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El cubano Yasmani Castro Caballero criticó en Facebook los precios del carnaval de Santiago de Cuba, donde un bocadito de carne de cerdo se vende a cien pesos y una cerveza a 250 (10,41 USD, al cambio oficial); como si estuviéramos en Dubái, ironizó.
Una pizza cuesta 80 pesos, precisó Castro, que se confesó embullado paseando por la céntrica avenida Céspedes, comprobando que había de todo -como en Marianao- hasta que se topó con los precios y entonces pensó que paseaba por el rico emirato de Dubái.
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Castro aseguró que el carnaval santiaguero de 2022 no se parece en nada a los de otras épocas, con ofertas para todos los bolsillos.
Sus amigos en Facebook cogieron el pie forzado de Castro y reaccionaron con similar ironía a su post, como Luis Joaquín Rodríguez, que escribió: Estamos mejorando, porque nosotros siempre pensamos en el pueblo, ja,ja,ja..., o Yamilke Pérez, que apuntó: ¡Y vamos por mas!; mientras que Vladimir Martínez Savón avisó que no iría a los carnavales con precios abusivos y Margarita Ferrer recomendó no acudir a los festejos para evitar contagiarse de Covid-19 porque la gente anda sin nasobuco y los precios pueden provocar infartos.
Hace 10 días, las autoridades de Santiago de Cuba anunciaron que una flotilla de lanchas sustituiría al tradicional desfile de carnaval, debido a la falta de recursos; pese a que a principios de mes, el presidente Miguel Díaz-Canel recomendó a los santiagueros quitarse el síndrome de la pandemia de coronavirus y hacer vida normal, asegurando que "Habrá carnavales también".
Los carnavales de Santiago de Cuba fueron de los más populares de la isla, desde su origen en el siglo XVII, inspirado en los festivales de Mamarrachos, que celebraban la finalización de las cosechas, como parte de la influencia española.
Los extinguidos Diablitos, comparsas; en sus dos variantes, Paseos y Congas, forman parte de la tradición cultural de la ciudad cubana más caribeña, que disfrutaba por igual con las vistosas carrozas y coreografías de los Paseos y la contagiosa sonoridad de las Congas, que encendían el Cocuyé, a ritmo de trompeticas chinas y Bocú, instrumento de percusión, afinado con fuego.
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