Una madre, una tribuna y una pregunta incómoda: ¿Dónde está la revolución?

Quiso el destino que Mayelín Carrasco Álvarez, madre cubana de 47 años y tres hijos, protestara en solitario desde una tribuna en Río Cauto, Granma, justo 65 años después de que el dictador Fidel Castro lanzara al mundo su famosa sentencia: “Patria o Muerte”


Quiso el destino que Mayelín Carrasco Álvarez, madre cubana de 47 años y tres hijos, protestara en solitario desde una tribuna en Río Cauto, Granma, justo 65 años después de que el dictador Fidel Castro lanzara al mundo su famosa sentencia: “Patria o Muerte”, la misma que hoy resuena como un eco irónico en un país donde la patria duele y la muerte acecha.

“¿Dónde está la revolución?” gritó Mayelín, ante la mirada perpleja de los pobladores, que la observaban como quien presencia un acto de locura.


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No podía ser de otra manera, en la Cuba comunista, un gesto tan común en cualquier democracia como una protesta pacífica se convierte en un desafío temerario, un acto de valentía que muchas veces requiere una dosis de irracionalidad, la misma que puede poseer una madre cuando llega al límite de su paciencia.

Poco importó que Mayelín, en su ignorancia o tal vez como mecanismo de supervivencia ante la represión, romantizara “la revolución de Fidel y de Raúl”. Tampoco importó que, en su arenga desde la tribuna, exculpara a Díaz-Canel de la miseria que azota a su familia. “¿De quién es la culpa?”, preguntaba incansablemente durante su corta pero contundente protesta.

Bastaron minutos para que aquella madre fuera bajada a empujones por dos militares vestidos de civil en la plaza Ángel Frías y, acto seguido, detenida. No funcionó su intento de eximir de responsabilidad a los verdaderos culpables del desastre llamado “Revolución cubana”.

Contra Mayelín cayó, con todo su peso, el aparato represivo de un Estado totalitario que se siente amenazado incluso por la protesta solitaria de una madre en un pueblo al interior del país. En cuestión de minutos, el Partido Comunista activó el protocolo ensayado para casos similares. ¡Pero cómo se atreve esta mujer a exigir nada! Desde el Buró Municipal del PCC comenzaron a circular imágenes de la plaza vacía, quizás como escarmiento público o como estrategia para frenar la peligrosa propagación de la dignidad que representa Mayelín.

“¡Las plazas en Cuba son de los revolucionarios!”, se pudo leer en la publicación del funcionario encargado de la “Esfera Política-Ideológica” del municipio. Un intento torpe de los ideólogos del régimen que celebraban como una gran hazaña su propio miedo.

Publicación en Facebook

Si en Cuba se respetaran los derechos humanos y las libertades fundamentales, no sería noticia que una madre protestara por la crisis devastadora que atraviesa la nación, pero no. Manifestarse en un régimen comunista es un acto de extrema valentía, quizás por eso, cada vez hay más madres que rompen el silencio, porque una madre hace lo que sea por su hijo.

Pero el martirio de Mayelín apenas comienza. Un comunicado del Gobierno Municipal tachó su conducta de inaceptable. ¡Cómo se atreve!—dicen—la hemos atendido, le dimos una casa de tabla y zinc… le ofrecimos ser auxiliar de limpieza.

En Cuba, ejercer los derechos humanos parece requerir un expediente limpio, una actitud sumisa y, por supuesto, cuidar las formas para no molestar a los comunistas.

Seis décadas después, “Patria o Muerte” es una profecía cumplida: la patria es un espejismo y la muerte acecha a quienes desafían el miedo. Mayelín hoy protestó por hambre, el régimen podrá borrar sus fotos, pero no la pregunta que millones repiten en silencio: ¿Dónde está la revolución?

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