El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) realizó su balance anual destacando lo que consideró logros de la diplomacia cubana en 2024, como las denuncias del "bloqueo" estadounidense y su incorporación al bloque de países conocido como BRICS.
Sin embargo, más allá de la retórica oficialista, el encuentro puso de manifiesto las misiones fundamentales de la política exterior del régimen: la promoción de la narrativa del "bloqueo", la búsqueda de donaciones y apoyos de aliados estratégicos, la consolidación de relaciones con regímenes autoritarios y la continua injerencia en asuntos de otras naciones.
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Encabezado por Miguel Díaz-Canel, Manuel Marrero Cruz y el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, el evento reafirmó el compromiso del MINREX con la denominada "diplomacia revolucionaria", un concepto propagandístico que en la práctica se traduce en la internacionalización de la propaganda del régimen y la promoción de sus intereses, centrados en el objetivo de perpetuarse en el poder.
Durante el encuentro se resaltó la victoria diplomática en la ONU contra el "bloqueo", un acto simbólico que se repite anualmente sin consecuencias prácticas para la política estadounidense hacia la Isla.
Uno de los hitos destacados en el informe del MINREX fue la incorporación de Cuba como país socio al bloque BRICS, una alianza económica liderada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que busca crear alternativas a las estructuras dominadas por Occidente.
Este movimiento, lejos de representar un avance real en la economía cubana, responde a la estrategia de La Habana de alinearse con potencias como China, Rusia e Irán, naciones con una marcada trayectoria de violaciones a los derechos humanos y de hostilidad hacia el mundo democrático.
El fortalecimiento de lazos diplomáticos con regímenes afines también ocupó un lugar clave en el balance de la cancillería cubana. En 2024, la Isla estrechó aún más sus relaciones con Rusia, consolidando su dependencia del Kremlin en áreas económicas y militares.
Asimismo, La Habana continuó su colaboración con gobiernos como los de Venezuela y Nicaragua, conocidos por sus prácticas represivas y el desmantelamiento de las instituciones democráticas.
Además de fortalecer alianzas con regímenes totalitarios, la diplomacia cubana se enfocó en la erosión de las democracias adversas al castrismo. Desde sus más de 140 misiones en el exterior, los diplomáticos cubanos continúan promoviendo campañas de desinformación, organizando redes de influencia y utilizando a los cubanos residentes en el extranjero como plataforma para presionar a gobiernos y actores de la sociedad civil que no se pliegan a la narrativa oficialista.
La reunión del MINREX subrayó la "prioridad" de consolidar el apoyo de la emigración, con el objetivo de convertirla en una herramienta de presión contra la política estadounidense y de contener el activismo opositor.
Otro de los aspectos resaltados en el balance del MINREX fue la comunicación política como eje central de su trabajo. Se instó a los diplomáticos a continuar "vindicado" la imagen de Cuba en el exterior, reforzando la propaganda sobre los supuestos logros de la Revolución en salud y educación.
Este enfoque, no obstante, ignora el deterioro sistemático de ambos sectores en la Isla, la explotación de los médicos cubanos en misiones internacionales y el adoctrinamiento ideológico en las aulas.
El evento también abordó las dificultades económicas del país, instando a la diplomacia a ser más "proactiva" en la captación de inversiones extranjeras. Sin embargo, la falta de seguridad jurídica, el control absoluto del Estado sobre la economía y la ausencia de garantías para los inversores continúan desalentando cualquier posibilidad real de apertura económica.
Un aspecto que el régimen cubano sigue con expectación es la evolución de la política exterior de Donald Trump, quien, en un giro inédito, ha mostrado un acercamiento a Rusia, tradicional enemigo de Estados Unidos y aliado del castrismo.
Este movimiento desconcierta a La Habana, que durante décadas ha utilizado la hostilidad entre Washington y Moscú como un argumento para justificar su alineación con el Kremlin. La posibilidad de que la administración Trump refuerce la cooperación con Vladimir Putin deja al régimen cubano en una posición incierta, pues podría alterar los equilibrios en la región y afectar la forma en que EE.UU. maneja su política hacia la Isla.
Mientras tanto, el silencio de la prensa oficialista cubana sobre este acercamiento entre Trump y Putin revela la incomodidad del régimen ante un escenario que podría debilitar su narrativa tradicional de victimización ante el "imperialismo estadounidense". Si bien La Habana ha apostado históricamente por el respaldo de Rusia y China, la posibilidad de una distensión entre Washington y Moscú introduce una variable inesperada que podría afectar los intereses geopolíticos del castrismo.
En conclusión, el balance del MINREX en 2024 no presentó ninguna novedad en cuanto a la estrategia de la diplomacia cubana, que sigue atada a la doctrina del castrismo: victimización ante el "bloqueo", fortalecimiento de alianzas con dictaduras, desestabilización de democracias y expansión de la propaganda del régimen.
A 65 años de su fundación, la diplomacia de la llamada “revolución” se mantiene anclada en el mismo guion de siempre: la defensa de un sistema fallido a costa de la manipulación internacional y la represión interna.
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