El dramaturgo y activista Yunior García Aguilera recordó este lunes el primer aniversario del 14 de noviembre, una de las jornadas represivas más violentas contra un ciudadano común desplegada por el régimen cubano.
El pasado 14 de noviembre (14N) el joven se disponía a realizar una marcha en solitario por las calles de La Habana, vestido de blanco y con una rosa en la mano, pero el Gobierno le impidió salir de su casa, prohibió el paso de otros activistas y la prensa independiente y llenó el edificio de agentes disfrazados y seguidores que pasaron horas injuriando a la familia del dramaturgo.
La prensa estatal se acercó al lugar para transmitir los actos de repudio contra García Aguilera, mientras fuerzas de la Seguridad del Estado taparon con banderas cubanas las ventanas del departamento donde lo tenían encerrado.
"Hace exactamente un año la dictadura cubana mostró, frente a nuestra casa en La Coronela, sus colmillos fascistas. Los talibanes del régimen prohibieron en todo el país la venta de flores blancas, rodearon nuestro edificio con policías disfrazados de vecinos, le gritaron a mi esposa que no volvería a caminar tranquilamente por aquellas calles, y usaron banderas cubanas como cortinas de hierro para bloquearnos", recordó el joven en un texto posteado en Facebook.
Afirma que los "verdaderos vecinos no pudieron hacer otra cosa que encerrarse en sus casas", y que "el único que se sumó al circo fue el presidente del CDR, un señor octogenario que no se atrevía a mirarme a la cara. Justo un día antes me había pasado toda la tarde ayudando a su nieto a podar un árbol que le impedía mirar desde su balcón el garage donde guardaba su bicitaxi", explicó.
En esa amarga jornada, que indignó a miles de cubanos que tuvieron acceso a los reportes de la prensa independiente, García Aguilera señala que "una sola persona logró llegar hasta allí y mostrarnos su solidaridad".
"Yo no lo conocía. Se paró en medio de la multitud, me miró a los ojos y me hizo el símbolo de Libertad con su mano. Esa persona jamás me ha reclamado nada, y no sabe cuánto le agradezco su gesto. Porque solo por él ya valía la pena soportar aquel infierno", expresó.
Después de ese día el joven y su esposa salieron del país rumbo a España. Al respecto, García Aguilera aseguró que "contrario a lo que la dictadura ha sembrado en mentes blandas, ese día no teníamos ni Visa, ni boleto de avión. Lo único que teníamos era una amenaza de 27 años de cárcel y la sensación de estar solos, completamente solos".
La familia que quedó en Cuba también padeció el acoso del régimen. La suegra de García Aguilera debió pedir la baja de su centro de trabajo, y lidiar con las amenazas enviadas a modo de "brujería" a la puerta de su casa.
"Ese día 14 me demostró el tamaño de los ovarios de las madres cubanas. Cuando yo me sentí más débil y le pedí perdón por hacerla pasar por todo aquello, me dijo: "Levántate y sécate la cara. Los que deben sentir vergüenza son ellos", relató.
García Aguilera lamenta que aún el "fascismo rojo sigue en el poder, hundiendo cada vez más a Cuba en la miseria".
Explica que lo vivido por él y su familia no es nada comparado con el sufrimiento de los cientos de presos políticos en el país, y nada comparado con lo que les pasó a las víctimas de Bahía Honda, migrantes atacados de forma premeditada por las fuerzas guardafronteras del régimen cubano hace algunas semanas.
Lamenta, asimismo, que todavía queden "personas decentes capaces de apoyar a una evidente dictadura".
"Lo triste es que, después de tanto ODIO y tanta MUERTE, todavía alguien les crea cuando dicen "amor"", concluyó el dramaturgo.
García Aguilera ha sido una de las víctimas de la represión en Cuba, desde que participara en el llamado 27N, el posterior 27ENE, fuera encarcelado en las protestas del 11 de julio y luego convocara a una marcha pacífica por el cambio en la isla para el 15 de noviembre de 2021.
El 14 de noviembre selló largos días de jornadas represivas y de descrédito en su contra con un acto de repudio convocado por el régimen cubano en los bajos de su edificio, y el bloqueo de las puertas y ventanas de su casa para impedirle salir a marchar pacíficamente.
Un día después, en una controversial decisión, abandonó el país rumbo a España, donde ha continuado denunciando la represión en Cuba y los abusos del poder contra la población.
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