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El régimen de la ‘continuidad’ de Miguel Díaz-Canel ha resultado ser más incompetente que el del dictador Fidel Castro de forma general, un hecho que queda en evidencia si se compara el comportamiento de la producción lechera en períodos de crisis de ambos gobiernos.
La evidencia parte de los propios datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), que elaboró una tabla con las “dinámicas comparadas de la producción física de leche fresca en dos periodos”: el llamado ‘periodo especial’ (crisis de los años 90) y la crisis actual, cuyo inicio fija el organismo oficialista en el año 2017.
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“Antes de que sigan con el asunto de las ‘situaciones’ con la leche (‘bloqueo’, el clima, el PMA, etc.) tomen nota, si no es mucho pedir, de la dinámica comparada de la producción de leche en el ‘periodo especial’ y en la crisis agropecuaria actual. ¿Adivinen cuál es peor?”, tuiteó el economista cubano Pedro Monreal compartiendo un gráfico de la ONEI.
Para ilustrar el comportamiento de la producción lechera en ambos períodos, la ONEI toma como punto de partida lo que define como “año pico” de cada serie anual. En el caso del “período especial”, el año pico fue 1992. El organismo define como “año pico” como el año previo a un periodo de dos años consecutivos de decrecimientos anuales.
Partiendo de ahí, el gráfico muestra claramente la línea evolutiva de cada período. Mientras en la crisis de los 90 (1992-1997), la tendencia negativa se revirtió en apenas tres años, llegando incluso a superar la producción lechera previa al hundimiento, en la crisis desatada por el gobierno de Díaz-Canel (2017-2022), el decrecimiento ha sido una tendencia imparable.
Un estudio de 2017 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señalaba que Cuba debe disponer de aproximadamente 1,600 millones de litros de leche al año, o su equivalente en otros lácteos, para cumplir con los estándares de consumo de leche de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Un artículo publicado en julio de 2022 por el medio independiente Periodismo de Barrio (PdB) señalaba que, según la ONEI, en 2020 la producción de leche en Cuba había alcanzado el tercer nivel más bajo desde 1990, con 455,300 toneladas.
Del más de un millón de toneladas de leche que el país producía en 1990 (sumadas la producción estatal y no estatal), en 2020 apenas se alcanzaba el medio millón, y eso gracias al incremento de la producción no estatal.
De acuerdo con el PNUD, la crisis económica de los 90 ocasionó una drástica reducción de la masa ganadera y de la productividad por vaca, la descapitalización de la actividad pecuaria, así como el deterioro de la infraestructura, el sistema de transporte y los equipos tecnológicos empleados en la industria láctea, la cual -según PdB- no ha logrado recuperarse hasta los niveles anteriores al “período especial”.
La situación ha llegado a un punto en que los argumentos esgrimidos por la propaganda del régimen para justificar la actual escasez de leche caen en el ridículo y el absurdo, y dejan en evidencia la falta de una política económica realista detrás de la llamada “resistencia creativa” y demás eslóganes de la ‘continuidad’.
Reconociendo el fracaso de las “63 medidas” para reimpulsar el sector agro-ganadero cubano, así como todas las otras políticas para hacer eficaces las empresas estatales y convertirlas en motores de la economía, desde el “ordenamiento económico” hasta el reciente “paquetazo”, el régimen cubano ha tenido que pedir urgentemente ayuda al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, solicitando apoyo para el suministro de leche en polvo para los menores de siete años.
“El potencial ganadero del país no garantiza el suministro de leche… Hemos conversado con las Mipymes para que incorporen la leche a la canasta, pero hay que pagarla al costo que ellos han establecido”, subrayó a mediados de febrero la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Rodríguez, encargada de distribuir los productos que el régimen supuestamente garantiza a través de la canasta familiar normada.
Roto el “contrato social” implícito en la libreta de abastecimiento, el régimen cubano se adentra en una nueva realidad económica eliminando “subsidios y gratuidades” e implementando un capitalismo de Estado controlado por la cúpula en el poder, en el que productos de primera necesidad como la leche ya no llegan “por la libreta”, pero sí están en las tiendas de las Mipymes.
Para mayor inseguridad alimentaria de una población empobrecida y castigada por la descontrolada inflación, tras la pedida de ayuda al PMA, varios ciudadanos han denunciado en redes sociales la puesta en venta de leche en polvo en las estatales tiendas en MLC, haciendo que muchos sospechen que las donaciones de la ONU estén siendo comercializadas por el régimen.
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