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Periodista oficialista estalla: ¿Qué puede comprar hoy un jubilado de 1,528 pesos?

Los apagones, la escasez y la inflación que erosiona el poder adquisitivo de los cubanos empiezan a hacer mella en los profesionales de la prensa al servicio del régimen.

Carretillero en Villa Clara © Facebook / Jesús Álvarez López
Carretillero en Villa Clara Foto © Facebook / Jesús Álvarez López

El periodista cubano Jesús Álvarez López, reportero radial con 40 años de servicio en medios oficialistas como la cadena villaclareña CMHW, estalló este martes con la constante subida de precios que experimentan los productos en Cuba, en especial los provenientes del campo.

En un alegato por el control estatal de precios y en defensa de “los humildes”, el reportero radiofónico utilizó sus redes sociales para dar rienda suelta al malestar que recorre a la inmensa mayoría de una población que ven que sus salarios y pensiones no les alcanzan ni para satisfacer sus necesidades más básicas de alimentación, transporte o aseo personal.

Captura de pantalla Facebook / Jesús Álvarez López

¿Qué puede comprar hoy un jubilado de 1,528 pesos, si hasta la yuca, el boniato, la calabaza y la harina fueron despojados de su histórica humildad?”, se preguntó Álvarez López en una extensa reflexión sobre los precios y los salarios en Cuba.

Su meditación, surgida al calor de las protestas de un campesino que consideró injustas sus palabras en la radio criticando los altos precios de los productos del agro, condensó las preocupaciones de la población sobre la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas cubanos.

“El actual desorden incita a que sigan subiendo”, señaló el periodista, que calificó de “vergonzosos” los precios de otros alimentos que no provienen del campo, como “el pan, las pizas o refrescos”.

En una crítica velada a las políticas de descentralización que promueve el régimen cubano, que pretende trasladar sus responsabilidades por el bienestar de la población a las entidades locales, Álvarez López criticó la iniciativa de algunos consejos de administración municipal de elevar los precios de los productos, lo cual, según él, provoca un efecto de contagio en otros productores y autoridades.

No llevan más razón esos precios cuando se aprueban por unanimidad, sino cuando se profundiza al pie del surco con los gastos reales y no escuchando siempre al interesado en subirlo y jamás a los consumidores de menos ingresos que ya no saben qué hacer para poderse alimentar”, señaló.

En ese sentido, también criticó a los gobiernos locales que “topan precios como acto de rutina porque nadie se entera cuáles fueron los aprobados, no se divulgan adecuadamente, ni nadie se esfuerza por hacerlos cumplir”.

La gente percibe que se habla demasiado y se hace poco cuando se siente cada día esquilmada y muchas veces no encuentra ni una balanza para comprobar el peso del producto comprado ni un inspector para trasmitir la queja, pero el respeto a los derechos del consumidor no puede ser tan solo una voluntad, sino una obligación porque está consagrado en nuestra legislación”, afirmó el comunicador.

Ante el aumento imparable de los precios, Álvarez López terminó por cuestionar el discurso y la capacidad del gobierno de Miguel Díaz-Canel para poner freno a la inflación y aumentar la producción de alimentos.

“La dura realidad es que cada día los pecios saltan y nadie pone freno. Resulta falso el llamado a producir más cuando ni el petróleo aparece para roturar la tierra a tiempo, y la blandenguería impide hacer cumplir el tope de precios, que por demás se establece al que produce y no al que especula”, soltó el periodista oficialista.

Afectados como los cubanos de a pie, son muchos los periodistas oficialistas que empiezan a romper la disciplina de filas que impone el Partido Comunista de Cuba, único legal y a cuyo departamento ideológico se subordinan los medios oficialistas del régimen.

La “corrección de distorsiones” anunciada por el gobierno de Díaz-Canel sigue flotando en la atmósfera propagandística del régimen, sin tocar tierra ni traducirse en una política económica coherente y eficiente.

Tampoco el llamado a ejercer mano dura del primer ministro Manuel Marrero Cruz y su cruzada contra las “blandeguerías” ha demostrado ser una política nacida del análisis económico, ni pertrechada con herramientas apropiadas para acabar con la corrupción que impera desde Palacio hasta el último reducto del llamado “poder revolucionario”.

“La fidelidad a nuestro legado histórico significa defender a los humildes, y la convivencia eterna con estos problemas que el pueblo agobiado no ha dejado de denunciar ni un solo día, emparenta la desidia con la complicidad. Es hora de actuar con inteligencia y energía”, concluyó el periodista que, en anteriores ocasiones, ya había tocado a rebato con sus críticas a la escasez de pan y de combustible.

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