores.
"Creo que tenemos que hablar. Se suponía que Claude permanecería en el gobierno que yo iba a dirigir", sostuvo Henry.
República Dominicana dijo el miércoles que iba a cerrar su frontera con Haití y a reforzar la seguridad, en medio de temores de una ruptura del orden en el país.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debía celebrar el jueves una reunión a puertas cerradas sobre la situación en Haití.
Una misión de mantenimiento de la paz de la ONU, destinada a restablecer el orden después de que una rebelión derrocara al entonces presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004, terminó en 2019 con el país aún en desorden.
(Reporte de Sarah Marsh. Editado en español por Janisse Huambachano)
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