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Yanelys Núñez Leiva es una joven que engaña a primera vista. Pequeña y menuda, de expresión afable y siempre sonriente, no aparenta sus 30 años. Sin embargo, su vida en Cuba ha sido de todo menos tranquila.
Entrevistada por CiberCuba, relató cómo en su patria fue detenida varias veces por su activismo político en contra de la censura y la represión a los artistas independientes, una lucha desgastante que continúa apoyando desde Madrid, donde hace varios meses decidió pedir asilo político.
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Licenciada en Historia del Arte, trabajó para la revista Revolución y Cultura hasta 2016, cuando fundó el Museo de la Disidencia Cubana junto al reconocido artista plástico Luis Manuel Otero Alcántara, proyecto dirigido a repensar el concepto de disidencia en la Isla y a cuestionar la ausencia de legitimidad que le da el gobierno a los opositores.
“El museo partió de tomar el significado que tiene la palabra en el diccionario: tener una opinión contraria a la del otro, y entonces creamos un archivo online, donde incluimos a todas las figuras, reconocidas o no por la historia oficial, que puedan ser denominados disidentes. Utilizamos cuatro símbolos: Hatuey, José Martí, Fidel Castro y Oswaldo Payá, para hacer un recorrido por toda la historia de Cuba.
“Desde esa plataforma, lo que siempre nos hemos preguntado es cómo lidiar con el tema del miedo en Cuba, por eso la mayoría de los eventos que hacemos se centran en afrontar posturas cívicas sin temor, o hacerlo sabiendo que, aunque hay consecuencias, también hay un espacio de emancipación personal”.
–¿Cómo realizan las convocatorias a sus actividades?
–Siempre usamos las redes sociales: Facebook, Instagram, que nos han dado protección y visibilidad. Siempre exponemos lo que vamos a hacer, no solo por la convocatoria a los eventos en sí, sino para que a nivel internacional la gente sepa qué estamos haciendo y cuáles son las características del evento, porque el gobierno siempre intenta tergiversar lo que hacen los disidentes o los artistas políticos.
–Así surgió la Bienal 00, totalmente independiente del gobierno.
–Ese ha sido el evento más importante, no solo por la repercusión mediática que tuvo, sino porque logramos aglutinar a creadores vinculados a la institución que tenían mucho que perder como para vincularse con un proyecto independiente, organizado por el Museo de la Disidencia y repudiado completamente por el gobierno.
“Lo bueno es que más de 170, cubanos y extranjeros, dijeron que sí y no cedieron a las amenazas; que las hubo de todo tipo: los llamaron por teléfono, les dijeron que no expondrían más en ninguna institución… Su respuesta fue uno de los mayores logros de la Bienal”.
“Tratamos de atraer a artistas con mayor reconocimiento. Que sus voces estuviesen ahí les quitó a otros el miedo a asistir. Y cuando tú ves vinculadas a personalidades como José Bedia, Tania Bruguera, Ernesto Arosa o Coco Fusco, te da menos miedo. Es un poco lo que pasa en el arte cubano, que hay mucha ambivalencia”.
–Ustedes convocaron la Bienal 00 en protesta por la cancelación de la Bienal oficial, debido a los daños causados por el huracán Irma en 2017. ¿No fue demasiado riesgoso convocar a un evento cultural cuando había muchos compatriotas pasándola realmente mal?
—Es que todo el mundo sabe que la Bienal de La Habana la organizan los creadores con su dinero, el gobierno solo pone un mínimo. Lo del huracán era una justificación, ellos no querían ni prensa ni artistas internacionales dando vueltas por ahí. Por eso hicimos la convocatoria, porque no contaron con ellos para suspender el evento, y se podía haber llegado a una solución, digamos, hacer uno a menor escala, o pedirles a ellos colaboración para que dieran su dinero...
“Cuando lanzamos la iniciativa, la mayoría de los artistas y curadores, al menos en las redes sociales, nos apoyó. Luego, con el arresto de Luis Manuel Otero Alcántara, principal gestor del proyecto, la cosa tomó un matiz serio y muchos de los que dijeron que iban a colaborar se apartaron un poco, estuvieron a la sombra, no querían que salieran sus nombres”.
–Finalmente, pese al acoso y las trabas del gobierno, en mayo de 2018 se celebró el evento. ¿Qué significó para ti?
–A nivel personal, sentí que habíamos conseguido algo positivo para los derechos personales dentro del circuito del arte. Para mí es muy importante, porque la gente tiene miedo a emprender cosas independientes.
“Después, cuando estábamos celebrando, nos enteramos de la firma del Decreto 349. Sentí mucho cansancio e impotencia, era un paso atrás. Algo como la Bienal 00 no se hubiera podido hacer con ese decreto, porque tiene toda la potestad para impedirlo a nivel legal. Pueden llegar a tu casa a decomisar, a sancionar, a quitarte los equipos que tengas….”.
“Enseguida iniciamos un proceso de trazar estrategias de trabajo para derogarlo. El decreto se firmó en abril y se puso en vigor el 7 de diciembre, y en esos cuatro meses realizamos actividades en las redes sociales y en el espacio físico. Presentamos un recurso de queja, lo único legal que podíamos hacer, ante el Ministerio de Cultura, la UNEAC y el Departamento de Atención a la Ciudadanía, para cubrir todas las áreas posibles. Nunca tuvimos respuesta”.
“No obstante, logramos que el día antes de entrar en vigor se anunciara que no se iba a aplicar a los espacios artísticos independientes. Fue una victoria, después de tantos meses de trabajo, detenciones, difamaciones, aunque solo a medias, porque nuestro objetivo principal era su derogación total y la discusión de una política cultural justa con las instituciones, con un respeto hacia el arte independiente y el arte en sentido general”.
–En medio de todo ese proceso, en abril de 2019 se efectuó la Bienal oficial que había sido pospuesta.
–A mí esa Bienal me dio mucha tristeza, porque se había firmado el 349 –que al final no se derogó, se habló de normas complementarias de las que nadie sabe nada aún–. Y así, en medio de un decreto, la gente abrió sus estudios para esto. Y eso para mí es parte del carácter de los artistas cubanos, que no son consistentes.
“Los activistas contra el 349 no quisimos boicotear la Bienal, solo pedimos un posicionamiento de parte de los artistas. Dijimos: ‘Participen, pero hagan algún tipo de denuncia’. Hay muchas maneras: no tenía que ser en un periódico diciendo: ‘Estoy en contra del Decreto 349’. Podía ser, por ejemplo, invitar a un artista independiente a participar, o a que diera una conferencia en su obra, o usar una camiseta con un cartel”.
“Porque si alguien invitado oficialmente por la Bienal hace eso, de alguna manera está repudiando esa norma, porque le está dando visibilidad a esos artistas independientes. Pero ninguno lo hizo. Les enviamos correos. No nos respondieron”.
–¿A qué achacas esa actitud de los artistas cubanos que no se han sumado a la lucha contra el Decreto 349?
–Creo que lo principal es el miedo, y también, que viven en una posición de mucha comodidad. Es difícil, cuando tienen dos o tres casas o un estudio, además de contactos de artistas extranjeros que vienen a ese estudio, o de coleccionistas que vienen y les compran. Es muy duro que pierdan eso simplemente por una discusión con el gobierno, cuando mucha gente piensa que esa discusión no va a llegar a ningún lado.
“Es un área de confort, junto con el miedo y la apatía. La mayoría de ellos están sumamente cómodos, viven por encima de la media del cubano de a pie. Por supuesto, sus problemas no son si no tienen café o puré de tomate; ellos valoran si podrían vender un cuadro en 7.000 dólares si se oponen al 349 o a otra cosa”.
–¿Qué tienen por delante ahora los artistas independientes?
–Hemos ampliado el nivel de exigencia. No queremos solo centrarnos en el Decreto 349, que pueden derogarlo mañana o no, sino enfocarnos en la discusión acerca de la libertad de expresión en Cuba, cuya política cultural está basada en las “Palabras a los intelectuales”, un documento que al final es completamente coercitivo.
“En 2020 queremos hacer la segunda edición de la Bienal 00; ya la estamos organizando, aunque aún no tiene fecha. Tenemos que adaptarnos al nuevo contexto, que es más rígido, además de que se ha ido mucha gente de diferentes proyectos, no solo artísticos, sino de otros vinculados a la lucha del movimiento LGTBI, periodistas independientes, etc. No será igual que la primera, porque el gobierno sabe cómo la hicimos, conoce nuestras estrategias, y ahora tenemos que repensarlo todo y hacer algo totalmente diferente”.
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