Diplomáticos canadienses afirman que sintieron "vibraciones extrañas" en Cuba

Dieciocho funcionarios afectados demandaron al gobierno de Canadá por lo que consideran una indiferencia políticamente motivada.

Embajada de Canadá en La Habana © CiberCuba
Embajada de Canadá en La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 3 años

El llamado "síndrome de La Habana" sigue siendo noticia, esta vez en Canadá, donde un grupo de diplomáticos demandó al gobierno de ese país por no prestar atención a sus denuncias.

Varios funcionarios destacados en Cuba se quejaron hace años de haber comenzado a sufrir dolores de cabeza, alteraciones de la vista y náuseas. Las autoridades canadienses les dieron largas y no tomaron medidas. Ahora, 18 diplomáticos canadienses demandan a su gobierno, alegando que se siguen detectando nuevos casos.


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Oficialmente, las autoridades de Ottawa reconocen 14 casos, el último de ellos reportado en diciembre de 2018, pero el total de afectados ronda la treintena, según los demandantes.

Documentos desclasificados recientemente muestran un esfuerzo coordinado por restar importancia al tema e ignorar las denuncias de los afectados.

En abril, medios canadienses reportaron que un grupo de nueve diplomáticos canadienses y sus familias estaban luchando por obtener una respuesta oficial sobre los síntomas experimentados desde que prestaron servicios en la embajada canadiense en La Habana.

Ahora Paul Miller, abogado de Toronto, representa a los diplomáticos que reclaman al menos 28 millones de dólares por daños y perjuicios.

"Continuamos recibiendo llamadas. Tenemos casos recientes, de 2021", indicó.

Según reporta la agencia AFP, una fuente cercana al asunto mencionó dos casos este año, que provocaron salidas precipitadas de diplomáticos.

Aún sin explicación, estos "incidentes de salud", como suelen calificarlos los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, aparecieron por primera vez en Cuba en 2016.

Diplomáticos de ambos países, algunos que dicen haber escuchado sonidos muy agudos, comenzaron a quejarse de migrañas, vértigo o náuseas. Incluso se ha diagnosticado daño cerebral.

Desde entonces, otros casos se registraron en China, Alemania, Australia, Rusia, Austria e incluso en Washington, pero los medios de comunicación acuñaron el término "síndrome de La Habana".

Una diplomática canadiense, que vivió cuatro años en Cuba, recuerda haberse despertado una mañana con una fuerte sensación de vértigo y "hemorragias nasales importantes". "No había tenido una hemorragia nasal desde que era una niña", dijo bajo condición de anonimato.

Después "tuve síntomas mucho más fuertes" y "me di cuenta de que no podía seguir trabajando", anotó.

Otra representante aseguró haber "comenzado a sentir vibraciones extrañas en sus oídos cada noche, alrededor de la misma hora", semanas después de su arribo. Evacuada por orden médica, ahora tiene que usar lentes. Precisó que "jamás había tenido ningún problema en la vista" con anterioridad.

Ataques por ondas de radio, histeria colectiva debido al estrés, el efecto de productos químicos usados contra los mosquitos: los científicos han manejado distintas hipótesis en los últimos años, sin llegar a conclusiones definitivas.

Las autoridades cubanas niegan cualquier mala intención. "Ni la Policía Cubana, ni el FBI, ni la Real Policía Montada de Canadá, han descubierto pruebas de ataques a diplomáticos en La Habana, a pesar de las intensas investigaciones", aseguró en septiembre la Academia de Ciencias de Cuba.

En Washington, sin embargo, el tema está lejos de estar cerrado. A comienzos de noviembre, el secretario de Estado, Antony Blinken, se comprometió a "esclarecer" el asunto, nombrando a dos experimentados diplomáticos para coordinar la respuesta del Departamento de Estado y garantizar que cualquier estadounidense que resulte dañado reciba la atención médica adecuada.

Los diplomáticos canadienses afectados lamentan no haber recibido la misma atención y cuestionan si el buen entendimiento con Cuba no ha jugado en su contra.

Mientras las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, sin contar una breve tregua entre 2014 y 2016, han estado marcadas por la tensión, las que la isla mantiene con Canadá son muy diferentes.

Ottawa nunca rompió sus vínculos con La Habana, ni siquiera después de la revolución de1959, y el país ha sido históricamente el principal proveedor de turistas al país caribeño.

"El embajador (canadiense) solía decir todo el tiempo 'no hay razón para creer que los canadienses alguna vez se verían afectados'. La sugerencia fue que los estadounidenses sí, pero no los canadienses", contó una diplomática a AFP.

"Nuestra mayor queja es que no nos ofrecieron ningún tipo de ayuda", precisó al expresar su preocupación por el hecho de que la embajada quiera completar de nuevo al personal, tras reducirlo a la mitad a principios de 2019.

El gobierno canadiense "priorizó la relación con Cuba sobre su propia gente", lamentó otra representante. Recuerda que recibió entonces la orden de no hablar con nadie de sus problemas de salud, ni siquiera con su médico personal.

En comparación con Estados Unidos, el trato fue "totalmente diferente", lamentó Paul Miller.

La administración estadounidense "hace todo lo posible para garantizar que (los diplomáticos afectados) tengan tratamiento" y ha "dicho que va a intentar averiguar que pasó. Aquí (en Canadá), el gobierno dijo 'vamos a hacer todo lo posible para cuidar a nuestros diplomáticos', pero no lo han hecho", afirmó.

En una respuesta escrita enviada a la AFP, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá señaló que "se toma muy en serio la salud, la seguridad y la protección de los canadienses" y que "continúa vigilando la salud y la seguridad de su personal diplomático en La Habana".

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