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En las calles de Cuba, la frase "la hora de los mameyes" resuena con familiaridad. Se ha convertido en una expresión popular que evoca el momento de la verdad, el instante decisivo. Pero, ¿cuántos de nosotros conocemos realmente el origen de esta frase que ha trascendido generaciones?
La historia nos remonta a 1762, un año que marcó un capítulo crucial en la historia cubana. Fue el año en que los ingleses, bajo el mando del conde Abermale, lanzaron un ataque sorpresa al Castillo de los Tres Reyes del Morro, una fortaleza que hasta entonces se consideraba inexpugnable. Tras su victoria, los británicos se apoderaron de La Habana, instaurando un dominio que duraría más de un año.
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Durante este período de ocupación, los habitantes de la ciudad de Cárdenas, en Matanzas, también experimentaron la presencia británica. Sin embargo, lejos de ser sumisos, estos ciudadanos mostraron su rebeldía y astucia. Empleando su característico humor, comenzaron a referirse a los soldados británicos, con sus brillantes uniformes rojos, como "mameyes", haciendo alusión a la fruta tropical de tonalidad similar.
Con el tiempo, la presencia de estos "mameyes" en las calles durante sus rondas y toques de queda se convirtió en un símbolo de autoridad y control. Así, cuando los soldados aparecían, los locales proclamaban que había llegado "la hora de los mameyes", una señal para actuar con cautela.
Hoy, más de dos siglos después, la frase sigue viva en el lenguaje cotidiano cubano, sirviendo como recordatorio de un pasado de resistencia y resiliencia. Es un testimonio de cómo el ingenio y el humor pueden convertirse en herramientas poderosas de resistencia cultural frente a adversidades.
Mientras la frase "la hora de los mameyes" continúa siendo parte del patrimonio lingüístico cubano, nos invita a reflexionar sobre la rica tapezaña de nuestra historia y cómo eventos del pasado pueden influir en nuestra identidad cultural.
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