El General de Ejército Raúl Castro asistió este domingo al desfile del Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución, en La Habana, donde elogió al mandatario Miguel Díaz-Canel, de quien dijo "está trabajando muy bien".
Castro llegó a la plaza habanera vestido con su uniforme militar, y al culminar la marcha declaró a la prensa que tiene "el corazón lleno de alegría" por el desempeño de su sucesor en el poder.
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Afirmó que está "como millones de cubanos, esperando que continúe el Partido (Comunista de Cuba) actual y haya nuevas generaciones dirigiendo el Partido. Especialmente con el presidente que está trabajando muy bien, y bastante, más de la cuenta".
La última vez que el dictador compareció en una celebración pública en la calle fue el verano pasado, días después de las históricas protestas que conmocionaron Cuba el 11 y 12 de julio. Posteriormente, lo hizo en la clausura del segundo pleno del Comité Central del PCC, pero a puertas cerradas.
Ahora, en un momento de profunda crisis política en el país, dejó su retiro para dar un espaldarazo a Díaz-Canel y aseguró: "Tenemos esperanza, confianza. Hay que seguir batallando".
El pasado jueves también asistió a una ceremonia de entrega de pañoletas a niños de primer grado, donde colocó el distintivo al nieto del actual gobernante, a una de sus nietas y a la hija del exespía Gerardo Hernández y Adriana Pérez O'Connor, ambas alumnas de la misma escuela, en el elitista reparto Siboney, en el municipio Playa.
La vuelta de Castro a la escena pública cubana parece responder, como mismo sucedió tras el 11J, a un momento de máxima tensión en la isla por la crisis económica y la pérdida de popularidad de Díaz-Canel, la cual se hizo más notable tras las citadas manifestaciones antigubernamentales.
El miércoles trascendió la invitación de Díaz-Canel al pueblo cubano para participar este domingo en las marchas en todo el país, que siempre se presumieron por multitudinarias, pero que cada vez logran convocar a menos personas, entre el descontento popular y la escasez generalizada.
La convocatoria llegó en medio de una profunda crisis económica, social y política, marcada por el encarcelamiento de más de 1,140 personas por protestar el pasado año, y el aumento de la represión contra activistas y opositores al régimen. Asimismo, por el temor del régimen ante la negativa abierta de varios trabajadores cubanos de asistir a la marcha.
Esta vez el régimen llegó a amenazar a varios sectores del país, incluido el de la medicina. El sábado trascendió que en algunos policlínicos de La Habana amenazaron a los médicos con quitarles un módulo de alimentos que se venderá el martes si no asistían a la convocatoria.
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