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El escritor Leonardo Padura Fuentes afirmó que no es justo tildar de inmorales a las mujeres que se dedican a la prostitución, y que hacerlo implica una actitud muy machista.
El laureado intelectual, que aborda el tema en su última novela, Personas Decentes, aseguró que "es injusto catalogar a las mujeres de inmorales por dedicarse a la prostitución".
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"Juzgar a las prostitutas como mujeres no decentes es una actitud muy machista y muy clasista, porque hay que entender que están haciendo un trabajo", declaró a la agencia EFE.
En la entrevista, Padura se refirió al tema de la prostitución en cada momento de la historia de Cuba.
Recordó que a principios del siglo XX, cuando Cuba estaba devastada por la Guerra de Independencia, el 60 por ciento de la población femenina era analfabeta y solo el 2 por ciento tenía una profesión.
Por ello" muchas mujeres tuvieron que prostituirse", dijo, pero la prostitución era "una profesión más, eran 'obreras' desde el punto de vista marxista", pero que después fue prohibida", señaló.
Ya en la etapa revolucionaria, con la crisis del periodo especial en los 90 y la llegada de los turistas, el fenómeno resurgió.
"Como los tiempos son diferentes, a estas prostitutas no se les llamaba putas, se les llamaba con el eufemismo de jineteras (…). Cambiaba la esencia aunque era otra manera de prostituirse", precisó.
Personas Decentes, que fue uno de los libros más vendidos en 2022, entremezcla dos historias, una que transcurre en 1910 y otra en 2016, ambas en La Habana.
Según confesó el escritor a BBC, en esta obra hay determinados personajes para quienes el comportamiento ético es importante, "entre ellos un grupo que ha sido muy cuestionado en cuanto a su decencia, que es el mundo de las prostitutas".
Para él, esa situación fue muy evidente en esos primeros años del siglo XX, con una ciudad que empezaba a crecer económicamente, pero "que no le da espacio a las mujeres".
"Había habido una guerra, habían muerto muchos hombres, necesitaban sostenerse económicamente y la prostitución fue el único espacio que le quedó a muchas. ¿Cómo podemos juzgar a una persona que vende su fuerza de trabajo como un obrero más? Nos parece normal que alguien lo venda cortando caña o trabajando en una mina, pero no que alguien lo venda porque lo único que tiene es su cuerpo", cuestionó.
"Esa era una reflexión que quería tener, mirar a la prostitución, tanto la de 1910 como la del 2016, no con una mirada compasiva, sino con una mirada comprensiva", subrayó.
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