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Después de siete trimestres consecutivos de contracción económica y una pérdida del 13 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), según cifras oficiales, el gobierno de Cuba calcula un crecimiento del 4 por ciento del PIB para 2022.
“Tenemos retadores objetivos, incluyendo el crecimiento del 4 por ciento del PIB, pero estamos convencidos que, con el trabajo conjunto y el aporte de los actores económicos, así como con el apoyo de nuestro heroico pueblo, que no solo vive y resiste, sino que avanza y vence, lo lograremos”, afirmó este martes Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía y Planificación.
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Durante la presentación de su informe al 8vo. Período de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Gil Fernández expuso los objetivos priorizados de su ministerio para 2022.
El primero de ellos, según Juventud Rebelde, se propone “avanzar hacia un proceso de estabilización macroeconomía en la recuperación del papel del peso cubano como centro del sistema financiero y en la racionalidad de los precios”. Es decir, corregir la inflación y las distorsiones creadas por la unificación monetaria emprendida bajo la denominada Tarea Ordenamiento.
“Estamos en condiciones de enfrentar el proceso inflacionario y en 2022 avanzar gradualmente en su eliminación”, afirmó el viernes el ministro durante el III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), señalando que la inflación “no es un ‘problema cubano, es un fenómeno global”.
Calificada como “medular, reflexiva y autocrítica” por el primer secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel, la intervención de Gil Fernández analizó el incremento de precios que experimenta el país y las formas de revertir estas tendencias en la economía y acabar con la inflación en 2022. “No es fácil, pero no imposible, está en nuestras manos y lo lograremos”, afirmó convencido.
“Estabilizar el sistema electro energético nacional y destinar recursos para mantener su estabilidad en lo posible”, es la segunda prioridad de su ministerio para el año entrante. Resulta llamativo que dicho objetivo se plantee con la incertidumbre que encierra la frase “en lo posible”, con la cual la meta queda planteada más como desiderátum que como objetivo planificado.
A principios de octubre el vice primer ministro Ramiro Valdés Menéndez afirmó que el régimen cubano necesitaría 250 millones de dólares al año para acabar definitivamente con los apagones, una suma de dinero con la que no cuenta y por lo cual apeló a la reducción de gastos en el servicio como única alternativa ante la crisis energética que vive el país.
"Nadie puede pensar que nosotros queremos dar apagones. Se trabaja intensamente para que esas afectaciones no ocurran", dijo en septiembre Liván Arronte Cruz, ministro de Energía y Minas de Cuba.
No obstante, recordó que la generación de electricidad se basa en las termoeléctricas, que tienen 35 años de operación y no reciben el mantenimiento necesario por culpa del embargo norteamericano, según él.
"Esta situación no se va a resolver de ahora para ahorita, es decir, de hoy para mañana. Requiere preparación, tener un grupo de recursos importantes, tener las piezas de repuesto, las fabricaciones que muchas se hacen aquí, con la industria nacional", afirmó.
El tercer objetivo del ministerio de Gil Fernández para 2022 es el de “atender priorizadamente a personas, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad”. Según explicó, "existen medidas antiinflacionarias que son asistencialistas, pero no siempre se recurrirán a ellas, sino que también se buscará propiciar el empleo para estas personas vulnerables, cuando sea posible" (nuevamente el objetivo queda planteado con la vaguedad de un anhelo).
A finales de noviembre, el ministerio de Comercio Interior (MINCIN) anunció que prorrogaría la validez de las libretas de abastecimiento otorgadas a núcleos excepcionales creados en la crisis de coronavirus, conocidas como "libretas excepcionales" y que según declaró en julio pasado la titular, Betsy Díaz Velázquez, beneficiarían a más de 200 mil cubanos.
Hasta el momento se trata de la medida más concreta tomada por el ejecutivo de Miguel Díaz-Canel para atender los casos de vulnerabilidad en la población cubana, pero sus resultados son descorazonadores.
Los dos últimos objetivos prioritarios de Gil Fernández son “transformar el sistema empresarial estatal para que sea el sujeto principal del modelo económico" y "mantener la planificación centralizada, pero descentralizar la asignación de los recursos a los territorios”.
“En medio de estas circunstancias complejas, el recrudecimiento del bloqueo y la pandemia, no solo hemos resistido, sino que hemos avanzado, pues se han incorporado un conjunto importantes de medidas que lo han permitido: fortalecimiento de la empresa estatal socialista, perfeccionamiento de los actores económicos, incremento de las producciones agropecuarias, atención a personas y comunidades en situación de vulnerabilidad, así como la implementación del plan nacional de desarrollo económico y social hasta el año 2030”, afirmó Gil Fernández ante los delegados de la ANPP.
Entre los planes del ministro y las orientaciones de Díaz-Canel, proponiendo retornar a la economía política marxista para encontrar soluciones al caos e ineficacia que continúan enfrentando las empresas estatales socialistas, destaca la honestidad de la subdirectora de Economía y Planificación en Guantánamo, Yenisleisys Jay, que si bien no pudo explicar con claridad el estado de la economía en la provincia, admitió que “el pan también se incumple… y el incumplimiento va a seguir”.
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