La imagen de un niño vendiendo torticas en la calle en un barrio de La Habana, desató un amplio debate en redes sociales sobre la actual situación de los menores de edad en Cuba, imposibilitados de escapar a la crisis reinante.
"La realidad de los niños en Cuba. Este niño cubano trabaja para poder ayudar a sus padres", reseña el perfil de Instagram de Cubanos por el mundo junto a las imágenes que muestran a un niño proponiendo el popular dulce en Santa Amalia, en el municipio Arroyo Naranjo.
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"Él vive en mi cuadra y el que grabó es un chismoso, que en vez de ayudarlo está en el chisme. Es triste la realidad de Cuba, pero no veo nada de malo en que esté vendiendo torticas. Él es un niño luchador cantidad y por lo menos hace eso y no está haciendo otras cosas", escribió un vecino que criticó la difusión de las imágenes.
En el apartado comentarios de la publicación, varios internautas apuntaron que no es que sea malo, pero un niño a esa edad debería estar jugando y no trabajando, además de que esa imagen se aparta de la protección a los menores que el gobierno de Díaz-Canel proclama.
"Los niños a esa edad no deberían estar haciendo eso para poder comer, entiendo que eso lo hará más fuerte y lo prepara para cuando sea mayor, pero a esa edad debería estar estudiando y jugando"; "Lo malo es quien causa que el niño tenga que hacer eso"; acotaron dos internautas en ese sentido.
"Aquí nadie está hablando del niño sino del país que debería mantenerlo y darle todo lo que necesite para no estar vendiendo nada porque un niño tiene que estar jugando, no trabajando, eso es lo que se reclama. Luego viene la UNICEF y te dice que en Cuba ningún niño pasa hambre ni duerme en la calle y entonces este pequeño ¿vende torticas porque se aburre seguro, no?", cuestionó un tercer ciudadano.
No obstante, en el amplio debate generado por las imágenes -que ponen el dedo sobre uno de los colectivos que más sufre la crisis económica imperante en la isla- algunos internautas indicaron que escenas como esas son muy comunes en otros países de Latinoamérica.
Ese argumento fue rebatido con la realidad de que al menos esos gobiernos son conscientes y admiten el fenómeno, algo que en Cuba no ocurre.
No es la primera vez en los últimos meses que trasciende la dura realidad de niños cubanos trabajando como vendedores callejeros para ayudar a sus familias.
En agosto trascendió el caso de un niño cubano que vendía paqueticos de refresco Coral a 30 pesos en una esquina de la concurrida calle Monte, en La Habana.
En mayo, se conoció del caso de otro niño que vendía huevos de codorniz para ayudar a su abuela, en ese caso en el municipio Guisa, en la provincia Granma.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) también denunció que un niño de 11 años, residente en Santiago de Cuba, recogía materia prima en la calle para luego venderla a una empresa estatal.
En todos los casos las imágenes generan reacciones encontradas: donde unos aprecian un rasgo que fortalecerá el carácter de los menores y los forja en la necesidad de trabajar para salir adelante, otros insisten en que los niños deben solo jugar y estudiar. Argumentan, además, que tal realidad solo es evidencia de un gobierno fallido que no es capaz de garantizar bienestar a sus menores de edad.
En abril DatoWorld, un reconocido observatorio electoral internacional, indicó que Cuba es el país más pobre de América Latina, pues presenta un 72% de índice de pobreza, alarmante cifra que lo sitúa al frente de los países de la región.
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