Construido en el siglo XIX, el edificio que alberga la Academia de Artes Plásticas Oscar Fernández Morera en Trinidad fue en su origen el Cuartel de Dragones, un complejo militar de gran relevancia histórica.
La edificación, diseñada con impresionantes detalles arquitectónicos, fue utilizada como estación ferroviaria a partir de 1919 y, finalmente, convertida en la Academia de Artes Plásticas en 1988, con lo que inició una nueva era de esplendor y creatividad.
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Sin embargo, la realidad actual contrasta profundamente con su glorioso pasado. Hoy, el edificio se encuentra en un estado crítico de deterioro, con paredes agrietadas, techos colapsados, ventanas sin protección y maleza cubriendo antiguos espacios artísticos, así lo plasmó un reportaje publicado por el oficialista periódico Escambray.
La falta de mantenimiento y el desuso prolongado han llevado al Cuartel de Dragones a lo que expertos describen como una “ruina arqueológica”.
De fortaleza a academia: una historia de adaptación y creatividad
El Cuartel de Dragones fue inaugurado en 1844 y, años más tarde, convertido en una estación ferroviaria. En 1988, en medio de un estado de abandono, el cuartel acogió a estudiantes y profesores de la Academia de Artes Plásticas, quienes transformaron el espacio en un centro de creación artística a pesar de las condiciones deplorables.
Durante los más de 20 años en que la academia estuvo activa, Trinidad se convirtió en cuna de renombrados artistas cubanos como Alexander Arrechea y Wilfredo Prieto.
La academia no solo ofrecía formación en disciplinas como pintura, escultura, joyería, y restauración, sino que también representaba un refugio de creatividad en una ciudad impregnada de tradiciones artísticas.
Fue precisamente esta rica historia cultural la que inspiró a sus estudiantes y docentes, quienes veían en el edificio algo más que paredes y torres antiguas.
Un proyecto de restauración y su abandono
En 2001, la academia recibió una renovación integral como parte de la Batalla de Ideas, un programa que impulsó la restauración del Cuartel de Dragones con una inversión millonaria de 4.69 millones de CUC.
Sin embargo, en 2013, el plantel fue cerrado de manera abrupta como parte de un proceso de reordenamiento de la Enseñanza Artística en el país, y el histórico edificio quedó abandonado.
En los años posteriores, fue utilizado de manera temporal como preuniversitario y escuela primaria, pero el deterioro fue inmediato.
“Está muriendo un pedazo importante de nuestra cultura”
El edificio hoy en día enfrenta una situación desoladora: helechos y maleza cubren las antiguas naves, grafitis profanan sus paredes y sus techos amenazan con desplomarse.
Según Víctor Echenagusía Peña, especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, el estado de la estructura requiere una intervención urgente y costosa.
“La depredación ha sido muy alta. Es un cuerpo sin esqueleto. Erosiona la cultura cubana a niveles extraordinarios”, señala Echenagusía.
Sin embargo, el futuro del Cuartel de Dragones es incierto. Los esfuerzos por rescatar el edificio se ven obstaculizados por la falta de recursos económicos y de interés institucional.
Mientras la Oficina del Conservador no puede intervenir sin la aprobación del Sectorial de Cultura y Arte, la situación económica actual hace que una restauración integral sea casi imposible.
La posibilidad de que el Ministerio del Turismo convierta el edificio en un hotel ha generado debate, ya que podría dañar los valores originales de la construcción.
Mientras tanto, antiguos estudiantes y profesores ven el edificio con una mezcla de nostalgia y tristeza. “Prefiero recordarlo desde el esplendor y no desde el dolor”, confiesa la artista Yudit Vidal Faife.
La estructura, que una vez fue un vibrante centro de formación y creatividad, hoy agoniza en el abandono, atrapada entre el olvido y la falta de soluciones para un espacio que, como ella misma expresa, “está muriendo un pedazo importante de nuestra cultura”.
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