¿Hay "métodos" legales para un posible tercer mandato presidencial de Donald Trump?

Trump ha planteado varias veces, en tono que oscila entre el chiste y la advertencia, la idea de un tercer mandato: ¿Sería legal?


La posibilidad de que un presidente de Estados Unidos intente extender su estancia en el poder más allá de lo que marca la Constitución ha sido, históricamente, un tabú democrático.

Sin embargo, en la era de Donald Trump, ese tabú parece diluirse.


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El magnate republicano, que ya gobernó entre 2016 y 2020 y que regresó a la presidencia en 2024 tras una polarizada contienda electoral, ha comenzado a explorar los límites legales y políticos de una tercera presidencia, algo que la Enmienda 22 de la Constitución estadounidense prohíbe de manera explícita.

Trump, sin embargo, ha dejado claro que no se rige por precedentes ni convencionalismos: quiere volver a postularse en 2028, y para ello está buscando "métodos".

“No está bromeando”, aseguró en una entrevista con la periodista Kristen Welker, de NBC News, al ser cuestionado sobre la posibilidad de un tercer mandato.

En la misma conversación, Trump afirmó de forma enigmática: “Hay métodos”.

Y aunque no detalló cuáles serían, dejó la puerta abierta a un debate legal, institucional y político que podría poner a prueba una de las normas fundamentales del sistema democrático de Estados Unidos.

La barrera constitucional: la Enmienda 22

Desde 1951, la Constitución de Estados Unidos prohíbe expresamente que una persona pueda ser elegida como presidente en más de dos ocasiones.

La Enmienda 22, redactada tras la larga presidencia de Franklin Delano Roosevelt, establece que: "Ninguna persona será elegida para el cargo de presidente más de dos veces".

Esta disposición fue impulsada como una salvaguarda contra la concentración de poder, luego de que Roosevelt gobernara por más de tres mandatos consecutivos, el único caso en la historia del país.

Tras su muerte en 1945, y en medio del temor de que la presidencia se convirtiera en una figura monárquica encubierta, el Congreso decidió establecer un límite claro.

Desde entonces, todos los presidentes se han ceñido a esta regla.

Incluso aquellos con gran popularidad, como Ronald Reagan o Barack Obama, no buscaron fórmulas para prolongar su estancia en la Casa Blanca. Sin embargo con Trump, el panorama ha cambiado.

¿Una tercera presidencia por vías legales?

Trump ha planteado varias veces, en tono que oscila entre el chiste y la advertencia, la idea de un tercer mandato.

En un mitin en Nevada en enero dijo: “Será el mayor honor de mi vida servir, no una vez, sino dos veces o tres veces o cuatro veces”, aunque a continuación dio a entender que se trataba de una broma.

Uno de los planteamientos más polémicos procede de un artículo de 1999, publicado en la Minnesota Law Review, en el que el profesor Bruce Peabody argumentaba que la Enmienda 22 ha sido objeto de un “malentendido generalizado”.

Según él, la norma no prohíbe que alguien que ya ha sido elegido dos veces acceda nuevamente al poder por otros medios, como por ejemplo, mediante sucesión desde la vicepresidencia.

“La Vigesimosegunda Enmienda sólo proscribe la reelección de un Presidente ya elegido dos veces”, escribía Peabody.

Este tipo de lectura ha sido retomada por aliados de Trump, como Steve Bannon, quien en marzo declaró en NewsNation: “Soy un firme creyente de que el presidente Trump se postulará y ganará nuevamente en 2028... Estamos trabajando en ello”.

La teoría JD Vance: el "truco" sucesorio

Una de las estrategias sugeridas por algunos asesores cercanos a Trump consiste en que un aliado político -como JD Vance- se presente a las elecciones de 2028 como candidato presidencial, con Trump como figura vicepresidencial o asesor clave.

Una vez en el cargo, ese presidente renunciaría y Trump asumiría la presidencia, amparado en la línea de sucesión.

Sin embargo, esta idea se enfrenta a obstáculos constitucionales claros, y es que Enmienda 12 establece que:

"Ninguna persona que sea constitucionalmente inelegible para el cargo de presidente será elegible para el de vicepresidente de Estados Unidos".

En otras palabras, si Trump no puede ser presidente por haber cumplido dos mandatos, tampoco puede ser vicepresidente.

Esta barrera convierte en inviable legalmente el plan de ascensión desde la vicepresidencia.

El respaldo del Congreso: El proyecto de Andy Ogles

A pesar de los obstáculos constitucionales, algunos legisladores han intentado abrir la puerta a un cambio normativo.

El congresista Andy Ogles, republicano por Tennessee, ha presentado un proyecto de ley para modificar la Enmienda 22.

Su propuesta permitiría que un expresidente con mandatos no consecutivos pueda ejercer un tercer período de gobierno.

La redacción propuesta es clara:

"Ninguna persona podrá ser elegida para el cargo de presidente más de tres veces, ni ser elegida para ningún mandato adicional después de haber sido elegida para dos mandatos consecutivos..."

El objetivo es uno: habilitar legalmente un tercer mandato para Trump.

Ogles lo justifica sin rodeos: “Trump ha demostrado ser la única figura en la historia moderna capaz de revertir la decadencia de nuestra nación y restaurar la grandeza de Estados Unidos”.

Obstáculos legales casi infranqueables

Modificar una enmienda constitucional en Estados Unidos es un proceso extremadamente complejo.

Requiere el apoyo de dos tercios del Congreso (tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado) y la ratificación por parte de 38 de los 50 estados. En un país profundamente dividido, este escenario se antoja casi imposible.

Además, varios expertos han alertado sobre las implicaciones democráticas de estos intentos.

Para Michael Waldman, presidente del Centro Brennan de la Universidad de Nueva York: “Es ilegal. No tiene ninguna posibilidad. Eso es todo lo que hay que decir”.

Por su parte, la constitucionalista Kimberly Wehle afirmó al New York Times que la Enmienda 22 “no deja lugar a ambigüedades”.

Y añadió: “Existía la preocupación de consolidar el poder de forma magistral”.

De la política a la cultura autoritaria

La insistencia de Trump en explorar vías para una tercera presidencia recuerda a prácticas autoritarias de otros líderes globales.

Vladimir Putin, en Rusia, sorteó los límites legales al alternar la presidencia con el cargo de primer ministro, sin perder el control real del poder.

En China, Xi Jinping eliminó el límite de mandatos para convertirse en “presidente de por vida”.

Ambos casos han sido citados por Trump con admiración.

Para Susan Glasser, periodista de The New Yorker, la estrategia de Trump es clara: “Normalizar lo impensable y actuar en consecuencia”.

Un experimento democrático en tensión

El intento de Trump de buscar un tercer mandato representa un desafío institucional profundo, una prueba de fuego para la fortaleza de la democracia estadounidense.

Aunque la Constitución es clara en su lenguaje, los atajos legales, la manipulación de lagunas y la presión sobre el sistema judicial y legislativo forman parte de una estrategia de poder que ya ha mostrado sus efectos en 2020 y 2021.

Lo que antes parecía impensable, hoy está sobre la mesa. Y si algo ha demostrado Donald Trump, es su capacidad para doblegar las normas, resistir los límites y reescribir las reglas del juego.

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