Una vez más, el régimen cubano puso en escena su acostumbrado teatro burocrático, disfrazado de análisis económico, sin abordar los problemas estructurales que han llevado al país a un estado de crisis permanente.
En la reciente reunión anual del ministerio de Economía y Planificación (MEP), Miguel Díaz-Canel y su cúpula gobernante ofrecieron un discurso plagado de eufemismos, promesas vacías y la insistente apelación a factores externos como la "guerra económica", los "fenómenos climatológicos" y la "crisis multidimensional global" para justificar la debacle interna.
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Un Ministerio convertido en caja de resonancia del fracaso
En la cita, el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso, expuso los magros resultados del sector durante 2024, pero sin atreverse a señalar la raíz del problema: el modelo económico centralizado, ineficaz e inviable que el régimen se niega a reformar.
En su intervención, recogida en un reporte del Noticiero Nacional de Televisión (NTV), Díaz-Canel insistió en la "transformación digital" como panacea para optimizar procesos, sin explicar cómo un país con apagones constantes, sin acceso a tecnología moderna ni financiamiento podría lograr semejante revolución.
“Aquí hay que aplicar innovación de estructuras, de funcionamiento, organizativo, de proceso, investigación para los temas más complejos que tiene nuestra economía… Y hay una tarea ardua que, a mi modo de ver, la tiene que encabezar el ministerio, y que es ver también cómo nosotros cada vez vamos encontrando más fuentes de financiamiento para el desarrollo de la ciencia y la innovación en el país”, dijo el gobernante de modo vago y desinflado.
Afirmó también que el MEP debe "potenciar la ciencia y la innovación", lo cual suena irónico en un país donde el sector académico sufre censura, emigración masiva y carece de recursos mínimos.
“Porque no es solo voluntad, la ciencia y la innovación también lleva recursos. Pero qué hay mejor que un ministerio de Economía y Planificación como estado mayor de la economía, que ha asumido como un valor compartido que hace falta la ciencia y la innovación, no solo para el Ministerio, sino para el país. Y que uno de los temas fundamentales para potenciar la ciencia y la innovación es la búsqueda de financiamiento para la ciencia”, añadió el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba.
En el mismo tono de autocomplacencia, el primer ministro Manuel Marrero Cruz habló de "corregir distorsiones" y "fortalecer el trabajo ideológico", confirmando que la prioridad sigue siendo la lealtad política sobre la eficiencia económica. De ahí su ya conocida predilección por hablar de "blandenguerías" y "mano dura".
"Economía de guerra": Eufemismo para disfrazar el desastre
Uno de los puntos centrales del encuentro fue la adopción del concepto de "economía de guerra" como eje de la planificación para 2025.
Esta narrativa busca imponer la idea de que Cuba está bajo asedio constante, justificando así la escasez de alimentos, el colapso del transporte público y el deterioro de los servicios básicos. Sin embargo, lo que realmente se esconde tras este discurso es la total incapacidad del gobierno para implementar políticas efectivas que reactiven la producción nacional y frenen la inflación descontrolada.
El propio Marrero Cruz ha repetido en varias ocasiones que "hay que hacer cosas diferentes", pero las soluciones concretas brillan por su ausencia. La destitución de Alejandro Gil Fernández como ministro de Economía no trajo cambios estructurales, sino que ha servido de chivo expiatorio para encubrir el estancamiento del modelo.
Un plan sin soluciones reales
Entre las "proyecciones" para 2025 expuestas por el ministro Alonso se incluyen la "implementación del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030", "perfeccionar la planificación anual" y "fortalecer el control de la ejecución de inversiones".
Sin embargo, en ningún momento se mencionó la eliminación de trabas para el sector privado, la apertura del mercado interno o una reforma fiscal que incentive la productividad.
El discurso oficial también hizo referencia a la "transformación de la Empresa Estatal Socialista", concepto ambiguo que en la práctica solo ha servido para justificar la perpetuación de un entramado empresarial ineficaz y corrupto que solo responde a los intereses de la cúpula gobernante.
Mientras tanto, los trabajadores cubanos continúan percibiendo salarios que no les alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, y el costo de la vida sigue en ascenso debido a una inflación que el Estado es incapaz de controlar, sumada a la reciente "dolarización parcial de la economía", un plan de captación de divisas que acentúa las desigualdades y la injusticia en el país.
Propaganda ideológica disfrazada de pensamiento económico
Resulta preocupante cómo el gobierno sigue priorizando el adoctrinamiento ideológico sobre las verdaderas soluciones económicas.
Marrero dejó claro que "consolidar la unidad" y "fortalecer el trabajo político ideológico" son parte fundamental del plan gubernamental para 2025, lo que confirma que la principal preocupación del régimen no es la economía, sino mantener el control sobre la población.
En repetidas ocasiones, Díaz-Canel ha insistido en que la solución está en el "socialismo", ignorando que informes internacionales han catalogado a Cuba como uno de los países con peor libertad económica del mundo.
Mientras los dirigentes cubanos se reúnen en salones climatizados para repetir las mismas consignas vacías de siempre, el pueblo enfrenta la cruda realidad del desabastecimiento, los apagones y la falta de oportunidades.
Las recetas del gobierno siguen siendo las mismas: discursos grandilocuentes, excusas manidas y promesas incumplidas. La economía cubana no necesita más "planificación centralizada" ni "corrección de distorsiones", sino una verdadera apertura que permita a los cubanos tomar las riendas de su futuro sin la interferencia de un Estado ineficaz y represivo.
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