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Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos reanudarán este jueves en Washington conversaciones migratorias bilaterales en un momento de máximas tensiones diplomáticas entre ambos países y ante la evidencia de un éxodo masivo desde la isla que ha disparado las alarmas de la administración de Joe Biden.
El momento fijado para las charlas migratorias no puede ser más crucial. Las estadísticas actualizadas la noche del pasado lunes por el Departamento de Seguridad Nacional han puesto sobre la mesa un panorama preocupante sobre la estampida hacia Estados Unidos, particularmente por la franja fronteriza de México: 78,903 cubanos han arribado por puntos de la frontera sur en los primeros seis meses del año fiscal 2022 (FY22) y de ellos, 32,141 lo hicieron el pasado marzo.
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Los datos del primer semestre del FY22, que comenzó el pasado 1 de octubre, dejan además otras conclusiones altamente sensibles para la administración en medio de retos mayúsculos de política internacional. La cifra no solo duplica el total de 39,303 que ingresaron por puntos fronterizos durante 2021, sino que además significa que desde la llegada de Biden a la Casa Blanca, hace apenas 14 meses, un total de 110,340 cubanos han entrado de manera irregular por la frontera sur.
El aluvión migratorio de marzo significa además que durante ese mes los cubanos se convirtieron en el segundo grupo nacional con más afluencia por la frontera sur, solo superados por los mexicanos (87,388) y por encima de guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses y venezolanos, inmigrantes que tradicionalmente sumaban cantidades superiores.
Las cifras suman 932 cubanos que ingresaron por otros puntos fronterizos de Estados Unidos y un creciente incremento de operaciones marítimas, en embarcaciones rústicas o viajes de contrabando humano, que compilan alrededor de 1,500 entre interceptados en altamar o retenidos a su arribo a las costas de Florida. Solo en el presente año fiscal, la Patrulla Fronteriza registra ya 91 operativos de viajes irregulares en el Estrecho de Florida.
Un total de 536 fueron procesados y potencialmente expulsados bajo la aplicación del Título 42, activado por las restricciones de la pandemia.
Con tales ingredientes explosivos, el diálogo migratorio se ha impuesto esta semana como una necesidad bipartita, luego de que las conversaciones sobre estos temas quedaran interrumpidas desde julio de 2018, cuando delegaciones de ambos países se reunieron por última vez en Washington; y después dejó de programarse la cita correspondiente de diciembre al calor de los incidentes del llamado "Síndrome de La Habana" y la política de sanciones de la administración Trump.
No es nada casual que la fecha fijada sea este jueves 21 de abril, tras la conclusión de la Conferencia Ministerial sobre Migración y Protección Hemisférica, los días 19 y 20 de abril en Ciudad de Panamá.
La reunión de Panamá cuenta con la asistencia de una delegación estadounidense que incluye al secretario de Estado, Antony J. Blinken, y al director de DHS, Alejandro Mayorkas, y sentará a la mesa a ministros de 20 países del Hemisferio Occidental con el fin de hallar "un enfoque colaborativo y humano para gestionar la migración y la protección a través de la región".
De acuerdo con la declaración del Departamento de Estado, la delegación enviada por Washington "profundizará en los esfuerzos que estamos realizando para mejorar la cooperación bilateral y regional en materia de migración irregular y desplazamiento forzoso, y sentará las bases para una exitosa Cumbre de las Américas en junio".
Aunque Cuba no está invitada a la Conferencia Ministerial en curso es obvio que el caso cubano es pieza clave del mosaico migratorio continental que preocupa a Estados Unidos, y cualquier acuerdo negociado en la cita panameña resulta impostergable al menos discutirlo con las autoridades de La Habana.
El cónclave de Panamá será esencial también para determinar la postura de México ante el dilema migratorio que compromete a su territorio, mucho más teniendo en cuenta que el presidente Andrés Manuel López Obrador emprenderá en breve una gira regional, con visita a Cuba incluida a comienzos de mayo.
En apenas 24 horas, el anuncio de las conversaciones ha destapado una ola de versiones dentro de Cuba sobre posibles medidas para restringir el ingreso a territorio estadounidense o agilizar las devoluciones de los inmigrantes procesados, apurando las gestiones de muchas personas con planes de abandonar el país.
La lista de asuntos pendientes en materia migratoria entre La Habana y Washington es abultada tras el largo impasse de cuatro años, pero además del abrumador flujo de cubanos por tierra y mar de los últimos meses se imponen otros asuntos de mutuo interés:
- Las 20,000 visas anuales para inmigrantes cubanos, pactadas en los acuerdos de 1994-1995 tras la crisis de los balseros, y que dejaron de cumplirse en el período fiscal 2018 bajo la administración Trump. Durante 15 años, Estados Unidos cumplió al pie de la letra o rebasó regularmente ese compromiso, y solo en tres períodos fiscales quedó cerca de la meta (FY2001, FY2002 y FY2007).
- La congelación del Programa de Reunificación de la Familia Cubana (CFRP), establecido en 2007 para permitir de manera expedita los visados por reclamaciones familiares, y que formaban parte del cómputo de las 20,000 visas anuales acordadas.
- La reapertura gradual de los servicios consulares en la Embajada de Estados Unidos en La Habana, congelados desde octubre de 2017. La sede diplomática anunció ya el otorgamiento de las primeras citas para visados de inmigrante en mayo.
- Los vuelos de deportación del Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), detenidos desde el 28 de diciembre de 2020. Por vía de los acuerdos establecidos por la administración de Barack Obama, a partir del 12 de enero de 2017, Cuba se comprometió a recibir a cubanos con orden final de deportación mediante un proceso de “evaluación caso por caso”, lo que implicaba la revisión y ampliación de una lista de personas que emigraron por el puerto del Mariel, en 1980. Durante el gobierno de Donald Trump se estableció récord histórico de deportaciones a Cuba, con 3,385.
El Departamento de Estado declinó referirse a una pregunta de CiberCuba sobre posibles temas del encuentro de este jueves, aunque dijo estar alerta sobre "un aumento significativo de los inmigrantes irregulares cubanos hacia Estados Unidos, tanto por vía terrestre como marítima".
"Nos relacionamos regularmente con funcionarios cubanos en temas de importancia para el gobierno de Estados Unidos, como los derechos humanos y la migración", dijo un portavoz de esa dependencia federal.
El gobierno cubano confirmó el encuentro y dijo que su delegación estará presidida por Carlos Fernández de Cossío, viceministro de Relaciones Exteriores y jefe de Asuntos con Estados Unidos, aunque sin ofrecer más detalles.
En realidad, el único punto que se mantiene vigente sin alteración en los acuerdos migratorios es la repatriación de cubanos capturados en el mar o a su llegada a las costas estadounidenses por agentes de la Guardia Costera o la Patrulla Fronteriza. Pero la paralización de los vuelos de deportación de ICE hace más de un año no debe descartarse como un indicio de que la vía de devolución marítima pudiera también paralizarse en la escalada de una crisis diplomática.
"Es algo que no puede desestimarse como parte de la crisis migratoria", consideró Andy Gómez, Profesor Emérito de la Universidad de Miami y experto en asuntos cubanos. "Ese es un punto álgido en este panorama: el día que en que el gobierno cubano decida no aceptar repatriaciones marítimas se complicaría tremendamente el escenario para Washington".
Gómez dijo que espera realmente "escasos o nulos resultados" de las conversaciones bilaterales, aunque "siempre debe dejarse abierta la puerta de la negociación y tratar de avanzar las relaciones diplomáticas, aún con los adversarios políticos".
"Pero Cuba no ha demostrado aún que está dispuesta a negociar seriamente ni a mirar sus problemas internos, sino más bien a exportarlos", apuntó el académico.
Sin embargo, las rondas sobre temas migratorios constituyen una opción de reencuentro diplomático para considerar otros aspectos de las relaciones bilaterales en un momento de franca parálisis en la política de Biden hacia Cuba.
Históricamente, han sido un excepcional canal de comunicación desde su establecimiento en 1995 y un termómetro del estado de las relaciones en cada etapa.
Las diferencias siempre prevalecieron en torno a la Ley de Ajuste Cubano y los beneficios preferenciales recibidos por los refugiados de la isla en territorio estadounidense, pero se mantuvo el compromiso de estimular las vías legales para llegar a Estados Unidos.
La administración de George W. Bush suspendió los diálogos sobre asuntos migratorios en 2003 en medio de un clima de hostilidad entre ambos gobiernos. El detonador fue entonces la ola represiva y largas sentencias a prisión contra 75 disidentes, conocida como la Primavera Negra, y el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha para viajar a Estados Unidos.
Pero el cambio de tono vino con Obama, que volvió a la negociación de asuntos migratorios con La Habana en 2009, y llegó bien lejos, derogando la normativa de pies secos/pies mojados y el programa de refugio para médicos cubanos desertores de misiones oficiales.
CIFRAS DE LA ENTRADA IRREGULAR DE CUBANOS POR PUNTOS FRONTERIZOS DE EE.UU.
175,193 han llegado por puntos fronterizos después de la eliminación de la política de pies secos/pies mojados, entre los años fiscales 2017 y lo que va de 2022 (octubre de 2021 a marzo de 2022). La cifra supera los cubanos registrados durante el éxodo del Mariel, en 1980 (125,000), y los de la crisis de los balseros de 1994 (35,000).
110,340 arribaron tras el ascenso de Biden a la Casa Blanca y el anuncio de una política migratoria más flexible que la impuesta por la administración de Donald Trump.
78,903 ingresaron por la frontera sur en el primer semestre del año fiscal 2022.
932 entraron por la frontera norte con Canadá, desde los puntos de control de Buffalo, Boston, Seattle y Vermont.
73,007 entraron después de la apertura de las fronteras cubanas y el levantamiento de visados, decretado por el gobierno de Nicaragua, a partir del pasado 22 de noviembre.
NACIONALIDADES CON MAYORES INGRESOS IRREGULARES POR LA FRONTERA SUR DURANTE FY2022
México - 400,785
Guatemala - 114,264
Honduras - 102,259
Venezuela - 88,514
Nicaragua - 79,066
Cuba - 78,903
Colombia - 39,137
Totales: 1,060,954
Fuente: DHS/CBP
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