La prensa oficialista se abre al llanto y al lamento por la crisis actual en Cuba

En un cambio inusual, el Periódico Girón abordó la crisis cubana desde una perspectiva humana, destacando la escasez de alimentos, la crisis energética y la desesperanza juvenil, pero sin señalar a los responsables.

Escenas de la vida cotidiana en Cuba © Periódico Girón
Escenas de la vida cotidiana en Cuba Foto © Periódico Girón

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En un inusual giro narrativo dentro del periodismo estatal cubano, el Periódico Girón, órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Matanzas, publicó tres reportajes que abordan la crisis económica desde una perspectiva humana, alejada de los habituales panfletos ideológicos.

Lejos de repetir las justificaciones oficiales sobre el embargo estadounidense o exaltar la resistencia del pueblo, estos textos retratan con crudeza el drama de la supervivencia cotidiana en la isla, poniendo en el centro a los cubanos de a pie y sus angustias.


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Captura de pantalla Facebook / Periódico Girón

Los artículos, titulados ‘Las penurias del recolector’, ‘El fuego improvisado y un plato de comida frío’ y ‘¿Qué fue de nosotros, los del fondo?’, escritos por los periodistas Guillermo Carmona y José Alejandro Gómez Morales, representan un atisbo de apertura dentro de un ecosistema mediático controlado por el régimen, donde el discurso oficial suele minimizar la crisis o enmarcarla en una retórica de resistencia.

Las penurias del recolector: La escasez en la mesa de los cubanos

El primero de estos textos, ‘Las penurias del recolector’, es un relato descarnado sobre la lucha cotidiana para conseguir alimentos en Cuba.

A través de la mirada de un hijo y su madre, el periodista describe el desespero ante el inminente agotamiento del arroz, un producto esencial en la dieta cubana.

Llamadas infructuosas a familiares y vecinos, recorridos por establecimientos sin suministros y la incertidumbre de qué se podrá comer mañana conforman la narrativa de un país donde la planificación de la alimentación depende más de la suerte que del poder adquisitivo.

Más que una simple crónica, el texto es un retrato de la angustia generalizada que viven las familias cubanas, convertidas en recolectoras de los pocos productos disponibles en un mercado cada vez más inestable.

Con un tono casi literario, Carmona logra transmitir la desesperanza de quien sabe que su bienestar no depende de su esfuerzo o ingresos, sino de la disponibilidad errática de productos básicos.

El fuego improvisado y un plato de comida frío: Cocinar en la oscuridad

El segundo artículo, ‘El fuego improvisado y un plato de comida frío’, pone sobre la mesa otro problema crítico de la crisis cubana: la inestabilidad del servicio eléctrico y la falta de combustibles para cocinar.

Con apagones que se extienden por horas y con un gas licuado que escasea cada vez más, muchos cubanos han tenido que recurrir al carbón o la leña para preparar sus alimentos, como si se tratara de una regresión a tiempos preindustriales.

El texto narra escenas cotidianas de desesperación: vecinos que buscan carbón en coches de caballo, familias que improvisan fogones en los patios de sus casas y el miedo constante a que una chispa se convierta en un incendio.

La descripción del acto de cocinar como una odisea refleja con crudeza la precariedad en la que se ha sumido la vida diaria en la isla. Las fotos que acompañan a este artículo reflejan de manera objetiva la triste realidad de muchas familias cubanas que viven en condiciones de pobreza energética.

Lo más llamativo del reportaje es su tono crítico, que implícitamente señala la incapacidad del Estado para garantizar un derecho tan básico como el acceso a la energía. Sin mencionar directamente a Miguel Díaz-Canel ni al gobierno, el artículo expone las fallas estructurales que han llevado a los cubanos a depender de soluciones improvisadas para poder comer caliente.

¿Qué fue de nosotros, los del fondo?: La nostalgia de una generación perdida

El tercer reportaje, ‘¿Qué fue de nosotros, los del fondo?’, es un ensayo nostálgico sobre la juventud cubana y su desarraigo.

A través de una serie de preguntas retóricas, el texto recuerda una generación que creció entre sueños, amistades y pequeñas promesas, pero que hoy se enfrenta a una realidad que les ha arrebatado la esperanza.

El artículo no solo evoca la añoranza por una juventud que se desvaneció entre dificultades económicas y frustraciones profesionales, sino que también retrata la descomposición social de una Cuba donde los caminos antes seguros —como una carrera universitaria— ya no garantizan una vida digna.

Sin mencionar explícitamente la emigración, el texto es un lamento por la dispersión de una generación que ha sido forzada a buscar su futuro lejos de la isla.

¿Hasta dónde llega la crítica en estos artículos?

Si bien estos reportajes suponen un paso inusual dentro del periodismo oficialista, aún hay un límite claro que no se cruza: la identificación de las causas y responsables de la crisis.

Los textos exponen con crudeza las penurias de la vida diaria en Cuba, pero evitan formular preguntas incómodas sobre los factores estructurales que han llevado al país a este punto.

El desabastecimiento de alimentos, los apagones prolongados y la desesperanza de la juventud se presentan como hechos consumados, sin que se indague en las políticas económicas fallidas del gobierno, la corrupción estatal o el descontrol administrativo que agravan estos problemas.

Por ejemplo, en 'Las penurias del recolector', el relato se centra en la angustia de una madre y su hijo buscando arroz, pero en ningún momento se cuestiona por qué la producción agrícola nacional es incapaz de abastecer a la población o cómo la burocracia y la falta de incentivos afectan la distribución de los alimentos. Se describe el problema, pero no se señala a los responsables.

En El fuego improvisado y un plato de comida frío, se pone de manifiesto la crisis energética, pero el artículo no menciona el deterioro de la infraestructura eléctrica, la falta de inversiones eficientes ni la mala gestión de recursos del Estado.

Tampoco se habla de la corrupción que ha afectado la compra de combustible en el exterior ni de las fallidas políticas energéticas que han dejado al país en esta situación.

Por último, en ¿Qué fue de nosotros, los del fondo?, se expone la pérdida de rumbo de una generación, pero no se analiza cómo las políticas gubernamentales han empujado a la juventud a la emigración o al desencanto.

Se percibe un lamento por la dispersión de la generación, pero no se aborda la responsabilidad del régimen en el deterioro de las condiciones de vida y las pocas oportunidades para el futuro.

¿Un paso adelante o un simple desahogo?

Estos textos, aunque valiosos por su enfoque humano y su alejamiento de la propaganda, siguen sin cruzar la línea hacia el análisis profundo y la denuncia de los verdaderos responsables de la crisis.

Son una muestra de que la desesperación ha llegado a tal punto que incluso la prensa oficialista ya no puede ignorarla, pero todavía no representan un periodismo crítico en el sentido pleno.

En definitiva, Periódico Girón ha permitido la publicación de relatos que reflejan el dolor del pueblo cubano, pero aún le falta dar el paso más importante: señalar que esa crisis no es un fenómeno inevitable, sino el resultado de decisiones políticas fallidas y de un modelo de gobierno que, a pesar de sus constantes llamados a la resistencia, sigue demostrando su incapacidad para resolver los problemas del país.

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