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Una familia campesina cubana se incorporó a la producción de biogás como alternativa para la cocción de alimentos.
La agricultora Mayra Rojas creó en su finca en el poblado de Carambola, municipio Candelaria, en Artemisa, un biodigestor de cúpula fija tipo chino, de unos seis metros cúbicos, que le resuelve un gran problema, la elaboración de las comidas.
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En entrevista a IPS la campesina explicó que fue su esposo, Edegni Puche, quien construyó el biodigestor, en la parte trasera de la vivienda donde se ubican las cochiqueras de los cerdos. La familia puso parte del costo, y recibió apoyo del gobierno municipal y de una empresa porcina local para el proyecto.
"El biogás es una bendición", dijo la cubana que se ha convertido en pionera en el uso de esta forma de energía renovable en Artemisa.
Rojas es activista ambiental. Atiende un círculo de interés sobre el cuidado de la naturaleza con niños de la escuela primaria de su poblado. En su finca, además de criar cerdos, tiene árboles frutales, ornamentales y un huerto organopónico.
"Antes, cuando se limpiaban los corrales, los excrementos, orines y desperdicios de las comidas de los cerdos se acumulaban al aire libre, en un rincón del patio. Había mal olor y muchas moscas", comentó. En 2011 conoció las oportunidades que ofrecen los biodigestores y decidió instalar uno en su finca.
En un biodigestor la materia orgánica se descompone de forma anaeróbica, con bacterias, en un ambiente cerrado y no contaminante. Esto genera el gas metano biológico, un recurso energético que se reconduce por tuberías y se instala al fogón para el uso doméstico.
"Recibí apoyo del gobierno municipal, la empresa porcina del territorio, y asesoramiento técnico de Cubasolar, pero no todas las familias tienen la cantidad de animales, ni los recursos para asumir la construcción", explicó Rojas.
La Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y Respeto Ambiental (Cubasolar) y del Movimiento de Usuarios del Biogás (MUB), fueron las entidades cubanas que le mostraron a Rojas cómo podía crear su propio biodigestor. Alrededor de 3,000 campesinos aplican esa tecnología en este país.
El metano biológico puede ser una solución rentable en zonas rurales. La instalación de un biodigestor permite ahorrar energía eléctrica en los hogares pues es un combustible para la cocción de alimentos, pero también contribuye a disminuir la contaminación de aguas y suelos.
"Hay que hacerle más conciencia a las personas que el biodigestor no solo cuida el medioambiente y da energía, sino que permite ahorrar, porque el estiércol que no se utiliza es dinero que se bota”, enfatizó Rojas.
A pesar de la bondades de esta tecnología, en Cuba solo existen alrededor de 5,000 biodigestores. No son fáciles de construir, llevan asesoramiento técnico, materiales de construcción costosos como el cemento, barras de acero, arenas y otros elementos naturales áridos.
Su funcionamiento requiere disponibilidad de estiércol, lo que supone otro problema en Cuba porque muchas granjas porcinas y vacunas no están en momentos de productividad óptima.
El costo mínimo promedio de construcción de un biodigestor de pequeña escala ronda los 1000 dólares, algo inalcanzable para muchos campesinos cubanos, que sobreviven con salarios de 1,500 pesos cubanos.
Hace dos semanas campesinos cubanos denunciaron que la falta de combustibles, específicamente de diésel, que está afectando la producción agrícola en el país. El precio de un litro de petróleo en el mercado informal sobrepasa los 80 pesos hasta los 120 pesos.
En junio una campesina cubana denunció que en las zonas rurales de Cuba no hay los recursos necesarios para cocinar y las personas tienen que usar fogones de leña porque no hay otra solución. Las hornillas eléctricas que vendieron en 2005 durante la "revolución energética" ya no funcionan y no hay cómo reponerlas.
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